martes, 24 de noviembre de 2020

La desgracia como filosofía de vida convertida en esperanza: El caso de la película Wheels de 2014

 

Al vivir enmarcado en un sociedad occidental y en un espacio tiempo en el que ciertamente nadie quisiera vivir en su sano juicio, y a raíz de una entrada que publiqué terriblemente pesimista sobre los tiempos pandémicos en la entidad federativa en dónde vivo, me veo en tarea ominosa pero algarábiga de publicar una entrada que evoque esperanza, sosiego, consenso en lo único que hasta el momento a todos los que estemos ahora leyendo o escribiendo esta entrada sea el caso tenemos: La vida.

"Cuando llegue el día de la aflicción, del duelo, del accidente, cuando la muerte amenace, cuando estemos enfermos y suframos, es preciso que el equipamiento actúe para proteger al alma, para impedir que sea afectada, para permitirle conservar la paz". La hermenéutica del Sujeto, M. Foucault p. 312.

En la historia de la humanidad hemos sido testigos de grandes proezas del cine y piezas maestras que han quedado como legado para el incierto futuro de la humanidad. Algunas piezas audiovisuales evocan tristeza, horror, frustración, alegría, y demás reacciones en cadena que nos hacen notar que estamos ante un género fílmico en particular. Debo decir que yo no soy crítico de cine ni experto en la materia, mis películas favoritas coinciden en algunos casos con lo que imdb dice son las mejores de todos los tiempos, mas no está en mi competencia discernir en esos parámetros. 

No, lo que yo vengo a compartir con ustedes es un mensaje corto pero poderoso, en el cual el aprecio de/a la vida rompe con los dogmas hasta ahora preestablecidos de lo que conocemos como vivir la vida con plenitud. Ello aparece, se resume y se desencadena en una de las piezas audiovisuales que más aprecio y conocimiento debería tener en tiempos como éstos, no como una recomendación, ni como un capricho personal, sino por un mensaje que se ve compartido mediante un argumento tan válido como fuerte y convincente al mismo tiempo.

La película Wheels del 2014 en una oda a la vida, a vivir con una razón de ser, esa misma razón que nos invita todos los días a luchar y continuar con las cosas que hacemos, nos gusten, disgusten, cansen, o agoten sea física o mentalmente. Lo que uno observa durante todo el transcurso de la misma es una forma única de resumir en grosso modo como el sujeto pos moderno, post mortem, resulta estar atrapado en un discurso, un argumento que alude la fatalidad, el ocaso.

Mickey es ese personaje principal que vive para no vivir deseando eternamente la muerte, buscándola a como dé lugar, de maneras tan absurdas que rozan directamente en la tragicomedia tal cual pieza de teatro del siglo XVII se tratase, como una lucha entre la espiritualidad y la búsqueda de la verdad (Fausto - Goethe). Y es en esa búsqueda absurda por el ocaso que encuentra una de las amistades más efímeras, problemáticas, y humanas que tendrá a lo largo de la vida. Una amistad que se traduce en una compatibilidad emocional inusitada, con dos pasados paralelamente terribles, pero diferentes.

Ese mensaje de autodestrucción y caos es lo que el espectador inmediatamente relaciona con la realidad rampante a su alrededor. Conflictos que cargan a lo largo de su vida desde los cuáles evocan al pasado desde una silla de ruedas. Drake, su otro amigo en silla le muestra su vida en el que priman los placeres efímeros y la exaltación de los sentidos tal cual meta-narrativa pos estructura-lista se tratara. Se muestra como un personaje con decisión, que prefiere vender la fortaleza sobre lo emocional, que tiene certidumbre y sabe de antemano lo que hará o buscará. Esa certidumbre de ganas de hacer algo, motiva al personaje principal a que poco a poco clarifique en forma desordenada lo que realmente aconteció en su pasado.

Ambos, al tener un eslabón perdido, una laguna mental, una pieza para completar el rompecabezas, recurren a la búsqueda material del pasado. Pactan resolver esas incertidumbres antes de tirarse al océano y morir mientras el azul del cielo se torna cada vez más opaco. Y es en ese momento, en qué muchos críticos recuerdan al famoso ejemplo ex profeso de Mar Adentro, en el cual un hombre tetrapléjico se hacía el que no podía mover nada, cuando en realidad tenía el control de todas las cosas.

La certidumbre de su pasado y el control le devuelven a Mickey no sólo su motricidad, sino que muestran un pasado espeluznante en donde su padre le hizo pensar que él había cometido el acto terrible de dejarlo lisiado, cuando la realidad fue todo lo contrario, escondiendo la enclenque salud mental de su madre y el terrible acto que culminaría con la vida de su hermano. Es curioso como las personas que dejan de existir en el universo de la película tenían algún problema o terminaron su vida al quedarse sin respiración. 

Mientras la vida del personaje principal se aclara, produce en el espectador una nostalgia terriblemente hiriente hasta para el más impávido de los espectadores. Penetra de forma tan cruda en la subjetividad de quien lo ve, que sin duda alguna lo hace plantearse reflexiones acerca de su vida, de sus errores, de sus anhelos frustrados, y cuestionarse de la forma correcta en la que debería de vivir. Tales pensamientos se ven consolidados de manera espectacular en el momento en que suelta la mano del ya fallecido amigo Drake poco antes de que el que tono azul del mar se volviera irreversible.

En ese momento uno entiende cuál fue el mensaje de esa película, más allá del dramatismo y la tragicomedia con los elementos absurdos que la caracterizan, le hacen cuestionarse al individuo no sólo de su vida misma y de lo que hace, sino de porque es valioso vivir, así simplemente a secas. Es un mensaje en el que el viaje dura casi dos horas, dónde cualquiera puede sucumbir a las lágrimas pero que, sin lugar a dudas, serán las más rentables que podrá ostentar en mucho tiempo. 

