miércoles, 5 de junio de 2019

La hipercomprensión de la ciudad y la tardía aparición de los intersticios rurales

No hace mucho tiempo, un servidor dedicaba toda muestra irrestricta de temporalidad ociosa a la alimentación del blog que ud. se encuentra felizmente leyendo, pensado quizá, –Oh, ¡al fin los geógrafos escriben de manera abierta y sin temor de caer en la parálisis teórica-paradigmática! , pues no, todo geógrafo construye su vida, ocupando un lugar en el espacio, actuando a una escala que no es propiamente suya, ni su objeto primordial de estudio. Hoy me dirijo a todos ustedes, y no sin antes pedir de la manera más afable, cordial y cómicamente posible una disculpa, por el abandono rampante, que en los últimos meses ha sufrido el espacio donde nos encontramos ahora en un ejercicio iterativo (otrora).

A merced de lo que yo mismo podría pensar de la geografía pos moderna, el estudio del espacio habitado de las masas, a pesar de su indefinición y de lo complicado que ha sido analizarla en su totalidad como lo que es, un conjunto interrelacionado de objetos y acciones, el mundo de lo “rural” o lo exa urbano, fuera de todo estudio preponderantemente cargado de finalidades económicas, ha estado en una constante terapia intensiva. Los espacios interticiales que en Geografía Urbana hacen alusión a las periferias, no están exentas de que su concepto sea aplicado más allá de la metrópolis (o megalópolis). El mundo de lo rural, más allá de lo que los maestros enseñan a sus alumnos en una muestra tardía de añoranza terruñal e idílica, es más complejo de lo que la simplicidad superflua pudiera indicar.

Dentro del medio rural, los espacios se configuran a lo largo del tiempo de una manera lenta, dónde lo efímero de la cuidad se vuelve eterno, y en dónde la movilidad origen destino diurna y de noche, se compone de interconexión de distancias cortas, accidentadas y salvajes. El espectro social es complejo, al ser la relaciones societarias tan estrechas, la rutina diaria es repetida diariamente de tal forma que se vuelve eterna, el conflicto nace de la ira descontrolada que llega a merced los procesos de inversión social, típicos de lugares donde las distracciones, más allá de las naturales, llegan a ser , ciertamente, nulas o inexistentes.

La ruralidad en asentamientos humanos que el propio INEGI niega llamarlos rurales (a pesar de que ni siquiera cuenten con 2,500 habitantes) es ambivalente,  el sujeto fuera de su rutina y sus circulos sociales (reales o virtuales) vive bajo la influencia eterna del espacio vacío, intesrticial, marchito, yermo. En municipios como en el que me ha tocado vivir este par de últimos años, son más las localidades dadas de baja que aquellas emanadas de un asentamiento irregular. Rancherías donde personas adultas de entre 25 a 40 años nacieron, hoy en día son lugares en completo abandono, dónde su pasado poco a poco es borrado de forma culminante por el paso firme y despiadado de la naturaleza que reclama lo que siempre había sido suyo.

Dichos lugares (si así podríamos llamarlos), solamente contendrán algún significado para aquellos que nacieron allí y aún recuerden los primeros años de su existencia. No obstante, en el momento de volver, lograrán atisbar el fenómeno que ocurre y es diamentralmente opuesto a lo que se dice del medio rural: la vida transita lenta y con calma (valga el pleonasmo). Solamente en lo superficial así suceden los hechos, no obstante, tal como pasa en la historiografía donde el tema de “los otros”, los “olvidados” o los “excluídos”, los espacios insterciales rurales son muestra decadentes del paso desafortunado del hombre con dicho espacio.

Las nuevas generaciones, arropadas en cabeceras municipales o en sus delegaciones, nacen, se desarrollan y crecen, sin considerar nunca que sus padres nacieron en alguna ranchería, dónde vivieron un sin fin de experiencias o remembranzas y dónde adquirieron la experiencia de la vida necesaria para salir adelante y darles a sus hijos lo necesario para facilitar la cruda y díficil realidad que en el pasado les tocó vivir. Dichos espacios, abandonados a sus suerte, en ocasiones guardan un baluarte histórico, cultural, religioso o icónico que la población local reconoce de forma indudable.

La historiografía se encarga también, de darle la espalda a dichos espacios para centrarse únicamente en el eje nominal del hombre. Las obras para reconocer a sus personajes ilustres de ninguna manera servirán para recordar a los lugares que alguna vez, alojaron a los individuos que socialmente le dieran razón de ser, sino al lugar en dónde la población local, decidió concentrarse en gran magnitud. Mientras los adultos mayores caminan cada vez a un paso más lento, mirando el suelo, con su bastón yendo hacia la iglesia, los lugares intersticiales rurales son cubiertos en poco tiempo y sin que nada los detenga por la naturaleza virginal, que alguna vez les permitió asentarse en dicho espacio. Los ladrillos de adobe se carcomen poco a poco con el paso del viento, la lluvia y el crecimiento inusitado de la flora y fauna.

El espacio con un significante y significado para un grupo muy específico de seres humanos, se corroe como el luger lo hace en su memoria. Aquí no existe dispersión ni falta de centralidad, sólo un espacio vacío que ha sido olvidado por aquellos que otrora decidieron habitarlo. Los intersticios rurales nunca mueren del todo, se aferran a seguir de pie, intentan a toda costa seguir siendo una obviedad de civilización para futuros visitantes, aunque éstos últimos no logran captar siquiera, una reminiscencia dispersa, de todo su significante como lugar.

Dichos lugares nunca podrán ser recuperados, nunca podrán volverse un atractivo turístico ni ecológico ni de masas (aunque quizá sí su medio natural paisajístico), quedarán puestos a un lado de todo proceso de resturación o conservación, y aún así, no podrá decirse jamás, que nunca habitó allá uno o varios seres humanos quiénes alguna vez (dirán aquellos arqueólogos en un futuro que no podremos ver) legaron a la historia del hombre un lugar y una hazaña que podrá ser extraída de la tierra, para así alimentar a la historiografía de los hombres, y no del lugar que siempre estuvo ahí, inerme e inerte a la espera de volver ser habitado, para repetir dicho ciclo de espacio intersticial.

martes, 21 de agosto de 2018

A un año de vivir en el “sí” lugar

 

Totatiche-Jalisco[1]

¿Se han preguntado lo angustioso que podría ser vivir en la ciudad si un día las vías de comunicación se cortaran, si las señales de radiodifusión se perdieran por horas o incluso días, si se cayera el servicio de internet o no pudieras realizar pagos con tarjeta o retirar del banco? O simplemente, ¿si tu lugar de trabajo se encontrara a 200 kilómetros de tu lugar de residencia? Yo tampoco me lo he preguntado, pero lo he vivido en carne propia por más de un año y creo, sin temor a equivocarme que en mi interior existe una pugna de territorialidad y de cosificación del “si a uno sí o al otro no” lugar.

