jueves, 25 de diciembre de 2014

La geopolítica tras la obra 1984 de George Orwell mejor conocido como Eric Arthur Blair.

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“LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”.

Blair, Eric A. (1970). 1984. Salvat Editores: Navarra. pp. 13

No intento hacer una introducción prejuiciosa de mi parte respecto al contenido medular de la obra de Orwell (o entre los personajes centrales Winston, Syme, O’ Brien y Julia) sino que, debido a la insaciable sed de lectura navideña acaecida en su servidor, me veo a la necesidad de (valga el pleonasmo) cumplir con un acto menesteroso que ciertamente, es el de escribir. Poco o mucho sabemos los estudiantes de geografía respecto a las grandes luchas materiales, subjetivas o ideológicas que han rondado respecto al término de geopolítica. Muchos no lo sabrán, pero la geopolitik alemana, el término geopolítica acuñado por Rudolf Kjellén o la propia geografía política no son términos idénticos, cada uno se remite a una generalidad o especificidad dependiendo del caso.

Regresando al tema central de la entrada del día de hoy, que por cierto, Feliz Navidad a todos y también conmemoración del nacimiento de Isaac Newton, cuya efeméride de nacimiento me la aclararon hasta hace unos minutos (un vago no recuerdo hace cuánto fue, me había dicho que era la fecha de su muerte y yo fútilmente, no me vi a la necesidad de comprobarlo) debido a una referencia errónea que tenía del mismo. La obra de Orwell o de Eric Arthur Blair sumerge al lector en un mundo cerrado y hostil, dónde nuestro único refugio son nuestros pensamientos, sin embargo, son también aquellos incitadores a faltar a la norma, en un mundo en el que no hay reglas.

El mundo que gira en torno a El Partido y a su corriente ideológica “el Ingsoc” y al superestado Oceanía (el cuál, irrisoriamente, también abarcaba al continente americano y parte de África) me recordó de forma superflua las grandes teorías geopolíticas como con Gran Pivote de la Historia o el Hearthland de Halford John Mackinder, las Pan regiones de Karl Haushofer o la teoría del Rimland escritas por el holandés, nacionalizado estadounidense Nicholas Spykman, le retuercen a uno la cabeza toda vez que se encuentra uno con el libro escrito por el archienemigo del partido Emmanuel Goldstein. Y ésa es precisamente la trama central de la entrada, no sin antes reseñar brevemente todo lo que significa el libro y haciendo las anotaciones pertinentes para evitar un doblepensar.

Winston vivía en un Londres totalmente transformado, los únicos edificios que resaltaban eran las imponentes pirámides del partido que alojaban los diversos ministerios. El ministerio del amor (que fue precisamente dónde torturan a W. Smith y Julia) es un lugar sin ventanas, tétrico, imponente y al que casi nadie (sino por haber cometido Crimental cuyo término era parte de la neolengua, y quería decir crimen de pensamiento contra el partido) podía entrar. Quizá nada de lo relatado en la historia hubiese sido posible sino lo era gracias al espacio invisible que separaba a Winston de las telepantallas (televisores en cada rincón de la ciudad que eran tanto emisores como receptores de sonidos y movimientos) con las cuáles se controlaba la vida y actividad de todo miembro del partido, y prole en general.

Sólo existía una forma de vivir. La jerarquía social entre las diversas clases, alta (partido interno), media (partido externo) y baja (los proles) era inalterable, sin embargo, los únicos que no eran considerados animales eran los propios miembros del partido. Winston estaba dentro del partido externo, su trabajo en el ministerio de registro consistía en alterar las notas del times (quizá el único medio de comunicación en Oceanía) en dónde los trozos de papel que recibía en neolengua, tenían que ser reescritos y moldeados a modo de beneficiar la imagen y opulencia del “Gran Hermano”. Sin embargo, no sólo se controlaban los medios de comunicación, sino prácticamente todas las facetas de la vida en una sociedad, ciertamente, distópica o apocalíptica. El ministerio de la abundancia (o mejor dicho, de la escasez) se encargaba de distribuir el poco alimento que se tenía disponible. Mediante las telepantallas, controlaban las estadísticas simplemente haciendo comparaciones con un pasado que no existía. El pasado era mutable, pero sólo en beneficio del partido. Otra de las partes medulares, la cuál creo yo, era la que más determinaba el orden social de las nuevas relaciones societarias era el estado de guerra permanente. Así, se les hacía creer a los habitantes que se encontraban en guerra con Eurasia y debían odiar o entregar a todo extranjero que pisase Oceanía.

