sábado, 2 de mayo de 2020

El espacio construido a través de la discurso “COVID-19” y su impacto en el dinamismo socio-natural



(Foto de las piedrotas colocadas a la salida de la carretera hacia Atolinga, Zacatecas. Muestra del efecto respuesta que el municipio Totatiche (aún “sin” casos) para evitar la probable propagación de un virus que literalmente, se encuentra libre en el aire.)

No hace mucho tiempo, una de las amistades más cercanas, queridas, y topofílicamente amadas, me dio una recomendación de escribir una entrada de blog de corte opinólogo irracional (como los de twitter) con mi percepción y reflexiones acerca del mundo que no ha tocado vivir desde principios de éste apocalíptico año 2020. Pues bien, aquí estoy escribiendo sentado en una silla para playa en posición de neandertal friki, materializando la idea, no sin antes como siempre lo he hecho desde las últimas entradas, disculpándome por dejar semi abandonado (algo así como los malls de estos tiempos) en el espacio virtual donde usted está leyendo.

Bajo mi total intuición geográfica y la forma en que las noticias, de forma desacelerada retrataban al nuevo fenómeno epidemiológico de corte nacional a corte continental, y hoy de corte mundial, decidí abandonar la ciudad (la polis para aquellos que aún sueñan idílicamente en crear una teoría del lugar con un razonamiento de corte heideggeriano pero con trasfondo nomotético empírico), para asentarme en el territorio donde trabajo desde hace más de un par de años, y que pudiendo aprovechar un contexto desfavorable, decidí darle una connotación positiva.

Vivir en un municipio dónde aún no hay casos de ese virus que tiene a todos con miedo y cerrazón, me ha sido tristemente difícil pero tranquilizante. Lugares donde la cotidianeidad del pasar de tiempo está dominada por procesos lentos, que a su vez llegan a ser cuasi imágenes estáticas del lugar y su evolución, me ha dado la oportunidad de valorar un espacio que ocupaba los días ingleses de la semana, y desocupaba los fines de semana. El factor miedo y los falsos razonamientos emotivo personales, hacen que la mayor parte de las personas que lo habitan se encuentren en un estado social inelocuente, en dónde muchos de los procesos de poder, tanto a micro como a macro escala a nivel local, están desfasados y cuya adaptación ha sido mejor para aquellos que no hayan tenido la mala surte de reconfigurar su escasa movilidad social, transformando la empoderada cotidianeidad en una proceso de estrés y exceso de trabajo desde su nicho familiar.

Al ser siempre el tiempo un factor constante que alienta la transformación y asimilación de procesos espaciales diversos en el territorio local, el municipio no ha hecho más que emular las políticas públicas en tiempos extraordinarios, que su gobernador y algunas municipalidades de diversos territorios, han ejecutado de forma apriorística, cuya imagen que trasciende desde los lugares virtuales (redes sociales) ha sido Vo-Bo (bien vista) para replicarlas en el espacio local. Ello me recuerda también un poco a las heteretopatías en dónde los geo símbolos más prominentes se repliegan de forma vehemente por todas partes, sin tomar en cuenta ni a los habitantes ni a las potencialidades que el propio lugar que ocupan pudiera tener.

El lugar bajo el nuevo contexto

Una vez que llegué de la ciudad al pueblo en dónde ahora me encuentro, noté unos procesos bien diferenciados entre cómo la ciudad y el campo asumían el nuevo contexto desafortunado. Mientras que la primera ya se preparaba para recibir el peor escenario, los municipios que uno tiene que cruzar para llegar hasta acá denotaban un contexto diametralmente opuesto, ocupado en sus mismos tiempos de existencia lentos y cuyo factor miedo (repliegue en el hogar) parecía no existir o ignorar. No obstante con el paso de los días pude ver en el espacio local cómo dicho proceso fue evidenciándose de forma lenta aunque decisiva.

Las camionetas que llevaban una bocina perifoneando en el pueblo el mensaje que las autoridades querían instaurar en la sociedad y en el comportamiento de ésta fueron un factor importante, pero no el único para entender el proceso de asimilación del nuevo contexto. Lo que realmente provocó que la dinámica social tornara la mirada al nuevo contexto fue la transformación de lo cotidiano, ya no podían ir a misa, ni a las escuela, ni hacer fiestas, o embriagarse en la vía pública (como hasta el último día antes de que rodearan con cinta amarrilla preventiva la plaza o alameda local) como antes lo hacían. Algunas personas, entusiasmadas con el nuevo contexto se sentían seguras de afirmar que dicho caos nunca llegaría para acá, que dentro de poco tiempo todo volvería a la normalidad, y que inclusive se sentían felices de que los individuos que se juntaban a tomar cerveza, mezcal o tequila a las afueras del minisúper más cercano (a tragar mierda explican) ya no lo hicieran más (aunque claro, ellos simplemente se movieron a otro lugar).