En resumen, y sin hacer más larga la reseña, Wheels es un mensaje del porqué vivir en los tiempos de una pandemia, ¿vale la pena? absolutamente no, pero debemos aceptarlo, y recordar porqué estamos aquí, si vivimos sin una verdadera motivación caeremos en el otro absurdo que la película transforma sobre el personaje de Drake. Él mismo es la posmodernidad viva, en dónde las incertidumbres son infinitas y los deseos de recuperar una materialidad perdida en los recuerdos acaban con su vida misma. Mickey sin ser lo contrario a ello, entiende que lo verdaderamente valioso de la vida es eso, los deseos de vivir sin desear ni buscar la muerte por todas partes. Él se vuelve a sí mismo y se reinvindica como un ser que es y está en el mundo, que trasforma la materialidad vacía de su presente, en una espiritualidad viva de su pasado, la cual lo empuja a nadar con fuerza para volver a sí, para volver a la superficie misma en dónde entiende que el acto de vivir no puede ser reducido a un recuerdo, sino a una reconstrucción de factores que te ayudan a vivir hasta en los momentos más difíciles y dolorosos. Véanla, si pueden, y si no se lo pueden permitir recuerden que el acto de vivir no es tan complejo como parece, somos nosotros lo que hacemos de su complejidad un caos y un constante deseo de, en ocasiones, ya no tenerla.

viernes, 30 de octubre de 2020

Política pública sanitaria: De error al horror colectivo

 

El adiós, la muerte y la génesis, tal cual fénix renaciendo de cenizas. Aunque mis palabras parezcan tristes y delirantes, me encuentro bien, de pronto los giros son así un sufrimiento efímero puede convertirse en gloria, o de seguro sea mejor mencionar una de las frases mas icónicas de Alaxandre Dumas la cual es la favorita de una amistad tan importante y especial para mí, que inconmesurablemente no sabría cómo agradecer.

No hace mucho tiempo, publicaba una entrada resumiendo como actúa el espectro social sobre la hermenéutica de un viajero que decidió pernoctar en un punto de todo ese yermo que hoy día representa la ruralidad mexicana. En términos organicistas, la extirpación de un órgano es idéntico al efecto de destierro, voluntario o bajo presión que el Greater Good ejerce sobre un solo individuo.

No han sido días fáciles para mí, ni para miles, quizá millones de personas a través del mundo, desde el punto dónde estés hasta su antípoda. El mundo tras el paso del primer ojo de huracán de la COVID-19 o Sars-Cov-2, se ha ido deteriorando día tras día. Los afectados y sus cercanos hemos sufrido, llorado, despedido temporal o permanentemente a uno o más de nuestros seres queridos, amigos, conocidos o personajes populares. No hemos podido dormir en ocasiones, no disfrutamos la ingesta de los alimentos que preparamos con esmero, ni podemos estar quietos rodeados de la barbarie y la necesidad de salir para evitar que alguien más muera.

En México, la política pública en materia de sanidad que desde un principio daba señales de disonancia ideológica y diferentes puntos de vista o perspectiva del todo, provocó que se viera fragmentada y se aplicara tal y como los gobernadores de las entidades, interpretaran su aplicación y modelaran sus estrategias de mitigación. Erráticamente comparaciones respecto a otros países del mundo comenzaron a aparecer, balances entre una entidad federativa y otras con un tono despectivo ad hóminem no han hecho más que obnubilar un camino a seguir lo suficientemente diáfano y concordante para todos por igual, o al menos, para ciertos contextos en particular.

Algunos presuponen que todo lo que acontece actualmente no es nada más y nada menos que una Tormenta Perfecta, panorama dantesco en el que probablemente más personas pierdan desafortunadamente su vida, incluso en una mayor proporción a las que lo hicieran durante los primeros meses de la pandemia.

Si por una parte el persona médico y la investigación en materia médica ha acelerado los pasos para encontrar una luz al final del túnel, sus esfuerzos no han ido acompañados de políticas públicas que repliquen los métodos y las formas de prevención de contagios bajo estrictas reglas y protocolos sanitarios. Lo que la clase política ha hecho de la pandemia en México ha sido una completa desgracia.

Aunque nadie dude de las buenas intenciones del quédate en casa, del usa siempre tu cubrebocas, del no hagas reuniones, fiestas o convivios, el mexicano bajo los influjos de su naturaleza paria y de un comportamiento errático determinado en ocasiones por una movilidad social inexistente sumida en la precariedad, otras veces por una movilidad social sin precedente que lleva al desobedecimiento natural de las reglas, otras simplemente por el poder, no ha entendido aún al enemigo invisible que lo acecha.

Ese enemigo no es el factor económico que día con día se debilita con mayor intensidad; menos las empresas que ya muestran un hartazgo a punto de convertirse en un ataque de ira y cerrazón, tampoco son las personas a quiénes no puedes determinarles en 95% o más las motivaciones de su comportamiento, tampoco es el virus propio que se balancea por el aire esperando mutar para afectar a una mayor cantidad de personas.

Tuit que motivó la entrada:


¿Quién es el enemigo? Todo parece recaer en un cerebro y una idea, una idea que se plasma, desarrolla con cierto pragmatismo y se aplica a una sociedad. La vacuna de la prevención bajo una lógica terriblemente determinista, en dónde se parte que todos entenderán que el deber ser será la prioridad y el deber hacer podrá posponerse. Posponer y procastinación parecen ser dos términos que se conjugan durante la pandemia de una forma atroz. Por una parte existe la evidencia tajante del hartazgo social que las medidas restrictivas provocan, y por otro una desesperación e indeterminación: el qué pasará después, qué pasará mañana, qué comeré ahora.

Hace poco leía que la pandemia no era eso sino una síndemia, ¿por qué? Pues porque prácticamente lo que ha sucedido es una conjugación no de una sino de varias enfermedades y porque la respuesta inmunológica y su tratamiento están íntimamente ligados a una condición económica y social que las personas tienen respecto a los demás.

