jueves, 13 de marzo de 2014

Memorias de un ente macrocefálico: La Ciudad de Guadalajara.

"La ciudad está hecha para el automóvil". Memorias de un sujeto que le ha dado paso a la modernidad tardía. La representación característica de Guadalajara en un diseño cartográfico mostraba una morfología basada en el plano ortogonal (aquel cuyas esquinas eran ángulos rectos de 90°). En la imagen: Un documento facsímil a un plano de 1800 cuando aun conservaba sus bellos atributos estéticos.

Desde su fundación y asentamiento definitivo, la ciudad de Guadalajara se ha caracterizado por estar orientada en su gran parte hacia la actividad comercial. Aunque hubo periodos en que la industria significó un motor importante para su crecimiento, la ponderación de sector terciario se ha colocado siempre la presea de oro. El típico “micronegocio” diametralmente opuesto a las grandes empresas y corporaciones de la capital del país, provocó que se le haya catalogado desde un típico “pueblo bicicletero”, hasta “un rancho grandote”, en alguna de sus épocas de desarrollo.

¿Cómo ha sido posible que una ciudad haya crecido tanto en tan poco tiempo? Aunque no en población, la extensión horizontal de la perla tapatía llama la atención desde lo alto de un avión, los cerros que la protegen o desde encima de algún monumento o edificio moderno que se distingue en el horizonte, la razón definitiva estriba en su continuidad temporal y gran éxodo rural. Así como el barrio del “El Retiro” envolviendo al Parque Morelos en tres direcciones, recibió a una cantidad de población considerable del municipio de Yahualica de González Gallo,  la posición geográfica ha provisto a Guadalajara de un protección ante amenazas revolucionarias, federales o religiosas. Aunque guarde una eminente característica conservadora, el actual modelo de desarrollo urbano, responde más a adaptaciones que vanaglorian el uso del automóvil y que en su momento, dominaron los planes de desarrollo de los grandes países europeos o del mismo vecino norteamericano.

La constante evolución morfológica de una organización social compleja, ha sido difícil de retener en un mapa o plano, la representación de un macrocéfalo hoy en día, se vuelve una paradoja, ¿es posible capturar una ciudad en un paisaje y a la postre, compararlo con la realidad una semana después?
En su momento la ciudad guardaba una exclusión socialmente aceptada a lo largo del Río San Juan De Dios, en el oriente vivían los obreros, peones y jornaleros que dedicaban su vida a laborar en el comercio o la industria, y en el poniente la clase pudiente, aquella que mantenía modos de vida conservadores, formales y religiosos. Era una dicotomía diáfana, no tenía porqué ponerse en tela de juicio tal separación; hoy en día, aunque se parte de supuesto de una ciudad más rica y equitativa, lo cierto es que la separación invisible entre aquellos que dominan la producción y distribución[i] de bienes y quiénes alimentan ese mecanismo, sigue estando vigente.

Pero, ¿y qué ha pasado con esa expansión y difusión espacial que la hace hoy en día distanciada en relaciones tiempo-espacio? Por un lado la descentralización de las actividades del centro y una dispersión espacial de las diversas actividades económicas, y por otro, la gran especulación inmobiliaria que ha creado centros aglutinadores de alta plusvalía o lo que sería lo mismo microciudades amuralladas. La expansión de la mancha urbana ha sido consecuencia aun en mayor medida por esa eclosión de viviendas de autoconstrucción de gente que no podía acceder a un hogar de forma regular. La ciudad ha tenido que adaptarse a las necesidades de una población dispersa (poniente) y concentrada (sur-oriente), aunque cada vez se torna un reto de verdadero contorsionista, dotar de servicios y accesibilidad  a una cantidad ínfima de personas con características y patrones de movilidad inconmensurables.

Ahora, los retos de las estancias gubernamentales se enfocan a desarrollar un nuevo modelo de movilidad que en nada resultará satisfactorio. La cantidad de automóviles en circulación está fuera de las capacidades de la ciudad, el servicio público es insuficiente, los problemas de contaminación son  alarmantes, las imágenes tristes e impotentes de ver a una mayor población indigente o los propios indígenas que continúan alimentando ese éxodo rural y urbanización del país no cesan. Guadalajara está al borde de la parálisis, una ciudad que en su momento fue bella, esplendorosa, reconocida por sus obras arquitectónicas, el eclecticismo de los hermanos Barragán, las fincas francesas que en el porfiriato se construyeron, los grandes museos y cines que ahora están en el abandono o son estacionamientos. El Teatro Cuauhtémoc, El cine Del Bosque que proyectaba cintas independientes, el gran Parque Alcalde, o el Agua Azul, hoy no son más que iconografías vacías, con una historia de auge y decadencia por detrás. 

Aunque haya zonas como el "Cerro del Cuatro" en dónde prácticamente la mancha urbana ha rebasado las barreras "visibles" del Valle de Atemajac, el crisol original de la ciudad tiene mucho tiempo de haberse roto, el contenedor ortogonal ha dado paso a una morfología de plato roto con calles cada vez más abiertas para el transporte, dificultando la movilidad peatonal a pasos agigantados. (Fotografía tomada para exaltar la arquitectura de La Iglesia de La Luz del Mundo).
¿Es eso a lo que llaman eclecticismo? Se ha creado a una metrópoli incompleta monstruosa, dónde aun existen servicios especializados que sólo se encuentran en la capital del país, aunque de cierta forma, México siga siendo un país centralizado, aún y con el federalismo, cuya insignia en el Parque de la Revolución y la propia avenida, no hacen más que alardear a un estado que es totalmente falso, corrupto y dañino. ¡Hasta cuándo entenderán que no sólo es la movilidad! ¡Hasta cuándo verán las demás problemáticas! ¡Hasta cuando seguirán tomando al transmigrante centroamericano como un tema tabú! ¡Hasta cuando dejarán que se exploten a niños en los principales cruces de la ciudad! ¡Hasta cuando protegerán a los indígenas que llegan a la ciudad y los hechan del centro cuando su única forma de manutención es vender sus artesanías allí! El gran macrocéfalo mexicano llamado Guadalajara pide a gritos un arreglo, pero el mismo debe venir de todos. Ante todo el ser humano primero, después que metan los coches que quieran. ¿Será que pido mucho o no se tiene derecho a pedir? Todos somos tapatíos, hasta los chilangos esos que llegaron y acabaron con prácticas laborales sanas y benignas. Esperemos que en un futuro no muy lejano, ese eclecticismo dé paso a una cuidad neo conservadora (no en el sentido político de la palabra), en dónde lo bello que ahora se tenga, prospere y enaltezca la imagen de una (con todo) bella ciudad.


[i] “El poder no es de aquellos que detentan el poder, sino de aquellos que controlan los flujos”.  Milton Santos.


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