En mi experiencia personal el ir y residir cada semana laborable (de lunes a viernes) en un lugar apartado de la ciudad donde nací ha sido algo inédito, raro y aparentemente anacrónico si se revisara mi biografía de manera determinista. Es desde luego verdad que los trayectos se disfrutan, que el paisaje aunque supuestamente idéntico siempre muda en los detalles más minuciosos, y que el poder apartarse de la jungla urbana, para trabajar respirar aire puro vale mucho la pena.

El día de hoy, mientras dormía y dejé que el capitán tomara el timón de mi pequeño vehículo mientras disfrutada de una ligera y curveada siesta a un lado del mismo, tuve un pensamiento, una preminisión, una epifanía, una aparición de la señora de las bubis. Después de analizar globalmente todo el contexto que envuelve y alimenta la tarea titánica de mantener y presentarse a un empleo otrora cercano, creo que ya ha llegado la hora de realizar algunas observaciones.

En primer lugar, y el motivo por el cual escribo esta pequeña entrada de blog (no sé si me extienda, pero quien me conozca lo juzgue) es esa idea que se me vino a la mente cuando recordaba los conceptos físicos fumados del Mtro. Armando de Geografía Física en la cual tenías una imagen creada del pasado, y otra del cómo se veía en la actualidad. Algo de ello, aplicado al conexto local en el que Guadalajara fungiría como esa imagen moderna hinchada que se tiene de lo “actual” y el pueblo donde resido como aquello que trae remembranzas de lo que deberíamos llamar “país extraño” pero que todos le dicen pasado.

Si colocáramos de lado los avances tecnológicos y nos centráramos en el contexto y la imagen que ambos lugares proyectan a los sujetos que ahí residen, podríamos distinguir tales “imágenes”, pues no son estáticas sino dinámicas, se contruyen en el mismo espacio temporal, pero aún así, sus movimientos y características son terriblemente diferentes. Pareciera como si todas las teorías de modernidad y pos modernidad ignoraran la existencia de los “sí” lugares, los cuales se encuentran conectados a los procesos que describen, pero en cuyo seno y contextos los sujetos contruyen su realidad, sus imaginario sociales y su personalidad de una manera diferente, pasada, vintage.

Y con vintage no me refiero a toda la tendencia social y económica que ello conlleva (y que involucra a todos esos hipster que se ponen hasta sus chanchas en la zona Chapultepec), sino al hecho de tener de frente estructuras económico sociales que se creían superadas, e inexistentes en el prometedor presente. Dichas estructuras, ignoradas por los académicos, pasadas de lado por los movimientos sociales que buscan la libertad absoluta del beharviorismo individual no sólo son reales sino que además, se mantienen en un estado casi inapreciable.

Sería extramadamente sencillo transformar las imágenes a color que capta nuestro rango de visión como seres humanos por una acromática, en donde los detalles en blanco y en negro nos revelaran que efectivamente, se está viviendo en un contexto que no sólo irradia al pasado sino que se contruye en el presente per sé. Con ello no quiero decir, ni afirmo de forma indirecta que vivo en una simulación ni mucho menos, sino más bien, intento recalcal cómo no sólo los gobiernos o los habitantes de la ciudad o los académicos que en ella habitan minusvaloran territorios extra urbanos, só pena de que exista todo un movimiento globalizado que se alinee a los principios conservadoristas o en protección de tal o cual factor. Estas chorradas que ni yo mismo estoy entiendiendo del todo, podrían responder a cuestiones tales como, ¿es posible volver a vivir el pasado? ¿Ese país extraño no serán más bien los “sí” lugares? ¿Cuál es la construcción de la posmodernidad en lugares donde pese a la existencia de todas las comodidades informacionales del presente, se viva con procesos completamente incompatibles?

Sólo el tiempo y otra epifanía con referencias bibliográficas a punto, nos lo dirán.

Pd. Sino entiendieron mi sátira a Auge, les recomiendo leer su obra es harto interesante.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Paisaje de dioses, territorio apropiado, debilidad del lugar

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Quisiera inicar esta entrada, disculpándome francamente, por no haber publicado material en una escala temporal considerable. Comencé a vivir en un pueblo, uno de mis sueños más preciados, y aunque de inicio puedo decir lo satisfecto y armónico que ha sido respirar aire limpio y disfrutar de un paisaje exótico quasi etéreo e impoluto, no podría dejar pasar, la oportunidad para escribir, de forma anedóctica, presencial, subjetiva y con un toque de teoría, lo que el municipio donde actual radico me ha dejado en mi imaginario geográfico.

En la escala temporal de casi seis meses radicando en los límites de la región norte del estado de Jalisco, he podido entender el porqué se dice, de forma diferencial e indiferente, que la región es conocida como “la más olvidada” de la entidad federativa, lo cual choca con la realidad apremiante que sin duda, corrobora de forma relativa el argumento predecesor. Dichas palabras, parecen decir que las altas tasas de migración, probleza y la desaceleración del crecimiento natural de la población, sean una realidad, y justifiquen lo que se dice de la zona. Pero no. El municipio (del cual no daré nombre pues sería bastante obvio saber a cual me refiero) se encuentra en el límite estatal, zona de limbo, y donde sin duda alguna, los gobiernos de los estados se “pasan la bolita” sobre la responsabilidad que conlleva pertenecer al sistema estatal federalista.

Servicios, relaciones comerciales, familiares, institucionales, se relacionan más con el estado vecino de Zacatecas y no con el que propiamente está suscrito el municipio. Como dato curioso, antes de que existiera la excensión de gasto por llamada nacional, las comunicaciones que se realizaban hacia el pueblo de Colotlán se cobrabán como si la demarcación vecina, estuviera a cientos de kilómetros de distancia. Éstas relaciones indirectas, han beneficiado a los pobladores, trayendo consigo servicios que difícilmente el estado de Jalisco podrían proveer de manera eficiente. No obstante, dicho proceso que en un primer plano supondría ser positivo, en la praxis territorial, cultural o política, se torna un problema de difícil solución.

Al relacionarse de manera directa con instituciones y empresas del estado vecino, por ejemplo, no se han hecho esperar los conflictos de intereses. Éstos se manifiestan, principalmente, con el tema de los transportes. Por algún tiempo, mientras los camiones foráneos Rojos de los Altos dejaron de ofrecer el servicio que conectaba al pueblo con Zacatecas, Colotlán o la ciudad de Guadalajara, otro tipo de transporte acaparó el mercado de forma semi ilegal, las camionetas colectivas características de municipios tales como El Teúl de González Ortega, Trinidad Garcia de la Cadena, Momax, Atolinga, Tepechitlán o Tlaltenango “Transportes Estrada” en poco tiempo se adueñarían del único medio de comunicación que los conectara de manera real (no virtual, subjetiva o transmoderna) con el mundo exterior. En una escala local, no podría faltar el típico conflicto entre los taxis establecidos (3) y los uber’s (mototaxis).