En el mundo de las ideas de un gobierno comandado por un líder, un director de orquesta que intenta comprender lo que está pasando, que intenta evitar el luto, que intenta socorrer a los médicos, enfermeros, trabajadores sociales, administrativos, investigadores y todo aquel individuo que intenta medir las dimensiones de un riesgo sin precedentes, conjuga en un psique el deber ser con el deber hacer para poder ser. Ser para poder estar. Estar para poder ocupar. Ocupar para obtener el poder. Pareciera ser un existencialismo Heideggeriano aplicado a la política.

Poder y pandemia son elementos tan correlacionados que pocos se aventurarían a desenmarañar sus ataduras. El virus ha logrado infectar no sólo a millones de seres humanos en el mundo, sino también a las ciencias, las ideas, y la razón. Si a eso le añadiéramos una posmodernidad traducida como una pandemia enclavada en una sociedad distópica, tendríamos no sólo la tormenta perfecta sino la fórmula necesaria para borrarnos del mapa.

No existe una solución, tampoco un idea mágica para arreglar todos los problemas sin que haya secuelas. Lo que tenemos que hacer no debe conducirnos a ello. Necesitamos que el I+D contemple al todo como un todo complejo, que los anticuerpos se transformen en razonamientos basados en la experiencia y en la interpretación de realidades que creemos entender cada vez más sin comprenderlas de nada.

Detenerse a pensar es necesario. Un escenario tan complejo requiere de estructuras técnicas, prácticas y metodológicas bien definidas. Podremos medir todo, menos el comportamiento humano, menos la previsión meteorológica, menos aún el momento exacto de un temblor o la formación de un volcán. Actuar ante una pandemia como ésta requiere transformar el caos en complejidad, la complejidad en razonamiento, y los razonamientos en ideas simples que todos podamos entender y aplicar.

Ojalá el poder y sus ostentantes comprendan, que sus gobernados no son unos desobedientes, ni unos niños berrinchudos, es un sociedad tan desigual y diversa que no puede resumirse a una regla, a una ley, ni a una política pública. Cada parte requiere una atención diferente. Todo es diferente. Ya no estamos en el mismo espacio tiempo que inició en Marzo. Hay experiencia, nada es igual. Idea con sentido común y lógica a posteriori antes que ideas para acaparar el poder. Partamos por ahí.


lunes, 7 de septiembre de 2020

Entendiendo la hermenéutica del sujeto rural mexicano, desde lo socio espacial

 

¿Y esta imagen de la película Hot Fuzz del 2007 a qué va? Les explico en los próximos párrafos.

Trataré por primera y costumbrista vez, de evitar disculparme por la ausencia de entradas de texto en el blog. El perdón es para mí. Bueno, eso dicen los psicólogos, será verdad será mentira, será la gurda del otro día. El caso es que desde hace varios días me he quedado pensando sobre cómo es que funcionan social y espacialmente los entornos rurales mexicanos, cómo es que para alguien que ha vivido en la ciudad la mayor parte de su vida no soporta el ambiente tranquilo, sereno, lento como una forma de existencia, rodeado de un paisaje único y aire limpio.

Comenzaré diciendo que, en principio, se te crea un concepto de falsa ruralidad. Cuando creces cargado de imaginarios e interpretaciones terriblemente deterministas sobre el campo mexicano, es indudable que de buenas a primeras se crea que dichos preceptos aforísticos sean tomados como una gran verdad (casi casi como un metarrelato porqué no). He de mencionar cómo es que ahora me encuentro escribiendo lo que usted, mujer o hombre de buenos gustos literarios, una entrada de este tipo.

Todo comenzó cuando realizaba uno de los últimos trámites administrativos para ahora sí, titularme de la licenciatura, si estás ahí my friend me vas a mentar la madre lo sé, y platicaba con el coordinador de la carrera sobre cómo han sorteado el aspecto educativo bajo el contexto de tiempos pandémicos, y del trabajo desde casa. En resumen, todo un caos. Pero más allá de eso, me recomendó un libro interesante, el cuál aún no termino de leer pero me ha atrapado en demasía, no por se escrito por un antropólogo, no por estar cargado de situaciones tragicómicas, tampoco por criticar a los intelectualoides de su materia, no, lo que más me llamó enormemente la atención, fueron sus referencias al vivir en un medio rural (en su caso casi neolítico, en el África más interna), partiendo desde luego, de un entorno primordialmente urbano y civilizado (lo cual ciertamente no lo logran ni la ciudad ni el campo).

El libro se llama El Antropólogo inocente de Nigel Barley, si me lo preguntan una obra maestra desde la antropología no sólo por su detallado y chusco trabajo de campo, sino por la manera en que acerca al lector a la vida que tuvo en el tiempo que vivió alejado de un montón de comodidades modernas (yo me encuentro sentado sobre una silla de playa en bermudas, viviendo en un pie de casa con un par de conejos que me roban los hot cakes, si ello no les parece premoderno no sé que sí). Ahora bien, yuxtaponiendo, adaptando y trasformando el contexto que vivió al que me ha tocado vivir desde hace más de 3 años aquí, creo que puedo diferenciar enormemente el espectro social del campo y la ciudad, sin llegar a generalizar, pero sí dando cuenta de una forma bastante clara de esas disímilitudes entre uno u otro.

Quiero realizar un ejercicio interpretativo bastante fuera de tono y de cualquier tipo de encrucijada teorética para demostrarles como el trasfondo social que se encuentra en una película británica, bien te puede dar luz sobre las relaciones sociales asimétricas y la forma de jerarquización social en un medio rural mexicano. Partamos de lo general a lo particular. Una vez que el individuo se establece en el ambiente rural y pasa el tiempo, se da cuenta no sólo que los procesos sino es que la vida misma transcurren con suma lentitud (los años pasan la gente desperdicia su tiempo, se tenía que decir y se dijo: procastinación).