Cuando colocaron las PIEDROTAS que preceden ésta entrada de blog la reacción de la mayoría de la población fue mínima. El retén o filtro sanitario colocado en la entrada del pueblo hace pocos días fue un paso que la administración local decidió tomar para que “los de fuera” no pudieran entrar, o bien propagar la enfermedad a la que previamente habían alimentado con el miedo necesario para justificar su actuar (aunque es bien sabido que fue más bien una efecto reflejo para imitar lo que ya se hacía en otras partes). No obstante, y de forma burlesca irrisoria, un grupo específico de personas aún no dominados por el miedo y con un mínimo de sentido común, criticó de forma asertiva que dicha decisión era carente de sentido puesto que dicho retén sólo operaba por la mañana y algunas horas de la tarde.

Pues bien, toda esta narrativa acerca de cómo se ha transformado el espacio local como el efecto reflejo de las políticas públicas de contención y prevención de la enfermedad, es para ejemplificar que por más buenas intenciones que se tengan y se crea que una misma decisión puede tener efectos positivos en cualquier lugar que se imponga sin importar las características del medio ni de la población, conllevará secuelas no sólo por la minimización de las redes de poder y la movilización social, sino aquellas relacionadas irremediablemente a la realidad que apremia al contexto local en cuestión, un espacio con poca población, olvidado y discriminado por otras regiones de estado, en dónde el de afuera es catalogado y categorizado con los típicos prejuicios de un extranjero intra nacional y cuyas redes de apoyo, tanto económicas como sociales, son relativamente escasas, en un contexto de relaciones asimétricas entre ex hacendados y pobres que no son pobres.

El poder, miedo, política y narco en el espacio-tiempo

Cuando la pandemia daba sus señales de desarrollo irracional en el contexto nacional, surgieron paralelamente a la orden de “quédate en casa” una serie de factores que evidenciaban que en México, lejos de prevenir los contagios y su distribución por todo el territorio, existían 4 factores específicos interrelacionados cuyo accionar y contexto también estaban a punto de cambiar: el poder, el factor miedo, la lucha política, y el fenómeno del narcotráfico.

En el primer caso, la lucha interminable entre las oposiciones políticas y el que ostenta el poder siempre había existido en México de forma casi permanente en los últimos años. Los partidos de derecha y de centro (ahora oposición) habían criticado con uso de razón y exageración cada una de las decisiones y expresiones del ahora presidente de la república. Ésta apoyada con la mayores medios de comunicación del país, no se cansaban en señalar una y otra vez, cada letra del discurso del gobierno en turno para realizar una crítica constructiva o destructiva, aunque éstas últimas siempre primaban sobre las primeras.

Bajo el nuevo contexto, la oposición decidiría lo que hasta ahora, sería el mayor de sus errores (aunque justificados en la rutina, la costumbre, la cotidianeidad política del país) a criticar el actuar de la actual administración durante la contingencia del presente. Su uso desmedido no sólo ha desembocado en la acentuación de movimientos intra nacionales separatistas, sino también la de darle la espalda por parte de sector económico, privado, y en el peor de los casos, desde la propia administración estatal de varios de los territorios que lo integran. El estado de Jalisco no ha sido la excepción, y mucho antes de mostrar una cooperación necesaria con el gobierno central o federal del país, han decidido darle la espalda, sometiendo a sus ciudadanos a leyes de corte estatal, e intentando justificar su atropello a derechos humanos y garantías individuales a una tasa de contagios baja en la numeraria oficial.

De esta forma, surge uno de los factores sociales que más se han acentuado desde el origen de la pandemia: el miedo. Englobo aquí los actos de discriminación, rechazo, y exclusión de todas aquellas personas que están relacionadas directa o indirectamente con el tratamiento de la enfermedad, puesto que la reacción que el miedo provoca en las personas que lo padecen, reproduce una serie de ideas xenófobas, clasistas y antisociales que existen en el imaginario colectivo de la sociedad mexicana. Creer que la autoprotección basada en el miedo y en el rechazo del otro conllevará a que las cosas se resuelven de un día para otro, y que la normalidad llegaría en pocos días posteriores a su aplicación, es sin duda, uno de los mayores errores que la sociedad mexicana que ostenta algún tipo de poder y que se muestra en contra del gobierno actual, pudo cometer.

