jueves, 20 de noviembre de 2014

El concepto de Topofilia en Geografía: Una forma novedosa de explicar la apropiación de los espacios desde el sujeto.

Zerecero Cisneros Braulio.

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El concepto de Topofilia no es propio de la geografía y ha estado relacionado a acepciones filosóficas, y psicológicas en diversas formas. Entender su configuración no sería posible sin rastrear sus orígenes y las obras de aquel quién hizo uso de él de forma pionera. Ése autor se llama Gastón Bechelard, un filósofo francés que en el año de 1957 lo utilizó por primera vez en su obra “La poética del espacio”. Si bien es cierto que el concepto acuñado se relaciona con una parte de la noción geográfica del mismo, dista mucho de ser lo que años después el geógrafo chino americano Yi-Fu Tuan definiría como tal.

Sin embargo, entender un concepto tan amplio debe también ser yuxtapuesto a la evolución misma de la geografía moderna, que tiene como pioneros a Alejandro de Humboldt y Carl Ritter. Así, al analizar con una mirada de águila el contexto temporal dentro la disciplina, se logra avistar que forma parte de la corriente denominada geografía humanística, la cuál resaltaba (entre otras cosas) la subjetividad de los sujetos. Sin embargo, habrá que considerar la complejidad del movimiento y por ello, se sitúa a Tuan dentro de aquellos geógrafos humanistas que tenían como fin resaltar la historia, el arte, y las humanidades en general, en relación a los lugares y los sujetos en particular.

A pesar de que el concepto de Tuan sea novedoso y responda a uno de tantos cuestionamientos que en su momento se le hicieron a la nueva geografía o a la corriente neopositivista, es criticado por hacerlo dependiente de los sujetos, sin los cuáles el lugar no podría adquirir significación, y por tanto no podría darse la Topofilia. En tal caso, la alternativa recae en un pensamiento ontológico heideggeriano de estar y ser en el mundo¸ dónde lugar y sujeto forma parte del concepto, y existen de forma relacional.

Aún así, la importancia de un concepto como el de Tuan, transgrede más allá y responde cuestionamientos propios de los tiempos en que actualmente se vive, donde los lugares poco a poco, pierden su significado para convertirse en simples puntos en el espacio, es decir, sólo localizaciones desatendidas de las percepciones, valores, significados, o el propio amor que se tiene del espacio habitado.

Entender el concepto de Topofilia, no es sencillo como pudiera pensarse en forma lógica. Es a la vez, un concepto que transgrede el espacio vital de la geografía, y se inmiscuye en términos filosóficos y psicológicos, para así enarbolar su carácter pluridisciplinar y pluriactivo. Curiosamente, no es en la ciencia del espacio dónde se origina como tal, quizá la primera aparición del concepto aparezca en un texto eminentemente filosófico “La poética del espacio” de Gastón Bechelard.

¿Entonces como un concepto de origen exógeno, pudo permear en el quehacer del geógrafo? Para responder tal cuestionamiento es menester entender la noción del concepto dentro de la obra de Bechelard (2000), ya que desde el año 1957 señalaba que la Topofilia aspira a “determinar el valor humano de los espacios de posesión, de los espacios defendidos contra fuerzas adversas, de los espacios amados” (Bechelard, 2000:22).

Para entender dicho constructo conceptual, habría que hacer mención de la idea central de su obra. Ella se relaciona con las formas en que el ser humano se arraiga en un espacio, cómo lo percibe y qué sentimientos le arroja. Así, el hogar se convierte en el espacio feliz o el lugar de armonía con el alma, y el exterior en el espacio insalubre, hostil, peligroso, que lo arraiga en un punto individuo céntrico. Si bien, la noción de Topofilia es cercana a la que años más tarde desarrollaría el geógrafo humanista chino americano Yi-Fu Tuan (2009), se relaciona más con el espíritu y las artes, que con el lugar.