Con ello no sólo se tiene que adaptar del ritmo de vida acelerado vertiginoso y terrriblemente unipersonal, a otro lento, pruripersonal, y de tiempos y distancias cortos (en tiempo, no en distancia). Todo lo que voy a escribir aquí tiene que ver también por cómo transcurren las cosas en la película, por más insulso que parezca tiene sentido, pies y cabeza. Con ello uno de los primeros estereotipos sobre el campo desde la ciudad sale a luz: la falta de servicios, infraestructura, formas de bullicio. Los pueblos si bien pueden proporcionar lo mínimo indispensable para la vida misma y para no volverse uno loco en la desolación, no están del todo alejados de lo que proporciona la ciudad, incluso los baluartes arquitectónicos, atractivos naturales, y demás, pueden a llegar a suplir firmemente los cines, bares, restaurantes con el simple acto de una reunión de amigos, o conocidos del lugar. Los servicios existen el internet, agua, luz, red eléctrica, con más intermitencia que en la ciudad claro está, porque fuera de los límites urbanos de las demarcaciones urbanas, todos los servicios, la red telefónica, luz, agua, y demás, brillarán por su completa ausencia. 

En la película observamos como Nicholas Angel, un agente de policía notable de la ciudad de Londres es transferido a Sanford, un pueblito en el "country" británico. Desde sus primeras horas en el, se da cuenta que su ritmo de vida debe ser erradicado completamente debido a que los proceso espacio temporales de la localidad son lentos, y los crímenes de la ciudad menos dolosos son pasados inadvertidos por el imaginario social local (y qué creen,también aplica en México). Una de las primeras, y quizá la más importante referencia al sistema social en la película es la frase "Greater good" o traducido al español "El mayor bien", el cual significa lacónicamente que no importan ciertas faltas a la norma, ciertos comportamientos raros, o bien algunas "buenas" costumbres, siempre que no salga de foco con la esencia misma de la locación, no será necesario un castigo o reviración.

Greater good, no sólo significa eso, sino que también da a conocer de forma prematura cómo la existencia misma en un entorno rural se ve tristemente limitada por los usos y costumbres locales. Dejando fuera factores tan importantes como el narcotráfico y la inseguridad, cualquier práctica social fuera de lo que marquen los cánones o las máximas autoridades de los pueblos no sólo será rechazada sino que será borrada del mapa, con ello existe una intolerancia, una aversión no sólo hacia el foráneo sino también a todo lo extranjero que pueda traer consigo el forastero. De ahí que es sumamente importante y deseable que el humano de la ciudad se adapte a los humanos de lo rural. Adaptación significa transcendencia y menores posibilidades de ser borrado del mapa.

Pero, ¿qué pasa cuando ya llevas un tiempo viviendo en lo rural y comienzas a saber cómo son las personas, sus praxis y detalles sumamente ominosos de sus vidas? En primer término lo analizas, lo asimilas, y después, lo comentas. Expresar abiertamente en el medio rural durante tus relaciones sociales tu desconcierto sobre el comportamiento de algunas personas o el comentar aspectos de vida pasada no deseados, puede conllevar a consecuencias terribles. Una vez que te consideren una carga en su quehacer cotidiano, tratarán la manera de borrarte del mapa, no por lo que sabes, sino por lo que potencialmente puedes llegar a saberles y también puedas llegar a sacarlos de quicio. 

La adaptación en el medio rural también significa alineación. Toda práctica que los evidencie o los haga sentir inferiores a ti será usada terrible y ominosamente en tu contra. Pues bien, Greater Good, no era sólo una especie de filosofía, sino que más bien era un grupo de poder que mantiene todas las piezas en su lugar y sin cambios que alteren la fisonomía del espacio y espectro social local. Debo decir que en términos reales fui desterrado por casi dos meses de mi trabajo por volverme una carga para el pueblo, todo hubiera estado bien, sino regresaba jamás. Cosa que no hice, y que me ha permitido entender de una forma maravillosa cómo funcionan los entornos rurales, qué hacer, qué no hacer, como ganarte a las personas, como perderlas, como aparentar estar alineado para no ser tocado, en fin una experiencia única.

El saber social por parte de un fuereño es un arma de doble filo que debe ser utilizada sabiamente. Socialmente, en lo rural necesitas saber para saber defenderte, necesitas conocer para no perderte, y necesitas asimilar las prácticas y formas de convivencia social. Un conocimiento que quiera usarse en contra del entorno rural, conllevará no sólo la eliminación, sino el desterramiento hostil del mismo. En la película esa hostilidad se manifiesta en ganas de asesinar al oficial por parte del Greater Good, una especie de grupo masón conformado por las  personas con el mayor peso social y económico del lugar, los cuáles dictan las directrices de la convivencia social y el rechazo a lo exterior cada vez que éste se presente. Evidentemente existen límites, tanto en la manera de interpretarlo, como en la realidad se vislumbran dichas prácticas. 

El funcionamiento de los grupos de poder en los entornos rurales mexicanos, no es el típico de las ciudades donde los ricos viven en ciertas zonas privilegiadas por una alta plusvalía y acceso a recursos y servicios casi ilimitados. En el campo dichas personas se entremezclan con la población, todos saben quiénes son y los respetan, ya sea porque se dan a respetar o porque en sí su situación y estatus así lo exigen. Aunque si bien la iglesia juega un factor fundamental en las redes de poder, es sólo un eslabón de todo un grupo selecto de individuos reunidos para mantener la escasa movilidad social en la población, su entorno rural intacto así como sus prácticas, y la manera en que puedan heredar o compartir dicho estatus con sus familiares o amigos más próximos. En pocas palabras, en el entorno rural el grupo de poder dominante no sólo controla las redes económicas, sino también el acceso al trabajo digno, tu posición social respecto a los demás (ejercido por los chismes o mitotes) y la imagen personal que puedas irradiar a los demás. 

En el entorno rural donde vivo, casi la totalidad de empleos digno o trabajos del estado están en manos de una minoría de personas, que en su gran mayoría realizan prácticas de nepotismo, para garantizar que la mayor parte de su familia no sufra los embates del campo y su terriblemente cambiante forma entre una temporada de cosecha entre un año y otro. No obstante así como el oprimido encuentra la alternativa en la ciudad o en el gabacho, y en la película en el desterramiento del Greater Good, existen formas sobre las cuáles el sujeto se construye en el entorno rural sin vivir sopesado por esos grupos de poder y por esos conocimientos que una vez expresados, sean sinónimo de asesinato virtual.

