martes, 24 de noviembre de 2020

La desgracia como filosofía de vida convertida en esperanza: El caso de la película Wheels de 2014

 

Al vivir enmarcado en un sociedad occidental y en un espacio tiempo en el que ciertamente nadie quisiera vivir en su sano juicio, y a raíz de una entrada que publiqué terriblemente pesimista sobre los tiempos pandémicos en la entidad federativa en dónde vivo, me veo en tarea ominosa pero algarábiga de publicar una entrada que evoque esperanza, sosiego, consenso en lo único que hasta el momento a todos los que estemos ahora leyendo o escribiendo esta entrada sea el caso tenemos: La vida.

"Cuando llegue el día de la aflicción, del duelo, del accidente, cuando la muerte amenace, cuando estemos enfermos y suframos, es preciso que el equipamiento actúe para proteger al alma, para impedir que sea afectada, para permitirle conservar la paz". La hermenéutica del Sujeto, M. Foucault p. 312.

En la historia de la humanidad hemos sido testigos de grandes proezas del cine y piezas maestras que han quedado como legado para el incierto futuro de la humanidad. Algunas piezas audiovisuales evocan tristeza, horror, frustración, alegría, y demás reacciones en cadena que nos hacen notar que estamos ante un género fílmico en particular. Debo decir que yo no soy crítico de cine ni experto en la materia, mis películas favoritas coinciden en algunos casos con lo que imdb dice son las mejores de todos los tiempos, mas no está en mi competencia discernir en esos parámetros. 

No, lo que yo vengo a compartir con ustedes es un mensaje corto pero poderoso, en el cual el aprecio de/a la vida rompe con los dogmas hasta ahora preestablecidos de lo que conocemos como vivir la vida con plenitud. Ello aparece, se resume y se desencadena en una de las piezas audiovisuales que más aprecio y conocimiento debería tener en tiempos como éstos, no como una recomendación, ni como un capricho personal, sino por un mensaje que se ve compartido mediante un argumento tan válido como fuerte y convincente al mismo tiempo.

La película Wheels del 2014 en una oda a la vida, a vivir con una razón de ser, esa misma razón que nos invita todos los días a luchar y continuar con las cosas que hacemos, nos gusten, disgusten, cansen, o agoten sea física o mentalmente. Lo que uno observa durante todo el transcurso de la misma es una forma única de resumir en grosso modo como el sujeto pos moderno, post mortem, resulta estar atrapado en un discurso, un argumento que alude la fatalidad, el ocaso.

Mickey es ese personaje principal que vive para no vivir deseando eternamente la muerte, buscándola a como dé lugar, de maneras tan absurdas que rozan directamente en la tragicomedia tal cual pieza de teatro del siglo XVII se tratase, como una lucha entre la espiritualidad y la búsqueda de la verdad (Fausto - Goethe). Y es en esa búsqueda absurda por el ocaso que encuentra una de las amistades más efímeras, problemáticas, y humanas que tendrá a lo largo de la vida. Una amistad que se traduce en una compatibilidad emocional inusitada, con dos pasados paralelamente terribles, pero diferentes.

Ese mensaje de autodestrucción y caos es lo que el espectador inmediatamente relaciona con la realidad rampante a su alrededor. Conflictos que cargan a lo largo de su vida desde los cuáles evocan al pasado desde una silla de ruedas. Drake, su otro amigo en silla le muestra su vida en el que priman los placeres efímeros y la exaltación de los sentidos tal cual meta-narrativa pos estructura-lista se tratara. Se muestra como un personaje con decisión, que prefiere vender la fortaleza sobre lo emocional, que tiene certidumbre y sabe de antemano lo que hará o buscará. Esa certidumbre de ganas de hacer algo, motiva al personaje principal a que poco a poco clarifique en forma desordenada lo que realmente aconteció en su pasado.

Ambos, al tener un eslabón perdido, una laguna mental, una pieza para completar el rompecabezas, recurren a la búsqueda material del pasado. Pactan resolver esas incertidumbres antes de tirarse al océano y morir mientras el azul del cielo se torna cada vez más opaco. Y es en ese momento, en qué muchos críticos recuerdan al famoso ejemplo ex profeso de Mar Adentro, en el cual un hombre tetrapléjico se hacía el que no podía mover nada, cuando en realidad tenía el control de todas las cosas.

La certidumbre de su pasado y el control le devuelven a Mickey no sólo su motricidad, sino que muestran un pasado espeluznante en donde su padre le hizo pensar que él había cometido el acto terrible de dejarlo lisiado, cuando la realidad fue todo lo contrario, escondiendo la enclenque salud mental de su madre y el terrible acto que culminaría con la vida de su hermano. Es curioso como las personas que dejan de existir en el universo de la película tenían algún problema o terminaron su vida al quedarse sin respiración. 

Mientras la vida del personaje principal se aclara, produce en el espectador una nostalgia terriblemente hiriente hasta para el más impávido de los espectadores. Penetra de forma tan cruda en la subjetividad de quien lo ve, que sin duda alguna lo hace plantearse reflexiones acerca de su vida, de sus errores, de sus anhelos frustrados, y cuestionarse de la forma correcta en la que debería de vivir. Tales pensamientos se ven consolidados de manera espectacular en el momento en que suelta la mano del ya fallecido amigo Drake poco antes de que el que tono azul del mar se volviera irreversible.

En ese momento uno entiende cuál fue el mensaje de esa película, más allá del dramatismo y la tragicomedia con los elementos absurdos que la caracterizan, le hacen cuestionarse al individuo no sólo de su vida misma y de lo que hace, sino de porque es valioso vivir, así simplemente a secas. Es un mensaje en el que el viaje dura casi dos horas, dónde cualquiera puede sucumbir a las lágrimas pero que, sin lugar a dudas, serán las más rentables que podrá ostentar en mucho tiempo. 

En resumen, y sin hacer más larga la reseña, Wheels es un mensaje del porqué vivir en los tiempos de una pandemia, ¿vale la pena? absolutamente no, pero debemos aceptarlo, y recordar porqué estamos aquí, si vivimos sin una verdadera motivación caeremos en el otro absurdo que la película transforma sobre el personaje de Drake. Él mismo es la posmodernidad viva, en dónde las incertidumbres son infinitas y los deseos de recuperar una materialidad perdida en los recuerdos acaban con su vida misma. Mickey sin ser lo contrario a ello, entiende que lo verdaderamente valioso de la vida es eso, los deseos de vivir sin desear ni buscar la muerte por todas partes. Él se vuelve a sí mismo y se reinvindica como un ser que es y está en el mundo, que trasforma la materialidad vacía de su presente, en una espiritualidad viva de su pasado, la cual lo empuja a nadar con fuerza para volver a sí, para volver a la superficie misma en dónde entiende que el acto de vivir no puede ser reducido a un recuerdo, sino a una reconstrucción de factores que te ayudan a vivir hasta en los momentos más difíciles y dolorosos. Véanla, si pueden, y si no se lo pueden permitir recuerden que el acto de vivir no es tan complejo como parece, somos nosotros lo que hacemos de su complejidad un caos y un constante deseo de, en ocasiones, ya no tenerla.

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