Los pobladores sufren por un choque de identidad que pocos logran identificar de forma coherente. La localidad en donde resido se caracteriza entre otras cosas, por su holgada tradición religiosa (católica), su rechazo irrevocable a nuevas tendencias o manifestacióones de libertad artística, sexual, económica, o social. Es una localidad semi conservadora, mantenida gracias a las remesas propias de la misma migración al país vecino norteamericano, y unas cuantas pequeñas o quasi mediana industrias como lo es la fábrica de los chocolates Alcalá, o las botanas típicas de El Petacal. Pero, ¿Por qué no decir que es conservadora a secas?

La localidad palidece de varias patologías sociales las cuáles pasarían desapercibidas si la persona que redactara lo que usted está leyendo fuera oriundo del lugar. La figura del “otro” del “llegado del exterior”, los “citadinos”, no es bien recibida por el grueso de la población (dicho sea de paso, personas adultas y adultos mayores). Las miradas y las expresiones que se atisban al visualizar una persona de fuera en una primera instancia, parecería ser semejante a la que los canedienses evocan al observar detenidamente a un mexicano de piel morena oscura. Bien valdría la pena decir, que para los pobladores, más allá de su pueblo, no hay mucho que ver, ni recuperar. El exterior es visto como algo hostíl, propio quizá de la teoría filosófica de Bechelard.

Ideas que en las ciudades actuales mexicanas que luchan por estar dentro de los procesos de la globalización, como la lucha por la igualdad de oportunidades en ambos géneros, la protección a los animales, la erradicación de la misoginia y el machismo, entre otras más, simplemente no importan. En estas localidades se sigue dibujando aún, los roles del género propios del México de hace 30 o 40 años. Esto en el plano ideológico claro, y en la práctica “bien visto” por una buena parte de los pobladores. Aún así, y gracias a que el internet llegó a la localidad poco después de la llegada del milenio actual, existen personas, contadas casi con la palma de los dedos, que son aptas para recibir el galardón de los activistas del pueblo. Dichos sujetos, recuperan las buenas prácticas de la ciudad e intentan emular su impacto positivo en la sociedad local.

Es importante recalcal que cuando hablamos de activistas nos referimos a jóvenes adultos, y adultos en general. Ese porcentaje de la población que, sin duda alguna, interactúa de manera más activa con las tecnologías de la información modernas. El grupo poblacional que sufre en mayor medida de las patologías, y que son la razón por la cual puedo atreverme a decir que existe un choque de identidades en el pueblo son la población joven, con quiénes por trabajo y cercanía empática posmoderna interactúo en mayor proporción. La juventud sueña con irse a la ciudad, sueña con tener un empleo donde les digan qué hacer, sueñan… pero en ese devenir, su percepción, y sus imaginarios van más allá de lo que sus padres o sus abuelos quieren de ellos. Tal parece que los modos y costumbres, las tradiciones y las prácticas sociales de antaño, para ellos no es una prioridad. Aunque una buena parte de ellos, aún conserve el valor intangible religioso y algunos, formas de expresión positivas en relación a los adultos o adultos mayores.

Cuando se habla de patologías, debe diferenciarse entre aquellas llegadas del exterior (como bien podría ser la inferencia del narco en la localidad) y aquellas propias del pueblo per sé (alcoholismo, violencia doméstica, falta de educación, exclusión social, y un caso anómalo de bajo capital social). Las cuales si bien no son alarmantes ni tendrían que poner en el mapa a la localidad con un color rojo, sí terminan manchando, en mayor o menor medida, la percepción que bien se podría llegar a tener de la localidad durante una corta estadía por sus calles. En relación con el alcoholísmo, una de las cosas más alarmantes es que los jóvenes y adolescentes consideran “sano” beber bebidas alcohólicas, lo cual choca irremediablemente, con esa imagen sacra y límpida que se tiene sobre el pueblo y su gente.

Regresando a la escala regional, debo puntualizar que me refiero a un municipio de la zona norte del estado, caracterizada por su poco peso demográfico, una dispersión espacial de las localidades muy marcada, así como identidades incompatibles, las cuáles pueden existir en un mismo municipio. El pueblo, no funge de ninguna manera como una rosa de los vientos, no tiene una traza urbana de la cuál agradecer. Es realmente anómalo y atípico, que su traza de plato roto no se explique por la actividad minera ni alguna afín. El municipio palidece a la hora de cohesionar los intereses e identidades de sus habitantes. Es también, de los pocos casos en que la cabecera municipal no es la localidad con mayor peso demográfico. Temastián, delegación municipal, es un referente a nivel estatal, nacional e internacional por su tradición de cantera y su icónica iglesia del Señor de los Rayos. Más de alguna vez, ha querido consolidarse como un municipio más de la región, aunque por razones demográficas, territoriales y económicas, difícilmente logrará tal hazaña. No sobra decir que también en el aspecto social (verbigracia sus patologías sociales), urbano (una traza mucho más ortogonal e higienista), económico, religioso o cultural, existan marcadas diferencias.

Yendo hacia “El Alto” o las rancherías que es emplazan subiendo por la carretera a Atolinga, Zacatecas, se puede notar como éstas, además de tener una identidad bien marcada, se distancían sobremanera del municipio, y hasta del estado. Manteniendo la mayor parte de sus relaciones multidimensionales con la localidad del estado vecino. El transporte colectivo de los Estrada’s, les provee su único medio de transporte colectivo para entrar y salir de sus localidades en ausencia de vehículo propio. Cabe resaltar que aquí logran atisbarse ciertas patologías sociales “externas”, y la exclusión social por poder adquisitivo propio de las grandes ciudades. Dicha población puedo decir, sería en un plano idílico utópico, como el más merecedor de la percepción que se tiene de la gente del municipio, aún y considerando que se población con respecto a la población total, sea marginal o escaso.

Dicho lo anterior no debe presuponerse que todas las personas sean iguales, y por ende sus formas de pensar sean idénticas. Existe una pluralidad social, y diferentes perspectivas, y actitudes en la población local. Y creo que ello, aunado al paisaje quasi impoluto y natural que caracteriza al municipio, son factores por los cuales disfruto y valoro mi estancia y trabajo por aquellos lares. Pasaré ahora a mis típicos debrayes neo romanticistas del paisaje y el espacio geográfico.

