jueves, 10 de agosto de 2023

Trayectorias. Y de cómo el sentido de orientación es más que un punto en el espacio.

 

Una Verdad, Muchos Caminos | Vivir Agradecidos

No hace mucho tiempo, el individuo que precede este pequeño espacio en el interminable mundo del internet, perdió al ser más cercano a su persona, la madre que le dio vida, amigos, lectores es un duelo doloroso, pero me ha ayudado a comprender mi porqué de la existencia. Mas allá de la emoción que pueda sentir vengo a hablarles de un tema sumamente interesante. 

Los sistemas de posicionamiento global (GPS) ha fungido en las últimas décadas como uno de los instrumentos más adecuados para la realización de estudios en general, de mercado, académicos o académicos con orientación al mercado, no está en mi realizar citas cuantiosas a intereses sumamente funestos. Lo que vengo a hablar hoy aquí es de la idea extremadamente básica a nivel práctico pero sumo complejo de llevar al campo escolástico: el tema de las trayectorias, los caminos, los topónimos lineales, las calles, odónimos, nomenclatura urbana, en fin una cuantiosa forma de referirse a un tema básico para la existencia humana.

Y es que sin afán de sonar tautológico, todo lo que nos rodea, absolutamente todo, tiene un nombre, las formas de orientarnos por las ciudades es en base a una serie de atributos nominales que, si bien cumplen su función geométrica topológica, también hacen alusión a todo un entramado de discursos que en el fondo tienen algo en común: el poder. Pero no hacemos alusión a un político que en alguna temporalidad dada se le ocurrió nombrar a lo que conocemos como calles o avenidas, hablamos de un discurso, una explicación que requiere ser evidenciada por los diferentes niveles de entendimiento cognoscitivo.

Estamos abrumados de notas de periódico en línea que hace alusión a un hecho dado que por lo general se ubica mediante un nombre. Los nombres geográficos lineales, los cuales a su vez se ven complementados con otros elementos geométricos tales como polígonos barriales, u otros nombres lineales adyacentes. La geometría del mundo cartografiado en un plano bidimensional también tiene nombres. Nombres que son discursos. Discursos que son historias. Historias que cobran sentido más allá de su propia función orientativa. 

Partimos del supuesto que aquello no es un problema porque es objetivo, materialmente ubicado, mas nunca pensamos en su significado, ¿Qué significa que ese nombre geográfico lineal se llama como se llama? ¿Qué representa para quiénes lo usar? ¿A qué hace alusión? ¿Qué.... Hablamos de la semiótica del espacio. Gastón Bechelard ya hablaba de ello en la poética del espacio. Si partimos de la idea que un mapa es un discurso, entonces un nombre dentro del mapa es parte de ese discurso, pero más allá cobra sentido por medio de un marco de significados asociados en un tiempo espacio dado. Es ahí el problema que conlleva. 

No hay porqués sin un qué, no hay cuándo sin un dónde, no hay cuál sin un quién. La lógica propia del pensamiento humano nos lleva orientarnos por diversas trayectorias que nombramos de diferentes formas de acuerdo a los canales interpretativos y académicos que hagamos alusión, como en el plano de la psicología una trayectoria para enfrentar un duelo sólo cobra sentido a partir de su propia formación y de su experiencia en el mundo. El geógrafo debe entender que su marco de referencia, el espacio es un también un mundo de significados, los cuales cobran sentidos desde prácticas sociales que nos remiten a praxis pertenecientes más significados, los cuáles pueden tener un origen pero no un fin. Eso sí, un montón de trayectorias y claro está, una mayor cantidad de relaciones de poder, de fuerzas centrípetas y centrífugas, de agentes paradigmáticos y sintagmáticos. 

Esta entrada nace leyendo el libro El camino de las lágrimas de Jorge Bucay. 

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