Ahora cabe la inquietud de preguntarse, ¿y cuándo se relaciona con el lugar como un concepto clave en geografía? Para ello, debe contextualizarse dentro de la ciencia, qué detonó todo el movimiento humanista en geografía, y cuáles fueron sus principales rúbricas de acción. De forma general, la corriente que tiene por objeto el espacio subjetivo, se desarrolló entre los años sesenta y setenta como una crítica de la abstracción, matematización, y teorización disciplinar. Así, nació “una geografía preocupada por la construcción social del lugar, espacio y paisaje, en vez de por la reclusión de la gente y de las sociedades" (Johnston, Gregory, y Smith, 200:275). Es decir, una geografía del hombre, para y por el mismo.

Sin embargo, la tarea acuciosa del movimiento no fue cosa fácil, por lo que el quehacer humanista de la ciencia se dividió en dos caminos, que a pesar de ser complementarios, respondían a fines diferentes. Tuan se circunscribe en el primero de ellos, el cuál se caracterizaba por desarrollar su línea de trabajo en la "hermenéutica y la historiografía, la crítica literaria y la historia del arte" (Johnston, Gregory, y Smith, 200:276). No es de sorprender ahora, que la obra Topofilia del chino americano, esté cargada de ejemplificaciones conceptuales tomando como base las artes en toda su extensión cognoscitiva.

La corriente de la geografía humanística, mostraba una "profunda preocupación por la particularidad y la especificidad, más que por las teorías generales de organización espacial" (Johnston, Gregory, y Smith, 200:276), es decir, su interés estaba centrado en lo que pudiéramos definir como microescala, en dónde el sujeto se convierte en un objeto que produce conocimiento desde su subjetividad. Por ello es que la relevancia del lugar dentro del concepto de Topofilia no sólo cobra importancia, sino que se vuelve un elemento, transformado y adecuado a un contexto específico.

Gracias a la Topofilia, el concepto de lugar adquiere un significado o simbolismo, además de su noción general. Un punto en el espacio se convierte así en una mera localización, una herramienta que señala lo concreto con ayuda de algún sistema de referencia bidimensional (mapa). Empero, ¿quién dota de significado al lugar? Sin duda alguna, el ser humano. Es así como Tuan (2007), plantea en 1974 la definición geográfica de Topofilia, la cuál se entiende como “el lazo afectivo entre las personas y lugar o medio ambiente circundante” (Tuan, 2007:13).

Quizá en éste punto se podría creer que el concepto está explicado de forma diáfana pero no es así. Un debate bastante fructífero para la construcción de una verdadera “teoría del lugar” se encuentra en Yori (1999) dónde 20 años más tarde de la creación del concepto en geografía, ahonda en cuestiones que podrían poner en tela de juicio su misma naturaleza.

Yori (1999:5) critica que “si la topofilia es un “sentimiento”, como sostiene Tuan, la naturaleza y comprensión de éste no hay que buscarla, sin más, en el espacio, sino en los modos en que un individuo o grupo de individuos se relacionan con éste mediante sus atributos”. Es decir, para él la Topofilia de Tuan no es más que un concepto subjetivo que intenta describir cómo el ser humano le impregna parte de su ser al lugar. Es decir, el lugar cargado de significación existe sí y solo sí, el hombre le dota de algún símbolo que avive su significación.

Por lo tanto, debe existir un concepto de Topofilia en que él mismo se funde y autopertenezca al mismo tiempo, es decir, que pueda ser aplicable sin la necesidad del sentimiento humano. Para ello, plantea que “nuestra relación con el espacio habitado no se agota en una simple relación emocional con sus atributos (…), sino que se remonta a la propia dimensión ontológica de tal tipo de espacio en tanto lugar de mostración de lo que Heidegger llamara nuestro ser-en-el-mundo” (Yori, 1999:6). Esto explicado en palabras de humanos, quiere decir que el espacio no está ahí esperando a que el hombre lo intercepte, sino que lugar y hombre se funden en una sola categoría existencial, propiciando que existan lugares sin que por ello se genere un sentimiento humano previamente. Por tanto, su concepto se define de la siguiente manera: “la forma que cobra el espacio, a través de la apertura y puesta en obra de la naturaleza relacional de nuestra existencia” (Yori, 1999:11).