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El camino que conecta a la ciudad de Guadalajara con la localidad a la que cito de manera indirecta, es conflictiva, irregular y con nulo mantenimiento desde su construcción. Hasta hace poco más de 30 años, los pobladores locales tenían que dirigirse a Zacatecas y tomar una desviación para llegar a la ciudad. Viajes de hasta 12 horas tenían que ser realizados para conectar ambos lugares. Ahora, pese a las condiciones desfavorables de la carretera Tesistán Malpaso los tiempos de recorrido se redujeron considerablemente. Viajes que van de 3 a 4 horas son suficientes para arribar a ambos extremos.

Sin embargo, lo verdaderamente valioso del nuevo camino, aquello que provoca en el sujeto acostumbrado a la ciudad, sus edificios, calles y concreto, es sin ninguna duda, su paisaje natural. Desde los límites entre Zapopan y San Cristóbal de la Barranca logran atisbarse las rugosidades del espacio, la formación de nuevas tierras, emplazamientos de pueblos, cultivos y viviendas imposibles, lugares que sin darse cuente, podrían ser comparadas con los típicos paisajes naturales orientales, o sudamericanos. Grandes mesetas en formación se erigen y atisban desde las proximidades del Teúl de González Ortega, y este tipo de formaciones geológicas también existen en el municipio.

En las zonas del “Alto” por las mañanas, y más cuando se cultivan los barbechos, se vislumbra un paisaje típico de postal europea, un altiplano donde se cultiva el maíz y frijol cubierto por una densa niebla y un sol naciente en su horizonte es una de las imágenes más recurrentes al pasar a una hora determinada por el lugar. La presencia de los alacranes, las serpientes de cascabel, los búhos, las tortugas de río, los tlacoaches, lagartijas y los muy numerosos chapulines y demás insectos de considerable tamaño hacen que la estancia en el lugar no pase desapercibida.

El clima, extremoso, cálido sobremanera en primavera y el verano, y extremadamente frío por las noches del invierno, provoca una inversión en el espacio incuestionable. Colores de la vegetación que cambian según la temporada, los insectos y la fauna típicas de ciertas temporadas. La rara pero aún existente presencia del águila mexicana en las inmediaciones del pueblo, puede ser razón suficiente del orgullo que sus habitantes tienen por su localidad. Además, habría que hablar de su gastronomía, el pan,  las gorditas de guisos, los churros con frijoles y verduras, los típicos lonches con pan blandito, los deliciosos elotes cocidos o tatemados en temporada, los cacahuates, las nueces, los chayotes, las plantas de orégano fresco que encuentras en las zonas boscosas naturales, son razones suficientes para disfrutar, valorar y enaltecer a un municipio en un región distante, donde sin duda existen las desigualdades, donde también hay inseguridad, donde también existen conflictos de una y mil formas.

No obstante, y pese a lo mal que un principio describí el contexto social del lugar. Su apartado natural, su apartado agrícola ganadero, su apartado paisajístico climático, parecen menospreciar tantas ambiguedades. Incoherencias del espacio que no podrían ser explicadas desde lo físico o social propiamente. Tampoco podrían ser relatadas de forma anecdótica por el cronista municipal sin el espacio que circuanda al pueblo, personas y sus diversas y disímiles práticas. El espacio al que me refiero también tiene un importante valor histórico (fue una de las zonas donde más penetró el movimiento de “La cristiada” o la guerra cristera), arquitectónico, histórico, y por desagregación, geográfico.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Aproximaciones eónicas a la cuestión de “¿Qué es una ciudad?”

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“Repesentación de Tenochtitlán encontrada en el libro For Space de Doreen Massey.”

En las vísperas de un año nuevo, vida nueva, la definición y caracterización de una ciudad se ha ido cubriendo de una serie de carecteres, códigos semióticos que en más de una vez, ven transtocados los principios que le dieron una razón de ser (los emanados de la propia modernidad) obnublilando esa concepción clasicista con la cual, tanto los adeptos a la geografía como la sociedad en general, creían que delimitaba teóricamente la originalidad de sus habitáculos.

Para algunos (aquellos que prefieren partir de una cosmovisión eurocentrista y occidentalista derogando completamente a las cosmogonías minoritarias), las primeras imágenes de la ciudad se remontan a países como lnglaterra, Francia, España, entre otros más. Para la historiografía de la ciudad basta con recordar las primeras grandes civilzaciones como la Antigua de Egipto. Otros, aquellos deseosos por rescatar la imagen de los dominados como lo quiso concretizar la escuela de Fráncfort, se centraron también en analizar las primeras grandes aglomeraciones en sus territorios datados mucho antes del propio nacimiento del estado moderno.

Hasta antes de la década de los setenta (los años de la gran debacle de la ciudad occidental desarrollada) del milenio pasado, la ciudad podría definirse como una aglomeración de personas, infraestructura, y cadenas de producción caracterizadas por el comercio y la industria. Una definición que peca contundentemente de un parafraseo cargado de ignominia, claro está. Empero, y gracias a un subcapítulo del libro de Néstor García Canclini “Imaginarios urbanos”, creo conveniente aclarar la posición de la propia cosmogonía respecto a la ciudad, y no sólo la pobre y hasta superflua perspectiva tomada por dicho autor, al escribir que la definición geográfica de una urbe determinada, sigue los lineamientos organicistas propuestos por la Escuela de Chicago.

Pues bien, una vez que también he considerado de forma generalista el devenir histórico de la ciudad (podría agregar las notas emanadas de la obra de Morris “Historia de la forma de la ciudad”), debo decir que este concepto geográfico en particular,  cada día que se solapa sobre otro, cada segundo, cada hora en el que presente fue hace simplemente un par de clics, se torna tan complejo de definir como la clicheada frase de buscar una aguja en un pajar.

En un comienzo, desde la propia posición geográfica y en términos generales, la ciudad ha sido catalogada como lo opuesto al campo, o bien, aquella partitura del espacio que está sometida a reglas y funciones diametralmente opuestas a las encontradas en regiones del interior. Una movilidad social inusitada, una diversidad cultural e informacional creciente, una mayor aglomeración de personas en un sector más compacto de territorio contra una movilidad social escasa, una idea social generalizada que inclusive podría considerarse como pensamiento único, y una población dispersa aunque comunicada, son algunos de los descriptores que comúnmente se hacen tanto de lo urbano como lo rural.

En nuestra disciplina, los estudios de carácter urbano se han avocado, ciertamente, a desenmarañar los detalles alusivos a la forma y no al fondo de las ciudades, intentando desentrañar las relaciones entre el hombre medio, aunque en ocasiones, se llega comparativas insulsas donde los cortes temporales son cada vez más contemporáneos y efímeros. Todos creen saber las etapas de crecimiento de una ciudad, las diferencias entre la ciudad en el primer y tercer mundo, la forma de la ciudad en Europa, y la establecida por la corona española durante la dominación de los países latinoamericanos en la colonia, aunque pocos, quizá sólo un puñado de curiosos siniestrados, se han preguntado alguna vez de forma simplista y tajante ¿Qué es al día de hoy, una ciudad?

