sábado, 5 de julio de 2014

La Topofilia de Yi-Fu Tuan: La relaciones sentimentales entre el hombre y lugar.

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“Topofilia es el lazo afectivo entre las personas y el lugar o el ambiente circundante” (Tuan 1974: p. 11)

Antes de dar inicio a la exposición de ideas y experiencias extra personales que me ha dejado la obra del geógrafo humanista Tuan, quisiera agradecer a uno de mis profesores el haberme inculcado cierta curiosidad por la obra del chino americano, algunos colegas que han ojeado la obra refieren que parece desenvolver una temática filosófica de la geografía, nada más alejado de la realidad. El libro en realidad es un largo ensayo. Originariamente, se publicó en el año de 1974, tiempos en dónde estaba apareciendo una de las corrientes más contemporáneas de la disciplina, ella es: La geografía humanística y en específico, la geografía de la percepción.

Pareciera en primera instancia, que el tópico debería ser abordado desde una perspectiva sociológica o antropológica, sin embargo, no hay que pasar por alto que el concepto de lugar es clave en geografía. Sin él, la disciplina podría ser proteiforme, es decir, adquiriría conocimientos diversos, pero sin un constructo en particular. Sin duda, para acercarse al sentido topofílico debería de entenderse que un lugar, a diferencia de una localización, se mueve constantemente y guarda un significado, un símbolo colectivo o individual en la sociedad. El tiempos de los bien llamados “Lugares mercancía” de I. Wallerstein, la obra de Tuan adquiere tintes de renovación. Discernir las relaciones entre el medio y el hombre desde la propia cosmovisión de los hombres es una forma en que se puede recuperar la historia e identidad del lugar.

La obra guarda en sus páginas un sin fin de ejemplos, que sin duda, la hacen una baluarte y lectura obligada para cualquier geógrafo que desarrolle investigación o trabajo académico relacionado a los topónimos. Va de lo particular a lo general, y del pasado al presente. Intenta justificar la definición de Tuan, pero más allá de ello, logra cautivar al lector y hacer que se pregunte una cuestión elemental: “¿Cuál es mi relación con el lugar? Entre el odio u amor, simbolismo o ausencia de significado, o arraigo y emancipación hay una cuestión básica que no puede ser desapercibida: En el curso de la historia de la humanidad, el significado de cualquier lugar ha cambiado en detrimento de aquellas relaciones cósmicas, por otro en dónde simplemente se vuelven un elemento económico.

Tuan ayuda a entender que más allá de todo ello, existen lazos afectivos incuestionables entre las personas y el medio que las envuelve. A pesar de que en el occidente del mundo se ha estimulado la experiencia visual sobre cualquier otro sentido, para tener una experiencia completa, vívida y elemental con el entorno es imprescindible utilizar los 5 sentidos. No hay forma de contemplar un paisaje, sin los sonidos, olores, sensaciones, o sabores que se manifiestan cuando un ser en particular se postra ante él. La unión entre el hombre y la naturaleza, carece de cualquier artefacto tecnológico, no requiere gran conocimiento del medio, pero en cambio sí se necesita saber percibirlo, dejarse acariciar por la brisa y el viento, el olor a tierra mojada provocada por los actinomicetos, el saber agrio de una roca que se intenta categorizar, el cántico de las aves, insectos, o mamíferos. Todo, el acercamiento entre ambos elementos es un microcosmos en dónde el hombre se acerca con su origen y su fin.

Así, con una exposición nítida, clara y de fácil aprehensión, la obra acerca al lector a un mundo diametralmente opuesto a esas aproximaciones positivistas dominantes en casi cualquier disciplina. Es anticientífico si se quiere, puesto que el amor que se tiene hacia el espacio o el lugar no se ve, mide o percibe; se vive, siente y quiere.

*Recordando la definición que el mismo Tuan hizo de la Geografía: “El estudio de la Tierra, como hogar de la gente”, se logra avistar de forma tácita, el sentido del lugar y la topofilia.

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