Así pues, controlando prácticamente todas las facetas de vida de los hombres que vivían bajo el poder del ingsoc, existía sólo un macropoder, o un poder supremo que no podía ser alterado por nadie, ni siquiera por Goldstein y la “supuesta” existencia de La Hermandad, una organización que supuestamente se encargaba de ser el real contrapeso contra el partido, pese a que su existencia sólo fuera propagandística y subjetiva, mas que real. Windston había comprado en los barrios depauperados y segregados de los proles, un libro que más bien, era una libreta en blanco y una pluma antigua con la cuál se dispuso a escribir un pequeño diario. Hablé hace poco de un espacio en el que Windston no podría ser visto por las telepantallas, y era allí dónde (en sus escasos tiempos libres) se dispuso a escribir sobre la forma de vida que llevaba en Oceanía y con lo cuál recobró parte de su memoria que lo llevó a preguntarse si el pasado había sido menos ruinoso que el presente, o al revés.

Sin embargo, llegó un día en el que sin pensarlo, escribía en media cuartilla de su cuadernillo la oración “ABAJO EL GRAN HERMANO”, una falta que sin duda alguna podría hacerle pensar, que en corto o largo plazo, sería un hombre muerto, alguien que había cometido un flagrante crimental. Desde ese día, su vida decrépita poco a poco fue perturbada por un secreto que se negaba a expresar, por unos sueños raros en los que se encontraba corriendo en campos vírgenes, rodeados por un arroyo y un gran bosque, y en dónde veía a lo lejos, la silueta y rostro de una mujer joven y hermosa, la cual en poco tiempo le iba a revelar su amor con una nota entregada de forma rápida y elegante en el bolsillo de su camisón azul, con las palabras: “Te quiero”.

W. Smith terminaría nefelibato después de terminar anonadado por las palabras contenidas en tal mensaje, y a partir de allí, acordaría diversos sitios para poder contemplar y pasar el tiempo con aquella mujer. Lo que ambos no pensaron es que siempre, a cada momento y en cada instante, la policía del pensamiento revisaba y registraba sus movimientos. Todo estaba perfectamente elaborado, para hacerles creer que podían tener un vida subalterna en un mundo completamente cerrado. Sin embargo, nada fue así. Resultó ser que llevaban más de 7 años espiando todo movimiento, escritos y pensamientos de Windston, actuaron cuando eran conscientes de haber conocido todo recoveco subjetivo del personaje. Al final de cuentas, O’ Brien era el hombre que mejor le conocía, y a quién Winston siempre le había tenido empatía, confianza y esperanza sólo por una mirada que no era igual a la de los demás.

La trágica historia termina un día en dónde se encontraban en el cuarto del proletario Charrington. La policía del pensamiento los había descubierto, o lo que es igual, había terminado de analizar sus vidas. Era hora de curarlos a ambos, hacer que se olvidaran de su memoria, su antigua vida, su instinto sexual, o cualquier otro sentimiento que pudiese ser inapropiado en la manutención del statu quo del partido. Sin embargo, ambos terminarían traicionándose, y regresando a vivir a la sociedad enferma de que la ellos ya formaban parte íntegra de la misma. Windston, el último hombre de la tierra, el único capaz de decir que el sistema claudicaría alguna vez, había sido curado. 2x2 son cinco. Amaba al gran hermano.

El mundo de la obra 1984.

“Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en si mismo1. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para salvaguardar una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder, no es más que el poder”. (Blair, 1970:199) El sistema interestatal, el capitalismo y la libertad como concepto utópico hedonista habían desaparecido. En su lugar, se había establecido un mundo tripolar conformado por 3 continentes de dimensiones divergentes.