No deberíamos de ninguna forma, recusar los planteamientos de Milton Santos al ubicar el tiempo que vivimos como el dominado por un medio técnico científico e informacional, ya que dicho constructo debería ser recapitulado para poder entender a la ciudad en la actualidad. En términos lacónicos, y usando la teoría de Hartshorne en alusión a las fuerzas centrípetas y centrífugas que caracterizan a un estado o región con una razón de ser cohesionista o separatista, una ciudad sería una serie, una amalgama de factores centrípetos que la cohesionan, la dotan de una identidad y le dan una razón de ser. Esto claro está, desde un plano ideográfico y poco morfológico, visual o funcional.

Como cada objeto en el espacio (seja qual for…) ésta ocupará un espacio, una pequeña o basta fracción de superficie terrestre en la cual logre desenvolver sus actividades y ligarse a ese medio técnico científico e informacional del siglo XXI. Muy al contrario de las ideas que la escuela de Chicago intentó utilizar para explicar a una urbe “como la localización permanente relativamente extensa y densa de individuos socialmente heterogéneos”, y aunque coincida con la visión de Canclini sobre el hecho de que se ignora contundentemente el devenir histórico y genetista de una ciudad,  no es de extrañar que dentro de las definiciones que más atinadas se encuentran a una situación actual, emanan desde una perspectiva espacial.

Aunque hace un momento utilicé una partitura muy básica de los postulados de un geógrafo de intencionalidad nomotética, debe entenderse que por más intentos que se hagan por formalizar una definición de la ciudad en unos tiempos tan crucialmente complejos y heterogénos como los de hoy, en donde todo parace indicar que nos acercamos cada vez más a la indefinición e irracionlidad, en donde las estructuras sólidas que caracterizaró a la corriente moderno temporal se atrofian, ésta deberá adaptarse a nuevos nuevos tiempos, contextos, lugares. Grosso modo, puede existir una definición genérica de ciudad, pero ésta variará de acuerdo a toda la serie de factores espacio temporales que singularicen o no, a una urbe en específico.

En términos espaciales, es extremadamente sencillo ubicar en el espacio a una ciudad, ignorando su historia, su emplazamiento, situación o devenir histórico. Los nuevos sistemas geomáticos como el Google Earth acercan a las personas a la imagen, casi siempre idílica y extramadamente comercial, de una aglomeración urbana. Dichas imágenes intentan “mostrar” y “destacar” una serie de hitos puntuales que forman parte de las mismas, pero que no pueden de ninguna manera aludir a la ciudad entendida como un todo complejo.

Para alcanzar el todo complejo que podría coadyuvar a la definición puntual y específica de X ciudad, sería evidenciar el tipo de organización social, la riqueza cultural y el tipo de relaciones societarias que transmiten a sus áreas de influencia y a la red global. Una forma sin fondo sería volver a esa idea tan anticuada pero necesaria  para el estudio de la geografía en la actualidad, en la que al espacio se le considera como un contenedor de objetos, formas y sujetos, capaces de establecer principios generales siempre que existiera una conditio sine qua non  como es la simplicidad.

La actual propagación de la teoría del pensamiento complejo, y las formas teóricas cada vez más desarrolladas sobre la forma de organizar los habitáculos, sólo evidencian que la ciudad, para ser definida, necesitaría a regañadientes un nuevo paradigma capaz de responder a problemas complejos por un lado, y a simplificarlos para poder deducir principios genéricos generalizables. Dicha tarea que parece en la superficie sencilla y pragmática, es el cúlmen de una serie de giros epistémicos, cuyos aportes cada vez más caducos en la actual espiral de tiempos efímeros o fugaces, logren consolidar una cosmogonía con la cual los sujetos, deseosos de una definición de sus urbes y de ellos mismos, pasen de ser ciudadanos del mundo, a estar-en-el-mundo.

Addenda: Y a la pregunta, ¿dónde quedan los problemas sociales, la perspectiva radical, los temas de desigualdad? ¿Qué respondería una definición de la ciudad? En términos lacónicos y considerando la distribución cada vez más desigual de los recursos materiales y monetarios en el mundo, una actual defínición de la ciudad, la consideraría sin duda como un campo de luchas sociales, en dónde el sujeto cobra un papel protagónico en el devenir tanto de la planeación como el desarrollo de las políticas públicas de las ciudades, aunque, en efecto, podría evenciar algo que Make Davis ya ha explicado en su narrativa, como es la idea de que hoy vivimos en un planeta de ciudades miseria.

miércoles, 8 de junio de 2016

La geografía en un mundo posmoderno: La continuación de la reificación clasicista; por una nueva pedagogía con sustento teórico (opinión)



Después de 4 años en los cuáles te ves iluminado por una serie de conocimientos sui géneris o únicos, los cuales son parte convaleciente de una disciplina que, en la actualidad, podría considerarse un tanto ortodoxa, es menester entender que la posición de la geografía respecto de otras ciencias sociales como del corpus científico en general es más bien sombrío e intermitente. Con claro, sus muy diversas y no tan fácilmente cuantificables excepciones.

A lo largo de nuestro adoctrinamiento hemos sido convencidos de forma concreta y necesaria, que esa concepción memorística, naturallista, e inclusive descriptiva, ha ido desapareciendo en un intercambio frenético con otros métodos y técnicas de investigación. Actualmente, no existe aún un libro base, una teoría base, ni una sola cosmogonía de la disciplina, al contrario, una vez que el mundo se complejizó, una vez que la tendencia posmoderna se afianzó, no entendiéndola por su contexto sino por sus implicaciones culturales, económicas y políticas, la forma de ver los fenómenos ha sido carcomida, hasta tal punto en el que, sin una adecuada preparación, sería imposible indagar sobre las problemáticas más intrascendentes de la vida diaria.

Sí, en la posmodernidad, lo intrascendente también es complejo. Y esto se debe en parte a que una categoría básica de la disciplina se ha expandido, sino que inclusive, podría considerarse consolidada e impuesta en un sentido que creemos, ha sido más persuadido que obligado. El ecúmene, aquel espacio habitado por los hombre en su acepción griega es sólo el principio de una categorización que transgrede la propia separación societaria que a lo largo de los últimos siglos se ha conocido con el binomio oriente-occidente. Sí, el mundo de los salvajes y el civilizado.