Más allá de menoscabar o resaltar el gran acierto del autor al proponer una teoría de lugar basado en el pensamiento heideggeriano, debe entenderse que en dado caso, el concepto volvería a adquirir una connotación filosófica, que a pesar de aludir al espacio concreto, rompe con un sin fin de premisas existentes en la ciencia del espacio. Por ello, decido de aquí en adelante, continuar con el concepto geográfico de Tuan, a pesar de la contradicción que ello supone, pero que como concepto, obra y esfuerzo por enaltecer la humanidad, no debe ser despreciado ni indeseado.

El sentido de Topofilia de Tuan respondió y sigue respondiendo actualmente, a una necesidad de revalorar la cultura y la subjetividad de los sujetos dentro del quehacer científico. Por ello, Ozamir (2013:5) resalta lo importante que debe ser para los investigadores “conceder espacio a lo subjetivo delante de una sociedad cada vez más globalizada y conectada a aparatos tecnológicos modernísimos, provocando exclusión del hombre en la convivencia recíproca junto a la sociedad”. Es decir, que en la actualidad la relación entre el hombre y el lugar no sólo se está perdiendo, sino también se acota por la influencia de la modernidad en los procesos del auge de lo global, sobre lo local.

A pesar de ello, el lugar cargado de significados, valores o percepciones, es una constante ineludible en toda sociedad. Los individuos son capaces de generar apego o desapego a algún sitio en específico sin considerar los atributos invisibles del mismo, es decir, sin considerar la historia, el porqué de su construcción y su ubicación en tal o cual localización, y sólo concediéndole un atributo subjetivo que lo catalogue de tal o cual forma en base a su cosmovisión propia. Es así como Henao y Pérez (2010:2) definen al lugar como un “escenario físico y simbólico que, al mismo tiempo que proporciona sentido, es depositario de sentimientos y experiencia tan diversas como las y los sujetos que con él se relacionan”.

Volviendo con el autor chino americano, y con la invención de su concepto geográfico habría que añadir que a la par de Topofilia, creó conceptos que atribuyen diversas relaciones entre el hombre y el lugar: Topofobia, Topolatría y Toponegligencia, los cuáles resaltan la relación excluyente, reverencial o separada entre ambos elementos respectivamente. El trío conceptual expande y mejora la comprensión misma de la Topofilia, ya que a la par de un sentido de pertenencia, puede haber un factor complementario el cuál fue bien tratado por el autor, al expandir su idea inicial, en varias con diferente atribución.

Dentro de la obra de Topofilia (2007), el lector se encuentra con una gana interminable de ejemplos que resaltan las relaciones entre el hombre y el lugar. Sobre todo, resalta y enfatiza en que los lugares generan diversas reacciones al hombre dependiendo del significado que a ellos les represente. Sin embargo, esas reacciones no sólo se generan por medio de lo que el sujeto observa, son los sentidos del tacto, olfato, gusto, o audio los que complementan las relaciones. Así pues, la Topofilia de Tuan no sólo resalta una relación invisible ante los ojos de los demás, sino que expande las nociones y las formas en que la percepción del espacio se pueda dar.

Debe de resaltarse que la intención de Tuan tiene un doble sentido, desarrollar un concepto novedoso en la geografía y a la par, inculcarle a sus lectores un mínimo de cultura que les pueda ser útil a lo largo de la vida. Comencé diciendo que éste autor se circunscribía en uno de tributarios de la geografía humanística, y curiosamente se resalta de forme diáfana y concreta, la intención de imbuir y expandir parte del arte universal.

Así, la Topofilia aparece como un concepto que explica cómo los hombres se apropian de sus espacios, se arraigan o se emancipan, dependiendo de las condiciones más profundas de sus maneras de ser y pensar. La emotividad que nace del hombre no sólo dota de vitalidad al lugar, sino que lo hace ser reconocible en el momento que se vuelve un ícono, o un símbolo en específico. Quizá, no sea tan errada la idea de Joël Bonnemaison al acuñar un término como el de “geosímbolo”, el cuál no sólo dota de vitalidad un lugar, sino una región, un país, o hasta el propio mundo en toda su ecúmene en general, aunque eso ya será cuento de otro ensayo.