¿Cómo es eso? Es difícil de explicar y tiene que ver con crear un escudo, una red de contrapoder que sirva para facilitar tu existencia misma en el entorno rural, ello no implica faltar a las normas de convivencia o usos locales de llevar lo social, sino más bien respetarlas, conocer y con una forma y contenido darte a respetar y conocer. En el campo se puede progresar pero se tiene que ser muy inteligente, respetuoso, evitar todo aquello que pueda representar un conflicto, y evitar a toda costa los chismes o mitotes só pena de un uso eminentemente defensivo. Los escudos protectores también se manifiestan en las redes de amistad que se ven reflejadas con el pasar de tiempo y convivencia con ciertas personas, lo cual no sólo te lleva a conocer uno de los lado más positivos y humanos del campo o lo rural, sino a establecer las redes de amistad más puras y propias que puedas crear en la vida misma.

Al final, en la película ello también se ve manifestado, de las cosas que sé del lugar y de sus personas, prefiero no hablar, pero sí puedo expresarles que viniendo de una ciudad, y estando ya aquí más de 3 años, y el último en el que prácticamente he vivido aquí, puedo decir que no me arrepiento de la decisión que tomé, porque aquí puedes tocar la gloria y el fondo, y aún así saber que ahí está el horizonte inerme embellecido por un paisaje único, que te invita a explorarlo cada mañana.

sábado, 2 de mayo de 2020

El espacio construido a través de la discurso “COVID-19” y su impacto en el dinamismo socio-natural



(Foto de las piedrotas colocadas a la salida de la carretera hacia Atolinga, Zacatecas. Muestra del efecto respuesta que el municipio Totatiche (aún “sin” casos) para evitar la probable propagación de un virus que literalmente, se encuentra libre en el aire.)

No hace mucho tiempo, una de las amistades más cercanas, queridas, y topofílicamente amadas, me dio una recomendación de escribir una entrada de blog de corte opinólogo irracional (como los de twitter) con mi percepción y reflexiones acerca del mundo que no ha tocado vivir desde principios de éste apocalíptico año 2020. Pues bien, aquí estoy escribiendo sentado en una silla para playa en posición de neandertal friki, materializando la idea, no sin antes como siempre lo he hecho desde las últimas entradas, disculpándome por dejar semi abandonado (algo así como los malls de estos tiempos) en el espacio virtual donde usted está leyendo.

Bajo mi total intuición geográfica y la forma en que las noticias, de forma desacelerada retrataban al nuevo fenómeno epidemiológico de corte nacional a corte continental, y hoy de corte mundial, decidí abandonar la ciudad (la polis para aquellos que aún sueñan idílicamente en crear una teoría del lugar con un razonamiento de corte heideggeriano pero con trasfondo nomotético empírico), para asentarme en el territorio donde trabajo desde hace más de un par de años, y que pudiendo aprovechar un contexto desfavorable, decidí darle una connotación positiva.

Vivir en un municipio dónde aún no hay casos de ese virus que tiene a todos con miedo y cerrazón, me ha sido tristemente difícil pero tranquilizante. Lugares donde la cotidianeidad del pasar de tiempo está dominada por procesos lentos, que a su vez llegan a ser cuasi imágenes estáticas del lugar y su evolución, me ha dado la oportunidad de valorar un espacio que ocupaba los días ingleses de la semana, y desocupaba los fines de semana. El factor miedo y los falsos razonamientos emotivo personales, hacen que la mayor parte de las personas que lo habitan se encuentren en un estado social inelocuente, en dónde muchos de los procesos de poder, tanto a micro como a macro escala a nivel local, están desfasados y cuya adaptación ha sido mejor para aquellos que no hayan tenido la mala surte de reconfigurar su escasa movilidad social, transformando la empoderada cotidianeidad en una proceso de estrés y exceso de trabajo desde su nicho familiar.

Al ser siempre el tiempo un factor constante que alienta la transformación y asimilación de procesos espaciales diversos en el territorio local, el municipio no ha hecho más que emular las políticas públicas en tiempos extraordinarios, que su gobernador y algunas municipalidades de diversos territorios, han ejecutado de forma apriorística, cuya imagen que trasciende desde los lugares virtuales (redes sociales) ha sido Vo-Bo (bien vista) para replicarlas en el espacio local. Ello me recuerda también un poco a las heteretopatías en dónde los geo símbolos más prominentes se repliegan de forma vehemente por todas partes, sin tomar en cuenta ni a los habitantes ni a las potencialidades que el propio lugar que ocupan pudiera tener.

El lugar bajo el nuevo contexto

Una vez que llegué de la ciudad al pueblo en dónde ahora me encuentro, noté unos procesos bien diferenciados entre cómo la ciudad y el campo asumían el nuevo contexto desafortunado. Mientras que la primera ya se preparaba para recibir el peor escenario, los municipios que uno tiene que cruzar para llegar hasta acá denotaban un contexto diametralmente opuesto, ocupado en sus mismos tiempos de existencia lentos y cuyo factor miedo (repliegue en el hogar) parecía no existir o ignorar. No obstante con el paso de los días pude ver en el espacio local cómo dicho proceso fue evidenciándose de forma lenta aunque decisiva.

Las camionetas que llevaban una bocina perifoneando en el pueblo el mensaje que las autoridades querían instaurar en la sociedad y en el comportamiento de ésta fueron un factor importante, pero no el único para entender el proceso de asimilación del nuevo contexto. Lo que realmente provocó que la dinámica social tornara la mirada al nuevo contexto fue la transformación de lo cotidiano, ya no podían ir a misa, ni a las escuela, ni hacer fiestas, o embriagarse en la vía pública (como hasta el último día antes de que rodearan con cinta amarrilla preventiva la plaza o alameda local) como antes lo hacían. Algunas personas, entusiasmadas con el nuevo contexto se sentían seguras de afirmar que dicho caos nunca llegaría para acá, que dentro de poco tiempo todo volvería a la normalidad, y que inclusive se sentían felices de que los individuos que se juntaban a tomar cerveza, mezcal o tequila a las afueras del minisúper más cercano (a tragar mierda explican) ya no lo hicieran más (aunque claro, ellos simplemente se movieron a otro lugar).