En su acepción completa, el ecúmene, u oukúmene, refiere a la tierra habitada por los hombres civilizados, en donde los salvajes no existen o se encuentran en un proceso civilizador. Pues bien, la actual tendencia posmoderna y neoclásica basada en el laissez-faire, parece ser una analogía perfecta, sino es que también el culmen de dicho proceso. Al ya no haber tierras inexploradas (al menos, superficialmente) las metas de la disciplina cambiaron, y dejaron de lado esa intentona difícil e intempestiva de continuar describiendo de manera diacrónica la forma y el fondo de los territorios. Ahora inclusive, se vuelcan las cosas a conocer e interpretar las esencias y características del lugar, ya no con una potencialidad estatal u oficialista, sino como un factor en donde el desarrollo y la mejora en calidad de vida de las personas locales se vuelven menester y meta.

Pero, mientras la geografía da estos giros tan necesarios y pertinentes en el nuevo siglo, ¿que ha pasado en la percepción del ecúmene por parte de los otros, aquellos que no ejercen ni conocen de forma conjunta la praxis geográfica? Como hipótesis se debe decir que quizá, la concepción griega del ecúmene y la visión naturalista aún siguen vigentes en un mundo que los rechaza y los confirma de forma análoga y latente. La no geografía es mayoría, y no es 50 más 1, ni siquiera un 80, u 90, es grosso modo, todo y nada. Sí, tal y como es la esencia misma de nuestra disciplina, saber sobre la mayor parte de las cosas, y a la vez no profundizar en alguna sensu stricto, aunque ello tampoco sea universal.

Por ende, la universalidad geográfica no es la que el geógrafo construye, sino la que la sociedad ha creído que se sigue construyendo en base a las premisas más clásicas y elementales de la misma. Esa creencia generalizada, empero, más que requerir una permuta, debe permitir darle cabida a las nuevas concepciones que se constituyen y construyen en la misma. De tal suerte que la educación básica o elemental debe ser permeada de manera sucinta y lacónica por lo que bien valdría titular como "la nueva geografía en un mundo posmoderno".

En el interior de la geografía, por otra parte, las tentativas por construir una teoría generalizable, y no general o estática, deben continuar. Aunque como bien Heráclito señalaba que el movimiento era la naturaleza esencial de las cosas, en geografía, el movimiento es una cualidad adyacente al espacio y al tiempo, cuya trama es difícil de predecir, pero no por ello, se consideraría una empresa imposible e innecesaria. Las nuevas tendencias o giros en geografía, coadyuvarán a reencontrarnos con la esencia misma de la geografía, bajo una lógica espacio tiempo distante cronológicamente; dónde las bases u esencias epistémicas puede que sean similares, y no sólo eso, sino que puedan construirse a partir de un pasado en cuyo seno, aún gira ese Delfos griego, a la espera de revitalizar la forma de ver la realidad contemporánea.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Apreciaciones iniciales sobre La geografía transversal (GTP) de Claude y Georges Bertrand, ¿Una utopía?



Tal parece que el pensamiento complejo de Morin y de Gardner no tardarían mucho tiempo para aterrizar en este espacio. Espacio irreal, virtual, acósmico, o si se prefiere un no lugar vivido. ¿A quién le importa? (me rehuso a reutilizar anglicismos fútiles e inútiles teniendo una lengua (ojo lenguaje) tan rico y vasto como es el castellano). Como he publicado con antelación, esta entrada nace como un atisbo a posteriori de un curso de actualización orquestado por el único (al parecer) profesor con el suficiente conocimiento y revisión del texto original en francés de Georges y Claude Bertrand, A. Zeromski K.

Une géographie traversière. L´environnement à travers territoires et temporalites. bien podría considerarse una utopía, un fin, (y con razón, ya que se parte de un sistema basado en la teleología) que terminaría construyendo una geografía totalística, o integradora, una geografía con un sentido, y no una noción, espacio-temporal. Es por todos sabido, que su traducción al castellano, sustituyó transversal por medio ambiente, lo cual, desde mi punto de vista, no fue un error, si no que, más bien, es una malinterpretación de la traducción de un texto que quiso dejar claro, desde un principio, que su locus o climax prosaico, sería, sensu stricto, el medio ambiente. Además de que, la dichosa transversalidad, no se entiende a menos que se considere el medio ambiente geográfico por antonomasia, este es, el espacio geográfico (sí, tiene límites, y no precisamente temporales).

La palabra ambiente tiene un significado temporalmente polisémico y proteiforme. Por mucho tiempo, se relacionó a una noción naturalista que consideraba dentro de sus límites únicamente al medio biótico y abiótico existente a nuestro alrededor, en dónde el hombre no tenía ni función, ni intervención, ni alteración alguna. Posteriormente, el ambiente incluyó al hombre como un factor natural, sujeto a la propia praxis y armonía supuestamente simbiótica y homeostática en la relación hombre-medio. Finalmente, y bajo una lógica espacio temporal lineal, progresiva, o hiperprogresiva, el ambiente es una construcción sistémica en dónde lo natural ha perdido su protagonismo, bajo el pseudo control ominoso de la mano invisible del hombre (cualquier parecido con Adam Smith, es mera coincidencia y responde a una reminiscencia economicista de mi parte).

Así, el famoso movimiento posmoderno, decostruccionisma, lunático o irreverente, causó una situación en al cual "ahora por todas partes, las ideologías conocidas se desmoronan y la ascensión de la noción del medio ambiente aparece como la gran revolución del siglo XX, en el modo de pensar el mundo y, más precisamente, en las relaciones del hombre y de la naturaleza. Todo acontece como si la Tierra, la naturaleza, los cielos, y los pájaros giraran en torno del hombre y dependieran cada vez más de él, de su impacto material como de su sensibilidad y de sus fantasmas. De objetivo, el mundo se tornó subjetivo" (Dos Passos, s.f.;3).

Dicha cita, permite un primer acercamiento a los postulados de los hermanos Bertrand, ya que de forma lacónica, retrata la situación statu quo actual, en la que el ethos científico se decanta por una postura abierta al diálogo, a la multiplidisciplinairiedad o si se quiere (introduciendo a los híbridos) a la transdisciplinariedad. Bajo dichas premuras, las geografía transversal sería una geografía del medio ambiente híbrida (bajo el tercer supuesto o connotación de la palabra en la contemporaneidad) basada en un sistema no mecanicista, en dónde el fin último se encuentra, tentativamente, ligado a los procesos de globalización y a la nueva forma de concebir conceptos, otrora, irreconciliables. El ambiente es ahora, sociocéntrico.




Postulados básicos:

1. No existe "ciencia" singular o plural del medio ambiente, existe una plataforma de trabajo transversal que destaca la diversidad-pluralidad sobre todas las cosas.

2. No hay geografía sin naturaleza y no hay naturaleza sin geografía, ergo, la evolución natural debe considerar la evolución territorial.

3. Si bien existe un corte natural y social, ello no significa que no se puedan utilizar conceptos y nociones híbridas como paisaje, territorio, recursos, entre otras más.