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Es curioso sin embargo, que el peso demográfico en los 3 superestados sea prácticamente similar. Así, Asia Oriental pese a sus menores dimensiones lograba tener un poderío poblacional incuestionable. Eurasia había unido por primera vez a Europa con la Rusia oriental y occidental. Oceanía era una superestado inconcebible hoy día, abarcando a las américas, el rico sur de África y los exóticos estados del sureste mundial, seguramente tendría problemas para comunicarse y controlar la totalidad de territorios que abarcaba. Además, había un cinturón de áreas en disputa, zonas de inestabilidad políticas que querían ser anexionadas a cada uno de los mismos.

Cada uno se mantenía gracias a un control ideológico que buscaba la eliminación del “yo” en pro del “colectivismo”. De tal suerte que los regímenes no eran disímiles en sus aspiraciones, aunque no podían decirles a sus habitantes que prácticamente eran monstruos facsímiles. De tal suerte que el Ingsoc de Oceanía buscaba homologar toda relación societaria, eliminar los sentimientos e instinto sexual. El neovolchevismo era la corriente que vería nacer a una nueva unión soviética mejorada y aumentada, sin embargo, la interpretación socialista de los colectividades era del tipo estalinista, en dónde existirían los campos de concentración, los trabajos forzados, y las desapariciones políticas2. La nueva Asia Oriental se basaba en un culto a la muerte que buscaba eliminar toda intimidad, todo individualismo, buscaba destruir al ser razón para establecer una especie de pensamiento único.

Indudablemente tal división del mundo no respetó las diferencias culturales ni raciales, no había una jerarquía ni un mando, el poder estaba en las corrientes ideológicas y el partido único de cada estado. Lo interesante es que, a cada instante las fronteras sufría modificaciones. Es decir, cartografiar dichos flujos sería una tarea tan impresionante como reescribir la historia. Quizá por ello, era complicado establecer un mapa fidedigno que represente de forma clarividente al mundo orwelliano. Para bien o para mal, todo parece indicar que estamos frente a una teoría distópica geopolítica, que a la par de Mackinder, Haushofer o Spykman valdría la pena comparar.

Las teorías geopolíticas de H. J. Mackinder, K. Haushofer, y N. Spykman.

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Al geógrafo británico destacado, Halford John Mackinder le tocaron tiempos difíciles de vivir. La superpotencia británica se caía a pedazos y era cuestión de tiempo de que las diversas colonias del mismo, en poco tiempo alcanzaran niveles de relativa autonomía y libertad3. Una de las ideas que planteó para poder mantener la supremacía de la misma, fue haber redactado “El gran pivote de la historia”, lo cuál consistía en la definición de un área pivotal o hearthland la cuál, abarcaba la Europa Oriental y buena parte de la ahora Rusia. Plateaba, que quién controlase dicha área, controlaría al mundo. Preocupado de que Rusia contralara dichos territorios, le planteó al estado británico su hipótesis, la cuál se basaba en una serie de características físicas e infraestructurales, las cuáles le permitirían a cualquier estado poseedor, el desarrollo de actividades económicas intensas y un creciente control de los territorios.

Así, dicho territorio en la obra de Orwell aparece completamente escindido. El gran pivote de la historia estaría divido entre dos grandes superestados: Asia Oriental y Eurasia. También se encuentran territorios en disputa, la cuál podría explicar porqué no existe un superestado y son 3 los que aparecen en la obra distópica. Sin embargo, tal razonamiento fútil y apriorístico habría que comprobarse con un análisis a profundidad, del cuál inclusive se pueden sacar conclusiones mucho más pertinentes.

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Uno de los grandes críticos hacia la teoría del Mackinder, y quizá su gran complemento, es lo que el estadounidense Nicholas Spykman agregó a su interpretación. Con los mismo ideales que el británico, quería buscar la forma en que su país, Estados Unidos, además de ser potencia mundial alcanzara la supremacía absoluta y se conservara el mismo, por un tiempo indefinido, como el tutelar del sistema interestatal. Para ello, (y como un estratega de la marina) consideraba importante las salidas insulares de Europa y Asia, así plateó que no era precisamente el área pivote la que al ser dominada, le otorgara la tutela del mundo a algún estado en particular, sino que era la vertiente sur del mismo, su “Rimland”, la que de ser conquistada, controlaría al hearthland y al mundo entero.