Cuando colocaron las PIEDROTAS que preceden ésta entrada de blog la reacción de la mayoría de la población fue mínima. El retén o filtro sanitario colocado en la entrada del pueblo hace pocos días fue un paso que la administración local decidió tomar para que “los de fuera” no pudieran entrar, o bien propagar la enfermedad a la que previamente habían alimentado con el miedo necesario para justificar su actuar (aunque es bien sabido que fue más bien una efecto reflejo para imitar lo que ya se hacía en otras partes). No obstante, y de forma burlesca irrisoria, un grupo específico de personas aún no dominados por el miedo y con un mínimo de sentido común, criticó de forma asertiva que dicha decisión era carente de sentido puesto que dicho retén sólo operaba por la mañana y algunas horas de la tarde.

Pues bien, toda esta narrativa acerca de cómo se ha transformado el espacio local como el efecto reflejo de las políticas públicas de contención y prevención de la enfermedad, es para ejemplificar que por más buenas intenciones que se tengan y se crea que una misma decisión puede tener efectos positivos en cualquier lugar que se imponga sin importar las características del medio ni de la población, conllevará secuelas no sólo por la minimización de las redes de poder y la movilización social, sino aquellas relacionadas irremediablemente a la realidad que apremia al contexto local en cuestión, un espacio con poca población, olvidado y discriminado por otras regiones de estado, en dónde el de afuera es catalogado y categorizado con los típicos prejuicios de un extranjero intra nacional y cuyas redes de apoyo, tanto económicas como sociales, son relativamente escasas, en un contexto de relaciones asimétricas entre ex hacendados y pobres que no son pobres.

El poder, miedo, política y narco en el espacio-tiempo

Cuando la pandemia daba sus señales de desarrollo irracional en el contexto nacional, surgieron paralelamente a la orden de “quédate en casa” una serie de factores que evidenciaban que en México, lejos de prevenir los contagios y su distribución por todo el territorio, existían 4 factores específicos interrelacionados cuyo accionar y contexto también estaban a punto de cambiar: el poder, el factor miedo, la lucha política, y el fenómeno del narcotráfico.

En el primer caso, la lucha interminable entre las oposiciones políticas y el que ostenta el poder siempre había existido en México de forma casi permanente en los últimos años. Los partidos de derecha y de centro (ahora oposición) habían criticado con uso de razón y exageración cada una de las decisiones y expresiones del ahora presidente de la república. Ésta apoyada con la mayores medios de comunicación del país, no se cansaban en señalar una y otra vez, cada letra del discurso del gobierno en turno para realizar una crítica constructiva o destructiva, aunque éstas últimas siempre primaban sobre las primeras.

Bajo el nuevo contexto, la oposición decidiría lo que hasta ahora, sería el mayor de sus errores (aunque justificados en la rutina, la costumbre, la cotidianeidad política del país) a criticar el actuar de la actual administración durante la contingencia del presente. Su uso desmedido no sólo ha desembocado en la acentuación de movimientos intra nacionales separatistas, sino también la de darle la espalda por parte de sector económico, privado, y en el peor de los casos, desde la propia administración estatal de varios de los territorios que lo integran. El estado de Jalisco no ha sido la excepción, y mucho antes de mostrar una cooperación necesaria con el gobierno central o federal del país, han decidido darle la espalda, sometiendo a sus ciudadanos a leyes de corte estatal, e intentando justificar su atropello a derechos humanos y garantías individuales a una tasa de contagios baja en la numeraria oficial.

De esta forma, surge uno de los factores sociales que más se han acentuado desde el origen de la pandemia: el miedo. Englobo aquí los actos de discriminación, rechazo, y exclusión de todas aquellas personas que están relacionadas directa o indirectamente con el tratamiento de la enfermedad, puesto que la reacción que el miedo provoca en las personas que lo padecen, reproduce una serie de ideas xenófobas, clasistas y antisociales que existen en el imaginario colectivo de la sociedad mexicana. Creer que la autoprotección basada en el miedo y en el rechazo del otro conllevará a que las cosas se resuelven de un día para otro, y que la normalidad llegaría en pocos días posteriores a su aplicación, es sin duda, uno de los mayores errores que la sociedad mexicana que ostenta algún tipo de poder y que se muestra en contra del gobierno actual, pudo cometer.

Por otra parte, el gobierno más allá de darle la seriedad y atención a una naciente pandemia como la que se vive al día de hoy, intentó minimizar e intenta hasta ahora hacerlo a manera de reducir la preocupación actual de las personas. No obstante las redes sociales, la oposición política y las noticias falsas han provocada una crisis de credibilidad a la administración actual. Han ocurrido hechos tan puntuales como la crítica y llamado a ignorar que en algunos de los mass media se ha manifestado de forma verbal, sin censura ni dándole vueltas al asunto. La figura del personaje más comprometido con el problema del gobierno actual se ha intentado manchar de esa y mil formas más. El llamado a no creer en nada y en desestimar cifras, llevará a lo única realidad que hasta ahora existe en el país: una polarización de la sociedad y de la clase política, con resultados extremadamente desafortunados en el mediano y largo plaza.

Finalmente, si existe hoy en día un factor naturalmente geográfico que ha estado cambiando su forma de organización y la forma (imagen) dentro del factor espaciante de la sociedad ha sido el narcotráfico. Las decisiones de los gobiernos locales y de los estados no han hecho más que dotar de mayor poder y autoridad a los mismos, los cuáles aún continúan con sus procesos de expansión de territorios controlados y vigilados. La imagen cruel (o humanitaria para aquellos que piensan que si el narco fuera gobierno haría "cosas buenas") que muestra cómo grupos del crimen organizado obsequian despensas a los ciudadanos de ciudades y espacios rurales son la manifestación tajante de que el narco es cada vez más un estado sobre un estado sin estado, o dicho de otra manera, un gobierno paralelo más eficaz y capaz para controlar a las personas y territorios.
La crisis de la actual clase política de México que alienta el gradual debilitamiento del Estado a manos del crimen organizado provocará que una vez que se normalicen las cosas, sean los sicarios quiénes gobiernen bajo una administración de corte autoritario, en dónde no existan las garantías individuales, ni los derechos humanos.