4. La conjugación de múltiples diversidades y pluralidades que separan el medio ambiente (geodiversidades sociales, geosistemas antrópicos naturales). Aquí es donde entre la complejidad en el juego.

5. Considerar una trayectoria espacio-temporal multidimensional del medio ambiente. "La catástrofe dicha natural, y la crisis, dicha social, pueden conducir al catastrofismo se nosotros no las colocamos en sus temporalidades específicas" (ibídem).

6. La naturaleza no es lo que ella era. Paulatinamente, emerge en el corazón de lo social, una naturaleza regenerada post facto.

7. Socializar el medio ambiente, esto es, modificar la finalidad del sistema (desarrollismo), superar la mesología y la etología para entrar en el análisis de las estrategias sociales (acción) y los modos de representación (modelización de la sistematización).

8. Espacializar el medio ambiente. Abandonar su sentido "biodiversidad-céntrico" por otro "geobiosociocéntrico".

9. Antropizar el medio ambiente. Entender que sin el hombre y sus acciones, el medio no puede ser entendido en su totalidad.

10. Hibridizar (con auxilio de conceptos clave, y metodologías y teorías transversales o conexas) el medio ambiente.

11. Historizar el medio ambiente. Darle continuidad a la lógica de las propuesta del concepto ambiente, precedentes.

12. Patrimonializar el medio ambiente. Encontrando la unidad funcional del espacio, o si se quiere, diafanizando el paisaje.

13. La creación de una geografía más didáctica y pedagógica.

Las 3 entradas del sistema GTP parte de un sistema teleológico interrelacionado entre el geosistema, territorio y el paisaje. Esto quiere decir que los 3 no parten de un especificidad sino de una totalidad. Así, el geosistema no sólo sería el recurso o la fuente con una connotación enteramente natural, sino que consideraría el devenir axiomático hombre naturaleza. El territorio, por otro lado, bajo la noción de limitar o cercar, representa la lógica espacio temporal de las sociedades, el recurso estaría intricado en la política, el mercado y el sistema jurídico. Y finalmente, el paisaje representa el espacio tiempo de la cultura, y de todo aquello que no puede considerarse positivo o nomotético.

Hoy día, la geografía se reconoce como lo ciencia social de los territorios, y bajo la proposición teórica de los Bertrand, supone territorializar al medio ambiente, enraizándolo en la naturaleza y en la sociedad, fortaleciendo los medios conceptuales y metodológicos para lograr avances en el conocimiento ambiental de nuestro campo de estudios.

Si bien, con ello se demuestra que el medio ambienta es más que un concepto científico, cabe dudar acerca del cómo, y cuándo los procesos de inflexión del "paradigma" puedan permear y materializarse en una sociedad que pide a gritos respuestas y solución a los problemas. Si bien, pueden superarse algunos postulados aceptados de forma general en un pasado próximo, cabe hacerse la pregunta, ¿cuánto tardará dicho paradigma en pasar de la teoría a la acción? ¿el pensamiento complejo lúdico didáctico terminaría por facilitar su implantación? y finalmente, ¿estamos ante una propuesta realista y posible de construir una geografía holística o de sólo una teoría utópica?

La lógica espacio temporal, nos lo dirá.

Referencia:

Messias Modesto dos PASSOS. (n.d.). O GTP: GEOSISTEMA – TERRITÓRIO - PAISAGEM – UM NOVO PARADIGMA? Retrieved December 12, 2015, from http://observatoriogeograficoamericalatina.org.mx/egal12/Teoriaymetodo/Conceptuales/05.pdf

sábado, 21 de noviembre de 2015

Corolario de ideas de Miguel Ángel Troitiño Vinuesa, y atisbos.

dia-internacional-de-america-latina[1]

Simón Bolivar, de seguro hoy, ha de estar revolcándose en su tumba.

No hace mucho tiempo, mientras recordaba con pensamientos trémulos la despiadada muestra crítica de ideas eminentemente geográficas de Dr. Miguel Ángel Troitiño, deduje que sus palabras valdrían la pena recuperarse, pero no en un sentido pasivo, inerte, sino con un crítica a hurtadillas, desde lo lejos, desde aquella voz lejana que le impiden ser escuchada mientras de fondo existe ese tilinteo exuberante y apócrifo, capaz de obnubilar hasta el alma menos maniqueísta. Esta entrada, más que ser un facsímil de su exposición de ideas, es un corolario con claras muestras de inconformidad, tristeza, aunque no por ello, remita en algún momento la desesperanza en la crisis. Intentaré ser lo más breve.

El título de su plática se titulaba “Geografía y ordenación del territorio”, algo que me parece, fuera de sí, puesto que su propuesta y exposición versaba, precisamente, de un crítica a la geografía y las formas tan enclenques, en que el espacio objetivo delimitado por el hombre, es ordenado. Primeramente, señalaba que la ordenación era un campo de actividad profesional y no una disciplina, esto supera de forma intencional, el gran debate teórico inservible de si debe verse como una técnica administrativa, una política pública o una ciencia en sentido lato.

La primera crítica se resume de la siguiente forma: Asumir un compromiso aún en austeridad, con la resolución de problemas. Y al parece ello suena bastante ambiguo, pero con el pasar del tiempo, no lo será tanto. Por mucho tiempo, el planeta fue abordado en su entereza por la geografía con una intencionalidad eminentemente descriptiva, física, y en ocasiones, independiente del hombre, y hasta de los propios geógrafos en su carrera sin fin hacia la abstracción perfecta del espacio terrenal. Bajo esas premuras, parece sensato invitarnos a explicar al mundo, contribuir con el ordenamiento, y mejorar las condiciones en los habitáculos. Empero, dichas preposiciones preconcebidas fueron anuladas fatídicamente al señalar, también de manera sucinta, que el mundo actual no es controlado por aquellos con el poder de mejorar el mundo, sino por otros con el poder de imponer relaciones asimétricas de desigualdad (trayendo a colación a Raffestin). 

Por otra parte, partir de la idea de que los territorios son construcciones sociales entre los elementos naturaleza, sociedad, cultura y economía, parece lógico, pero su culminación es aún irrisoria. Quizá, sería mejor entender el concepto como un proceso, en donde los elementos aparecen entremezclados y su redeterritorializan. El trabajo multidisciplinario también trae como consecuencia una hibridación del pensamiento, un diálogo frente a paredes que en ocasiones, son inteligibles, y que cuando logran consensuar, nadie recala en la necesidad de ser uno mismo, y pensar en la materialidad colectiva.