Por otra parte, el gobierno más allá de darle la seriedad y atención a una naciente pandemia como la que se vive al día de hoy, intentó minimizar e intenta hasta ahora hacerlo a manera de reducir la preocupación actual de las personas. No obstante las redes sociales, la oposición política y las noticias falsas han provocada una crisis de credibilidad a la administración actual. Han ocurrido hechos tan puntuales como la crítica y llamado a ignorar que en algunos de los mass media se ha manifestado de forma verbal, sin censura ni dándole vueltas al asunto. La figura del personaje más comprometido con el problema del gobierno actual se ha intentado manchar de esa y mil formas más. El llamado a no creer en nada y en desestimar cifras, llevará a lo única realidad que hasta ahora existe en el país: una polarización de la sociedad y de la clase política, con resultados extremadamente desafortunados en el mediano y largo plaza.

Finalmente, si existe hoy en día un factor naturalmente geográfico que ha estado cambiando su forma de organización y la forma (imagen) dentro del factor espaciante de la sociedad ha sido el narcotráfico. Las decisiones de los gobiernos locales y de los estados no han hecho más que dotar de mayor poder y autoridad a los mismos, los cuáles aún continúan con sus procesos de expansión de territorios controlados y vigilados. La imagen cruel (o humanitaria para aquellos que piensan que si el narco fuera gobierno haría "cosas buenas") que muestra cómo grupos del crimen organizado obsequian despensas a los ciudadanos de ciudades y espacios rurales son la manifestación tajante de que el narco es cada vez más un estado sobre un estado sin estado, o dicho de otra manera, un gobierno paralelo más eficaz y capaz para controlar a las personas y territorios.
La crisis de la actual clase política de México que alienta el gradual debilitamiento del Estado a manos del crimen organizado provocará que una vez que se normalicen las cosas, sean los sicarios quiénes gobiernen bajo una administración de corte autoritario, en dónde no existan las garantías individuales, ni los derechos humanos.

Nuevos Estados en la psique de gobernantes

Ante la actual y evidente crisis no sólo económica sino también creciente (generada por la oposición y por decisiones o expresiones inadecuadas) de credibilidad del gobierno actual, los gobiernos estatales que no coinciden con la forma ni la estrategia que se lleva a cabo a nivel federal, han decidido no sólo mostrar su rechazo, diferencias o críticas, sino también han establecido una agenda de políticas públicas extraordinarias que afectan únicamente a los territorios que gobiernan.

Ello ha traído consigo no sólo una mayor necesidad de recursos económicos para llevar a cabo sus planes, sino también una creciente necesidad del uso de la fuerza para poder cumplirlos. Al establecer que la pandemia puede frenarse con datos de fuentes de internet citadas a pie de página de gran reputación, prestigio y confiabilidad (ignorando la formación profesional de todos aquellos expertos en epidemiología en el país) han justificado sin saberlo, el establecimiento de nuevos estados dentro de una misma nación. Esto no sólo repercutirá en el espectro económico (que si bien es cierto conlleva a una mejor comunicación con empresarios locales que están en contra del gobierno federal), sino también en la expansión de la aplicación del factor miedo, y un creciente y continuo desapego del poder central, cuyos contenidos y decisiones tachan de erróneas.

Lo que en tiempos sin coronavirus (del COVID-19) hubiera sido un simple intercambio de ideas propios de la garantía individual de la libertad de expresión, se ha convertido en un cambio sin intercambio, en una escisión que puede llegar a ser mortal, si el gobierno federal repliega dicho comportamiento, y excluye a Jalisco de futuros acuerdos y recursos, quizá fundamentales para poder recuperar la normalidad de la vida diaria en el país. Valdrá la pena observar, cómo se sigue demostrando el apoyo del narcotráfico, a la situación estatal actual.