Nuevos Estados en la psique de gobernantes

Ante la actual y evidente crisis no sólo económica sino también creciente (generada por la oposición y por decisiones o expresiones inadecuadas) de credibilidad del gobierno actual, los gobiernos estatales que no coinciden con la forma ni la estrategia que se lleva a cabo a nivel federal, han decidido no sólo mostrar su rechazo, diferencias o críticas, sino también han establecido una agenda de políticas públicas extraordinarias que afectan únicamente a los territorios que gobiernan.

Ello ha traído consigo no sólo una mayor necesidad de recursos económicos para llevar a cabo sus planes, sino también una creciente necesidad del uso de la fuerza para poder cumplirlos. Al establecer que la pandemia puede frenarse con datos de fuentes de internet citadas a pie de página de gran reputación, prestigio y confiabilidad (ignorando la formación profesional de todos aquellos expertos en epidemiología en el país) han justificado sin saberlo, el establecimiento de nuevos estados dentro de una misma nación. Esto no sólo repercutirá en el espectro económico (que si bien es cierto conlleva a una mejor comunicación con empresarios locales que están en contra del gobierno federal), sino también en la expansión de la aplicación del factor miedo, y un creciente y continuo desapego del poder central, cuyos contenidos y decisiones tachan de erróneas.

Lo que en tiempos sin coronavirus (del COVID-19) hubiera sido un simple intercambio de ideas propios de la garantía individual de la libertad de expresión, se ha convertido en un cambio sin intercambio, en una escisión que puede llegar a ser mortal, si el gobierno federal repliega dicho comportamiento, y excluye a Jalisco de futuros acuerdos y recursos, quizá fundamentales para poder recuperar la normalidad de la vida diaria en el país. Valdrá la pena observar, cómo se sigue demostrando el apoyo del narcotráfico, a la situación estatal actual.

La reconversión  del lugar, y la topofilia a la Bechelard

Volviendo al tema teórico y dejando un poco la situación actual que acontece en el mundo, el estudio del espacio geográfico y más específicamente los lugares, debe estar cambiando temporalmente a pasos agigantados. El hogar se ha convertido en el nuevo lugar para la existencia misma de las personas, y el espacio aunque puede ser experimentado con los cinco sentidos del ser humano, sólo es posible desde el jardín, la ventana, o al realizar actividades fundamentales en su exterior con una motivación en específico.

El lugar fuera de la casa recibe ahora una connotación negativa, un espacio prohibido en dónde si te expones por cierta cantidad de tiempo puede llegar a ser mortalmente trágico. De esta manera, la concepción filosófica de Bechelard, quien usó por primera vez el concepto de topofilia adquiere una gran prominencia. Desde decir que el hogar es un espacio positivo, dónde el ser humano deposita su identidad, sus gustos y se siente a salvo del exterior (espacio circundante), se observa que en poco tiempo y si la contingencia no cesa, el hogar como un lugar dónde estar a salvo, menospreciará gradualmente los alrededores y el espacio exterior a nivel local. Esto hará que el sentido del lugar se vuelva nostálgico y como mero escenario de la existencia humana.

Crítica a la teoría del lugar heideggeriana que rechaza el factor emotivo psicológico de sus seres espaciantes en su intento por formularla

Más allá de las proposiciones de Bechelard y Tuan sobre la topofilia, existen una serie de artículos y propuestas teóricas sobre el mismo concepto que desean aterrizar en el mismo destino: El establecimiento de un teoría del lugar basada en el ser y estar en el mundo de Heidegger. Dicha propuesta rechaza la idea reduccionista de que sólo puede haber lugares si tienen un significado para la persona que los contempla, visita, siente y demás. Ponen énfasis en que la construcción del lugar está sustentando en una base procedural, esto es, en los procesos que llevan la coexistencia del sujeto-entorno.

Si bien es cierto que el espacio existe con o sin seres humanos, y que desde luego se comete un reduccionismo al pensar la filiación de los lugares desde un punto de vista afectivo psicológico, es desde luego igual de irrisorio pensar que los procesos definen a la construcción del lugar. Al intentar describir como el ser se une a su lugar de una manera objetiva, esto es, sin considerar todos aquellos factores que provienen de lo subjetivo, se puede llegar a creer en una falsa espacialidad en dónde el lugar y ser coexistían y se auto complementan a sí mismos. ¿Cómo es posible esto? En cualquier sistema más o menos constante existen azares que, en un tiempo determinado o bajo ciertos valores presupuestos, pueden llevar al caos o la incertidumbre de la información.

Si pusiéramos por ejemplo al lugar y a los sujetos en una ecuación logística, dónde el lugar y tiempo permanecen constantes, y varía el número de sujetos, llevará a un momento en que el número de sujetos con relación al lugar sea imposible de explicar, y por tanto la filiación a dicho espacio, no exista o bien sea enteramente errónea. Por ello, una verdadera fórmula que ayudaría a formular una mínima teoría sobre el lugar debe hacerse desde la multidisciplinariedad, considerando los lazos afectivos, y entendiendo que así como el sistema meteorológico, un pequeño cambio en la forma en que las personas sienten sobre el lugar, estropearía cualquier intentantiva de teorizar a partir de un principio filosófico de una posible teoría del lugar.