Continuando, la geografía es, ciertamente, una disciplina que intenta explicar las cosas de manera relacional, pero ello es apenas uno de los principios de nuestra empresa. Quizá en este mundo que intenta parcelar cualquier cosa o forma de vida, tener la semilla de una curiosidad alzada sería una cuestión algarábiga, pero cuando de ello depende tu presencia o ausencia soslayado y atado ante una serie de preceptos que te obligan a acotar tu perspectiva y a ser lo más sesudo y estrecho posible, el totalismo en formación, termina en un hiperespecialización desmesurada. Lo cual, desde luego, no es del todo positivo, y tampoco negativo, si se parte de la idea, siempre y en todo momento, que lo que vemos desde nuestra ventana, es un escenario surrealista lleno de dimensiones, emociones y valores multisensoriales.

El corolario al parece correlacional con el título de su ponencia, parece terminar por distanciarse cuando hace uso, por primera vez, del término crisis. Palabra en boca de todos y quizá en la internet luche con fuerza por mantener la hegemonía lexicológica frente a términos tan artificiales y efímeros, como facebook, like, youtube, o tuit. Y por efímeros me refiero a la escala de años, porque, si bien, la red ya controla buena parte de nuestras vidas, no hace lo mismo con nuestras realidades, esas ventanas vernáculas que en ocasiones no ser archivan, y que es imposible frenar.

La crisis a la que alude, se entiende como la capacidad de no entender la diversidad y riqueza del planeta. Y que su crítica en el binomio biodiversidad-multiculturalidad es una realidad en demasía, comprobable. Existe también, una idea de que el desarrollo y crecimiento no son iguales, de ahí que cite con detenimiento la teoría del decrecimiento y el ingente menester, de reducir la brecha de la desigualdad mediante la distribución más equitativa de los recursos. Algo, ciertamente, en boca de todos, y de hecho, como el devenir de muchos, pero en la praxis indebidamente muerto.

Para resolver dichos problemas, desde su particular opinión ofrece como alternativa la construcción de una nueva cultura territorial y el crear un nuevo modelo de desarrollo. Palabras muy bellas pero poco armoniosas, debido a que se proponen desde una realidad distante post crisis, o mejor dicho, ex post de la misma, como es el conocido caso español. Hay una gran lista de competencias no descubiertas y aplazadas en la sociedad local que bien podrían refutar sus planteamientos, pero que, como vivimos solos con una cultura malinchista, creemos que una realidad diferente alterna se construye desde fuera, y no, como fueron los estudios de caso que a Milton Santos lo llevaron a escribir Por uma outra globalização, en dónde se descubren potencialidades desde lo local, desde los barrios más bajos y que son sinónimo de pobreza cultural, como una esperanza, oculta pero vida, arrebolada aunque empática, humilde y compleja. Por tanto, quizá, más que buscar nuevos modelos, lo mejor sería terminar con ellos y pensar en una nueva forma de construir habitáculos donde el ser humano sea inma y trascendeltamente una parte más del mundo, y no un transformador del mismo, como bien señala Heidegger en varios de sus libros y ensayos.

Una de las ideas que más estuvo presente en su presentación de idea, fue aquella de que la cartografía no es neutra, de hecho, nunca lo es. En su empresa de representar un mundo objetivo en un plano bidimensional, el geógrafo termina presa de su misma trampa. Un autosuicidio, de los que pocos (como Brian Harley) están concientes. Lo que tal vez habría que crear, es mapas que explícitamente reflejen una intencionalidad que es real y que no intenta conformar una verdad.

Si el saber geográfico se remite a una cultura territorial y a las relaciones que de ella emane, habría que saber, con gran acierto, impregnar al ordenamiento dicha fórmula. La capacidad de pensar es el bien más valioso de todo académico, y que cada se pierde, no porque se deje de hacer ciencia, sino porque se deja de filosofar. Esa impetuosidad le ha costado al planeta una dominación casi conditio sine qua non existe una huella del hombre. Huella que ya deja de ser solamente ecológica, y que lo es también, social, económica, cultural, y también, geográfica. De esa manera, creo que la capacidad de observar es necesaria, pero no es la única y de hecho, de todos los órganos de ser humano, es el sentido (la vista) que mayor potencialidades tiene de ser restituido mediante el desarrollo de otros que han sido, en los últimos siglos, relegados a un plano meramente complementario en el mundo occidental.   No sé si es porque en este momento me encuentre escuchado música de Shostakovich, pero es posible encontrar capacidades ocultas con tal solo cerrar los ojos.

No podría estar más de acuerdo en que la clave es revertir la desigualdad, y cuya tarea de superación debe ser timoneada por una praxis política constructiva, coherente, novedosa e innovadora. Sin embargo, al menos yo atisbé su confianza y anhelos positivos bastante lejanos. Lo que podría recuperarse es la intencionalidad de crear una inteligencia territorial (y ojalá espero Howard Gardner, lea alguna vez esto), tanto en los habitantes, los que viven en el espacio banal y en los gestores o dirigentes (claro, supongo, en forma provechosa para todos). Es del todos sabido, que relación hombre/territorio es por de más ambivalente. Y su proposición de crear, desde una perspectiva moderna y enmarcada en la complejidad, una visión humanística del territorio no sólo retransformaría a los propios espacios delimitados por el hombre, sino también a la propia geografía. Esto quizás, es lo más esperanzador, aunque quimérico de su ilación verbal.

Esa prospección ideal de una realidad aún surrealista, puede ser posible si desde hoy no sólo se concientice al ser en el mundo, sino que se le inste a actuar, y no sólo en un plano meramente individual, sino como actuación en dónde no existe un papel principal ni un sólo protagonismo, sino 7 mil millones de ellos. De ahí que señale y recomiende, preocuparse por lo que pasa en el mundo. No por ser una tarea cotidiana, sino porque la transformación de las realidades podrá nacer cuando las verdades universales ya no giren en torno a los novicios de Platón y sí a los hombres geográficos en el sentido de Robert Sack.

Finalmente, habrá que señalar que aún con ello, hay que ver con ojos críticos y desde nuestro propio Aleph, una proposición a la acción que no escapa de las fervientes ideas de conservacionismo occidental. Nuestra indiferencia por la historia, por lo nuestro, y por los nuestros no sólo nos ha llevado hasta dónde dónde estamos, sino que nos ha alejado de nuestra verdadera razón de ser en mundo que cada vez más se cierra, pareceliza y ve nacer, un montón de ideologías que devienen cada vez más en la ortodoxia. Las palabras de Fernando de Paso en un discurso publicado en 1992 son tan válidas en la actualidad que terminan en ocasiones, con la confianza y la postura fija de seguir adelante. Ese “estamos solos” es una invitación a la autorreflexión, hacia una fiesta propiamente nuestra dónde nuestra raíces están invitadas, aquellas que cada día ser marchitan, olvidan, pero que no se dejan, y espero no se dejen nunca, de imaginar.

Cierro finalmente con una frase del mismo ponente, “La ciudad es mucho más que arquitectura, son espacios de vida”.