“Kenneth White, un poeta postvanguardista franco escocés que, desapercibido en la lengua castellana, es una de las posibles proezas del campo transdisciplinario.”
Antes de iniciar con la presente entrada de dimensiones aún desconocidas hasta para mí, debo decir que mi incursión en el pensamiento del autor puede pecar de futilidad, palidecer en algunos aspectos, y verse carcomido por no haber leído de forma profunda, alguna de sus trascendentes obras. Quisiera dividir en apartados la tarea prosaica acuciosa del día de hoy, aunque sé que será contraproducente pues la transdisciplinariedad busca terminar con el encajonamiento de los ensayos, lo cierto es, que las inmanencias por las cuáles transita el autor, no se quedan cortas de visión, ni pueden ser resumidas es un ejercicio pueril de colocación instrumental.
Para entender su postura y pensamiento (aunque se verá después, cómo el crisol idealista Kantiano no es del todo compatible con el término de referencia, ni tampoco el cogito de Descartes como un estandarte de la independencia del hombre frente al espacio), es menester considerar que al hablar de geopoética no se remite única y exclusivamente a las rimas prosaicas deleitadas y embellecidas por un entorno natural o antrópico, ni tampoco a un idilio profundo del que se desprende un lugar y una temporalidad. White proclama por lo que en geografía Reclus pregonó con mayor intensidad y experiencia, el acercamiento al finis terrae in situ, porque los territorios no terminan en una dualidad oriente-occidente, ni el pensamiento es independiente del entorno que nos embiste con su fauces desgarradoras día con día.
Creer que en tiempos de la postmodernidad no es posible abandonar, entre otras cosas, la irracionalidad de Kierkegaard es aceptar de forma pura y llana, que el mundo ha dejado de pertenecerle al hombre, sometido perpetuamente a la duda e incertidumbre. Pese a que se puedan denostar algunas premisas de contemporaneidad en Kenneth su empresa está focalizada en restituir los lazos del hombre con una razón de ser, como una lógica existencia, con una forma de fusionar el mundo, pensamiento, las artes y la ciencia que, obnubiladas por el camino de lo correcto, la objetividad y el determinismo desarrollista espacio-temporal, pierden de vista no sólo a filosofías orientalistas, sino también a la esperanza occidental tardía, la cuál también busca el encuentro armónico de los entes, que habitan en la totalidad del espacio.
1er Apartado. La geografía de la subjetividad humana: Tuan, fenomenología, homo geographicus de Sack.
La geografía crítica basada en la hermenéutica y la exaltación de las artes como un baluarte universal, sin duda marcan un parteaguas necesario para entender el pensamiento de White. El geógrafo chino americano, Yi-Fu Tuan es una de las figuras que ostentan la mayor admiración y créditos en sentido estricto. Buscar la razón de ser de los fenómenos que acaecen diariamente en nuestro mundo desde la subjetividad del hombre, es sin lugar a dudas, uno de los primeros pasos hacia el nuevo encuentro con la razón de ser humanas. Si bien, Tuan marca una dependencia ilusoria del hombre en relación al medio ambiente, debe de entenderse que el espacio existe sin el ser humano, y el lugar (bajo otra tipología y pensamiento) también.
Robert Sack presenta un enfoque integrador en el que una potente capacidad racional del hombre, le invita a una dialéctica abierta y profunda, con el espacio y lugar. De esta forma, se abren las persianas de una nueva visión de la geografía universalista que se abre hacia las formas es que el ser humano interactúa y se vuelve una categoría viva, animada, y fortuita del espacio terrenal, cósmico e inmanente de manera sincrónica.
2do Apartado. La reivindicación del hombre como parte del mundo en Heidegger.