Los habitantes y su forma de ver el lugar

En estos tiempos, predecir cuándo acabará la actual pandemia es complicado partiendo del hecho de que desde que inició, toda estructura que sostiene el sistema económico, de salud, gobiernos y demás no ha cambiado ni se ha adaptado al nuevo contexto. La crisis actual es parte de un proceso que Kondratieff ya había descubierto hace años, no obstante en este caso, predecir que existirá una nueva superpotencia bajo el mismo sistema económico y bajo los mismos parámetros que regían al mundo hasta antes de la pandemia es algo que con el pasar de los días es cada vez más complicado.

Sobre el posible futuro, muertes y conclusión del mismo (conspiraciones respecto a la reducción de la población, contención del cambio climático o una guerra económica provocada por un arma biológica) no hay nada claro, y por ello es necesario que los seres humanos vean al espacio no como algo relacionado a la hostilidad, sino como un campo lleno de futuras posibilidades. La actual pandemia está sujeta a un proceso de auge y decadencia, tal como los ciclos de Kondratieff, sin embargo, estos varían de país a país, y cuyo éxito ahora está íntimamente relacionado con mujeres que ostentan los cargos de presidente o primer ministro.

Aun así, se tiene la certeza de que su auge llegará a un punto de inflexión, y tal como en el caso de las mismas ecuaciones logísticas, nada sucede como el crecimiento de población maltusiana, o como el aumento de la temperatura del agua al ser sometida a una fuente de calor. Lo más importante es estar informado de los cambios que el espacio, sociedad, redes de poder y medio físico traigan consigo en futuras fechas. Será interesante como se verá reconfigurado el mundo a partir de la actual crisis y aumento casi exponencial de los casos de coronavirus a nivel nacional.

Cómo vivo (y cómo vivir)  bajo el nuevo contexto espacio-temporal rodeado de elementos que definen lo rural

Hace poco tiempo, coloqué un tuit que básicamente resume mi posición respecto a cómo tomar y vivir los tiempos actuales.


¿Por qué no asumir una posición positiva o tremendamente negativa sobre la situación actual? Para la primera se necesitaría ser verdaderamente irracional e ingenuo, traería consigo comportamientos que abiertamente niegan la existencia del problema y los encapsularía en una realidad desapegada, aunque cómoda del contexto que vivimos. Diametralmente opuesto, suponer como Nostradamus que, al menos la existencia del ser humano, está por terminar sería una posición cómoda, racional, y empíricamente viable, aunque ello también llevara a que las personas cayeran en depresión, y llegaran a considerar incluso el suicidio.

Por ello, y como buen abogado del diablo que soy, propondría una lista de ideas que seguramente ayudarán a vivir el actual contexto de forma más armónica:

1. Asumir la idea de que la contingencia no terminará pronto, pero terminará algún día.
2. Mantener un nivel anímico bueno, evitando situaciones de estrés o conflictivas lo más que se pueda.
3. Buscar nuevas y sanas formas de pasar el tiempo, como leer libros, videojuegos, ver tiras cómicas, ejercicio en casa, realizar limpieza en la casa, vernaculizar los espacios íntimos, y demás.
4. No dejar el contacto con el mundo exterior, mirar el espacio los alrededores, el cielo y las estrellas. Detenerse cuando se salga de casa a ver como la otra vida vegetal y animal, siguen su curso de manera inocente.
5. Buscar nuevas formas de obtener alimentos y conseguir los recursos necesarios para estar bien en la contingencia y pasada la misma.
6. No dejar de contactar a amigos o conocidos, de preferencia utilizando canales de comunicación unilaterales y sin muchas distracciones.
7. Recordar los buenos momentos de la vida, y/o tener muy presentes a las mascotas que rodean nuestras vidas.
8. Reír como imbéciles lo más que se pueda.
9. Hacer las cosas que tenías planeado hacer cuando tuvieras tiempo libre.
10. No olvides a la jefecita o al patrón de tu vida.

Conclusiones

La falsa sensación de seguridad que muchas personas viven en los lugares donde aún no ha habido contagiados de COVID-19 puede llevar a medidas de contención que muchas veces vayan diametralmente opuestas a lo que verdaderamente es efectivo para vivir los tiempos actuales. El simbolismo que rodea a la colocación de piedras para bloquear el flujo libre de vehículos, es una primera muestra de que será capaz de hacer el ser humano ante la sensación de peligro, ante el caos de lo exterior que lo rodea.

En México, se ha llegado a afirmar que los números no son ciertos, que el gobierno hace nada para contener la pandemia, y que mientras no existan medidas más radicales los enfermos no disminuirán y los hospitales estarán rebasados. No obstante y pese a toda las críticas, lo que ha ocurrido en el mundo es un claro ejemplo de políticas públicas disímiles, dónde ciertos países celebran con éxito su contención, y dónde la mayor parte del mundo ahora sufre los estragos económicos, de salud, y en un muy corto plazo de hambre que les ha dejado la actual pandemia.

Si bien es cierto todas las medidas que se han tomado han sido buenas, nunca nadie podrá tener una receta para saber qué tanto o no un virus afectará la vida en todas sus dimensiones de un país en específico. Hoy en día seguimos partiendo de números para realizar aseveraciones positivas o negativas, sin considerar las condiciones sociales económicas y espaciales de cada país. Se ha llegado a realizar generalizaciones indebidas y hasta desestimaciones inusitadas, en dónde el poder y los intereses aún priman no sólo sobre la vida de las personas, sino también sobre una política asertiva de cooperación, solidaridad y compromiso en dónde todos los actores asuman su responsabilidad respecto a la situación actual, y no sólo se discrimine a quien tenga que salir para no morir de hambre, tan como parece, una gran cantidad de imbéciles seguirán haciéndolo desde sus casas, llevando a cabo comportamientos tremendamente destructivos, desarrollando una dependencia casi mortal con las redes sociales, y perdiendo cada vez más el olfato que los ayude a discernir entre un contenido falso contra otro que no lo sea.

Desde dónde quiera que estés, sé fuerte y tal como quiere la teoría del lugar de corte heideggeriano, no renuncies a las relaciones afectivas con el lugar, puede ser algo que te ayude a sobrellevar la situación actual, de aquí, mañana y quizá también, hasta que se dé por superada.