De la misma forma, en la obra de Orwell dicho territorio se lo distribuyen Asía Oriental, Eurasia, y territorios en disputa. Esto podría corroborar ambas hipótesis, y podría plantear que el universo subalterno del Blair, en la realidad, o mejor dicho, en la teoría geopolítica, no sólo es adaptable, sino que una justifica a la otra. Curiosamente, el desierto aparece demarcado en la obra de Mackinder y en 1984, aparece como un territorio en disputa. Actualmente, ¿no están en disputa dichos territorios? Lo sorprendente del caso es que las visiones pueden llegar a ser tan certeras, que la ilusión de que un estado controle al mundo sería sólo cuestión de seguir una geoestrategia, la cual (tal como el obra de Orwell se avizora) tendría que tener en cuenta los aspectos económicos, culturales, ideológicos, y materiales de cada nación.

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Utilizando un breve retrospector cronológico, en Alemania surgiría un gran geo estratega como lo fue el hombre de difícil vida, Karl Haushofer. En su teoría de las Panregiones, definió 4 unidades orgánicas-culturales4, las cuáles eran Pan América dominada por los Estados Unidos, Euro África dominada por Alemania5.Pan Rusia, la cuál abarcaba la totalidad del estado hindú, y la zona de prosperidad asiática comandada por Japón. El título de su obra “La verticalidad del sistema internacional” definía por medio de unas isolíneas las fronteras e inclusive zonas económicamente exclusivas de cada región.

Sin embargo, de todas las teoría ésta es la que menos se adapta a la división irreal del mundo orwelliano. Se acepta sin el menor reparo, que la pluriculturalidad era inconexa debido a la existencia de los grandes océanos, aunque he decir, que de todas las posturas geopolíticas, la de Haushofer tiene mayores tintes de realidad, aunque no deja de ser sólo una propuesta teórica. Mostraba cómo una potencia podría dominar las materias primas y las relaciones económicas en las regiones definidas con cierta ingenuidad, también aceptaba la hipótesis de un mundo de ricos y pobres geográfico, dónde los primeros se hallaban al norte y los restantes al sur.

Más allá de la teoría, deberíamos estar conscientes de que los mundo imaginados, son una condición sin la cuál no tendríamos ventanas para imaginar al espacio geográfico en su totalidad. La propuesta de Orwell (o Blair) más allá de ser una fatídica sociedad en dónde el gran hermano te vigila, logra crear un universo perfecto, en dónde la propaganda es factor de catarsis y estabilidad social. Sin embargo, sus 3 superestados no podrían tener cabida en la realidad, lo que es peor, sería imposible que algún día alguien llegase a controlar la razón e instinto de la totalidad humana. Aún así, hace creer a sus lectores que las relaciones de poder son omnipresentes, parte de una política clásica en dónde los únicos conceptos importantes son los estados y las corrientes ideológicas. Windston y Julia apenas representan el micropoder de la humanidad, la relación horizontal, el humanismo emanado de un despotismo ilustrado, pero terminan claudicando pese a su gran resistencia. El mundo no se resiste ante los embates del hombre, pero era cierto lo que decía Smith, nunca podrían controlar el clima, los temblores, o las erupciones de volcanes. La distopía orwelliana sólo es posible en un mundo dominado por un espacio isotrópico, pese que la realidad sea de naturaleza anisotrópica, compleja, heterogénea y, (quizás lo único existente en ambos polos) desigual.

1. Idea maquiavélica que se resume en su conocida frase “El fin justifica los medios”.

2. Uno del más acérrimos críticos de tales atrocidades fue Albert Camus, quién a diferencia de Sartre, pregonaba por terminar con los excesos y atrocidades cometidos en el bloque soviético.

3. Sigue existiendo fenómenos tales como el intercambio desigual, que priva a los países en vías de desarrollo a mejorar sus condiciones de vida, haciéndoles vender sus materias primas a precios muy bajos, en cambio de recibir dádivas por parte de los países, en este caso, europeos.

4. Las ideas naturalistas y deterministas continuaron siendo utilizadas en Alemania y también en el continente americano gracias a la intervención de autores como Burgess o Park de la Escuela de sociología de Chicago.

5. Dato curioso, puesto que Alemania como potencia Europea tuvo una injerencia mínima en los procesos de colonización.

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