Dentro de la ciencia geográfica ha habido un sin fin de intentos por abordar las relaciones entre el hombre y el medio que le rodea de forma totalizadora, integradora o inclusive, holística. El resultado casi siempre se ha dirigido a una dicotomía disciplinar que se materializa en una geografía humana y otra física. En la historia moderna de la disciplina, diversas corrientes han intentando atender la problemática, realzando o rechazando postulados que se adscriben a una teoría o marco de referencia. Así, lo que se pensó desde los años cuarenta con el desarrollo del neopositivismo en la ciencia, tenía como fin validar y justificar de forma nomotética a un cuerpo de conocimientos que, ciertamente, no son puramente matemáticos.

Así es como nació una crítica a las formas en que se intentaba modelizar los procesos espaciales, el comportamiento individual y la forma de concebir el espacio desde una representación objetiva, es decir, sin la influencia de los sujetos y su subjetividad. Ese reclamo primero surgiría dentro de sus mismos discípulos, sin embargo, un grupo aparte de geógrafos, consideraron que lo que se debía de realzar, no era ni el gran dominio del ojo, ni el desarrollo de una ciencia abstracta alejada del hombre, sino debía basarse en el individuo, y en todas aquellas apreciaciones que tuviese sobre el espacio.

Con ello, surge una nueva corriente humanística en la geografía que buscaba, entre otras cosas, resaltar lo específico, lo local y lo individual en relación a los lugares. Ya no se avocaba a buscar las regularidades en el espacio, sino sus irregularidades, pero sobre todo, cuán diversos eran los hombres y sus percepciones del espacio. Es ahí dónde se sitúa la Topofilia de Tuan, y la gran pertinencia que tuvo en su momento (y sigue teniendo).

Entendida como las relaciones afectivas entre el sujeto y el medio ambiente o lugar circundante, se abre la brecha para un camino que no sólo privilegia los símbolos, significados y valores de la humanidad, sino que intenta rescatar las humanidades, sacarlas de su letargo y avivar las llamas de la esperanza en la sociedad. Sin embargo, pronto se detonarían procesos a nivel mundial que tenían que ser abordados de forma urgente por la disciplina. La acelerada degradación del medio ambiente, la globalización financiera, los graves problemas de desigualdad, son sólo algunos de los problemas urgentes que enfrenta la geografía hoy en día.

Aún así, la validez de un concepto como Topofilia (en su sentido geográfico) se justifica debido a que también plantea una problemática crítica dentro de la geografía, ¿cómo abordar la subjetividad de los sujetos? ¿Cómo entender la configuración de los lugares como construcciones del hombre? ¿Por qué los lugares se degradan y son olvidados? Son sólo algunas de las preguntas que dicho concepto puede resolver, y que además, puede coadyuvar en un mejor entendimiento del espacio geográfico, en dónde no sólo se considere a la historia, sino a la construcción social de los lugares por medio de la psique de cada quién. La esperanza en este contexto, continúa viva.

Bibliografía

Bechelard, Gastón (2000). La poética del espacio. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Johnston, R. J., Gregory, D. Smith, D. (2000). Diccionario Akal de Geografía Humana. Madrid: Ediciones Akal.

Lima, Ozanir R. de, Rosa, Odelfa. (2013). Percepção e topofilia: Relações e sentimentos sobre a paisagem da cidade de Catalão. Consultado en Agosto 21, 2014 en http://www.fecilcam.br/anais/ii_seurb/documentos/o-urbano-em-suas-difentes-escalas/lima-ozanir-r.-de.pdf.

Mario Yory, Carlos (1999). El concepto de Topofilia entendido como teoría del lugar. Consultado en Agosto 21, 2014 en http://academic02.tripod.com/topofilia.pdf.

Tuan, Yi-Fu (2007). Topofilia. Barcelona: Melusina.

Vargas Henao, Flor María. Sánchez Pérez, Ever Yony (2010). Escuela: topofilias y desarraigos. Uni-pluri/versidad. Consultado en Agosto 21, 2014 en http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/unip/article/viewFile/9588/8828.