La reconversión  del lugar, y la topofilia a la Bechelard

Volviendo al tema teórico y dejando un poco la situación actual que acontece en el mundo, el estudio del espacio geográfico y más específicamente los lugares, debe estar cambiando temporalmente a pasos agigantados. El hogar se ha convertido en el nuevo lugar para la existencia misma de las personas, y el espacio aunque puede ser experimentado con los cinco sentidos del ser humano, sólo es posible desde el jardín, la ventana, o al realizar actividades fundamentales en su exterior con una motivación en específico.

El lugar fuera de la casa recibe ahora una connotación negativa, un espacio prohibido en dónde si te expones por cierta cantidad de tiempo puede llegar a ser mortalmente trágico. De esta manera, la concepción filosófica de Bechelard, quien usó por primera vez el concepto de topofilia adquiere una gran prominencia. Desde decir que el hogar es un espacio positivo, dónde el ser humano deposita su identidad, sus gustos y se siente a salvo del exterior (espacio circundante), se observa que en poco tiempo y si la contingencia no cesa, el hogar como un lugar dónde estar a salvo, menospreciará gradualmente los alrededores y el espacio exterior a nivel local. Esto hará que el sentido del lugar se vuelva nostálgico y como mero escenario de la existencia humana.

Crítica a la teoría del lugar heideggeriana que rechaza el factor emotivo psicológico de sus seres espaciantes en su intento por formularla

Más allá de las proposiciones de Bechelard y Tuan sobre la topofilia, existen una serie de artículos y propuestas teóricas sobre el mismo concepto que desean aterrizar en el mismo destino: El establecimiento de un teoría del lugar basada en el ser y estar en el mundo de Heidegger. Dicha propuesta rechaza la idea reduccionista de que sólo puede haber lugares si tienen un significado para la persona que los contempla, visita, siente y demás. Ponen énfasis en que la construcción del lugar está sustentando en una base procedural, esto es, en los procesos que llevan la coexistencia del sujeto-entorno.

Si bien es cierto que el espacio existe con o sin seres humanos, y que desde luego se comete un reduccionismo al pensar la filiación de los lugares desde un punto de vista afectivo psicológico, es desde luego igual de irrisorio pensar que los procesos definen a la construcción del lugar. Al intentar describir como el ser se une a su lugar de una manera objetiva, esto es, sin considerar todos aquellos factores que provienen de lo subjetivo, se puede llegar a creer en una falsa espacialidad en dónde el lugar y ser coexistían y se auto complementan a sí mismos. ¿Cómo es posible esto? En cualquier sistema más o menos constante existen azares que, en un tiempo determinado o bajo ciertos valores presupuestos, pueden llevar al caos o la incertidumbre de la información.

Si pusiéramos por ejemplo al lugar y a los sujetos en una ecuación logística, dónde el lugar y tiempo permanecen constantes, y varía el número de sujetos, llevará a un momento en que el número de sujetos con relación al lugar sea imposible de explicar, y por tanto la filiación a dicho espacio, no exista o bien sea enteramente errónea. Por ello, una verdadera fórmula que ayudaría a formular una mínima teoría sobre el lugar debe hacerse desde la multidisciplinariedad, considerando los lazos afectivos, y entendiendo que así como el sistema meteorológico, un pequeño cambio en la forma en que las personas sienten sobre el lugar, estropearía cualquier intentantiva de teorizar a partir de un principio filosófico de una posible teoría del lugar.

Los habitantes y su forma de ver el lugar

En estos tiempos, predecir cuándo acabará la actual pandemia es complicado partiendo del hecho de que desde que inició, toda estructura que sostiene el sistema económico, de salud, gobiernos y demás no ha cambiado ni se ha adaptado al nuevo contexto. La crisis actual es parte de un proceso que Kondratieff ya había descubierto hace años, no obstante en este caso, predecir que existirá una nueva superpotencia bajo el mismo sistema económico y bajo los mismos parámetros que regían al mundo hasta antes de la pandemia es algo que con el pasar de los días es cada vez más complicado.

Sobre el posible futuro, muertes y conclusión del mismo (conspiraciones respecto a la reducción de la población, contención del cambio climático o una guerra económica provocada por un arma biológica) no hay nada claro, y por ello es necesario que los seres humanos vean al espacio no como algo relacionado a la hostilidad, sino como un campo lleno de futuras posibilidades. La actual pandemia está sujeta a un proceso de auge y decadencia, tal como los ciclos de Kondratieff, sin embargo, estos varían de país a país, y cuyo éxito ahora está íntimamente relacionado con mujeres que ostentan los cargos de presidente o primer ministro.