Martin Heidegger, uno de los máximos filósofos de lengua germana del siglo XX, presentó en su ensayo “Pesar y Ser”, una categoría del pensamiento independiente de la postura comteana y el plano banal desarrollista. Su estar-en-el-mundo indica que el hombre no forma parte del espacio hasta que se funde con él, hasta que deja de ser dependiente y verlo como contenedor, como un plano bidimensional, para devenir en un ser ontológico que se encuentra ligado con el espacio, y forma parte del mismo, es decir, un hombre con inmanencia y trascendencia a la vez.
3er Apartado. La ontología de Ruy Moreira y su relación con la geopoética.
Existen 3 leyes independientes de la geografía que nada tiene que ver con el aporte nomotético de Waldo Tobler quién, dicho sea de paso, se enmarca en el objetivismo positivista que ignora por completo, la desconexión del hombre con la tierra. Estos son, la desnaturalización, la destierración, y finalmente la desterritorialización. Es de sorprender, la cantidad de estudios que giran en torno al tercer aforismo, y poco se hable del resquebrajamiento de la naturaleza con el hombre occidental, ¿acaso se supone de forma lacónica, que es un discurso superado?
Moreira va más allá de una fútil discusión acerca de las diversas acepciones del espacio geográfico, y retorna a los orígenes de la desvinculación del hombre y la tierra. La cuál se halla sumida desde una visión filosófica griega en que el espacio es visto independiente del hombre, esto es, fuera de y no parte del mismo. Otro de los factores que languideció dichas relaciones fue el cristianismo que desligó el baile con la melodiosa encarnación musical arrítmica corpórea.
Por ende, la territorialidad (en el sentido Dardeliano) debe ser entendida en dimensiones mucho más súbitas, fundamentales, universales, integradoras y plurales a la vez. En ese sentido, la geopoética abre un basto campo teorético en que la literatura, historia, poética, las artes, y la propia geografía se funden en una nueva metanarrativa transdiciplinar, capaz no sólo de crear un mayor contenido prosaico, sino una aproximación mucho más diáfana con el espacio y los factores que interceden en él. Por esa razón, la empresa de White transgrede el campo literario y le abre las puerta a la ciencia geográfica, no sólo para redefinir algunas de sus ideas más arraigadas, sino también enlazando lo que su génisis, ha estado predestinado a la dicotomía.
Epílogo.
¿Qué es espacio? ¿Qué es la Geografía? Son preguntas que quizá, no tengan una respuesta lo suficientemente abarcadoras, para pensar en un debate finalizado. Ya no es deseable continuar decantándose por un ejercicio de raciocinio intelectual, ni dejar a la deriva una cuestión que siempre ha estado en mar abierto. La idea de conglomerar por primera vez un ejercicio transdisciplinar en términos de espacio-tiempo ligados al hombre permite abandonar el dominio del ojo y sumergirse in situ en una realidad universal.
Tal y como citaba White a Deleuze “ El sujeto y el objeto dan una mala aproximación del pensamiento. Pensar no es ni un hilo tendido entre un sujeto y un objeto, ni una revolución de uno alrededor del otro. Pensar se hace más bien a través del vínculo entre el territorio y la tierra… “, es necesario volver los ojos al origen, a la razón de ser o por la cuál el hombre se mantiene en constante cambio y movimiento, porque las raíces que intenta cortar la globalización no deber expandirse hasta que sea demasiado tarde. El territorio tiene vida, el lugar vitalidad, y el espacio es el hombre inmerso en un mundo de carácter finito, único, y bello a la vez.
Cierro sin más por el momento, con uno de tantos texto de White para entender, el poder de sus planteamientos:
“En este mundo
cada vez más acre, cada vez más
duro
más y más blanco
¿me pides nuevas?
el hielo se rompe en caracteres azueles
¿quién sabría leerlos?
me hablo grotescamente a mi mismo
y el silencio me responde...”
*Referencias pendientes, para más información de Kenneth White, visitar: http://institut-geopoetique.org/es/
El tema del FIG 2015, nos da la razón: http://www.fig.saint-die-des-vosges.fr/
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