Aun así, se tiene la certeza de que su auge llegará a un punto de inflexión, y tal como en el caso de las mismas ecuaciones logísticas, nada sucede como el crecimiento de población maltusiana, o como el aumento de la temperatura del agua al ser sometida a una fuente de calor. Lo más importante es estar informado de los cambios que el espacio, sociedad, redes de poder y medio físico traigan consigo en futuras fechas. Será interesante como se verá reconfigurado el mundo a partir de la actual crisis y aumento casi exponencial de los casos de coronavirus a nivel nacional.

Cómo vivo (y cómo vivir)  bajo el nuevo contexto espacio-temporal rodeado de elementos que definen lo rural

Hace poco tiempo, coloqué un tuit que básicamente resume mi posición respecto a cómo tomar y vivir los tiempos actuales.


¿Por qué no asumir una posición positiva o tremendamente negativa sobre la situación actual? Para la primera se necesitaría ser verdaderamente irracional e ingenuo, traería consigo comportamientos que abiertamente niegan la existencia del problema y los encapsularía en una realidad desapegada, aunque cómoda del contexto que vivimos. Diametralmente opuesto, suponer como Nostradamus que, al menos la existencia del ser humano, está por terminar sería una posición cómoda, racional, y empíricamente viable, aunque ello también llevara a que las personas cayeran en depresión, y llegaran a considerar incluso el suicidio.

Por ello, y como buen abogado del diablo que soy, propondría una lista de ideas que seguramente ayudarán a vivir el actual contexto de forma más armónica:

1. Asumir la idea de que la contingencia no terminará pronto, pero terminará algún día.
2. Mantener un nivel anímico bueno, evitando situaciones de estrés o conflictivas lo más que se pueda.
3. Buscar nuevas y sanas formas de pasar el tiempo, como leer libros, videojuegos, ver tiras cómicas, ejercicio en casa, realizar limpieza en la casa, vernaculizar los espacios íntimos, y demás.
4. No dejar el contacto con el mundo exterior, mirar el espacio los alrededores, el cielo y las estrellas. Detenerse cuando se salga de casa a ver como la otra vida vegetal y animal, siguen su curso de manera inocente.
5. Buscar nuevas formas de obtener alimentos y conseguir los recursos necesarios para estar bien en la contingencia y pasada la misma.
6. No dejar de contactar a amigos o conocidos, de preferencia utilizando canales de comunicación unilaterales y sin muchas distracciones.
7. Recordar los buenos momentos de la vida, y/o tener muy presentes a las mascotas que rodean nuestras vidas.
8. Reír como imbéciles lo más que se pueda.
9. Hacer las cosas que tenías planeado hacer cuando tuvieras tiempo libre.
10. No olvides a la jefecita o al patrón de tu vida.

Conclusiones

La falsa sensación de seguridad que muchas personas viven en los lugares donde aún no ha habido contagiados de COVID-19 puede llevar a medidas de contención que muchas veces vayan diametralmente opuestas a lo que verdaderamente es efectivo para vivir los tiempos actuales. El simbolismo que rodea a la colocación de piedras para bloquear el flujo libre de vehículos, es una primera muestra de que será capaz de hacer el ser humano ante la sensación de peligro, ante el caos de lo exterior que lo rodea.

En México, se ha llegado a afirmar que los números no son ciertos, que el gobierno hace nada para contener la pandemia, y que mientras no existan medidas más radicales los enfermos no disminuirán y los hospitales estarán rebasados. No obstante y pese a toda las críticas, lo que ha ocurrido en el mundo es un claro ejemplo de políticas públicas disímiles, dónde ciertos países celebran con éxito su contención, y dónde la mayor parte del mundo ahora sufre los estragos económicos, de salud, y en un muy corto plazo de hambre que les ha dejado la actual pandemia.

Si bien es cierto todas las medidas que se han tomado han sido buenas, nunca nadie podrá tener una receta para saber qué tanto o no un virus afectará la vida en todas sus dimensiones de un país en específico. Hoy en día seguimos partiendo de números para realizar aseveraciones positivas o negativas, sin considerar las condiciones sociales económicas y espaciales de cada país. Se ha llegado a realizar generalizaciones indebidas y hasta desestimaciones inusitadas, en dónde el poder y los intereses aún priman no sólo sobre la vida de las personas, sino también sobre una política asertiva de cooperación, solidaridad y compromiso en dónde todos los actores asuman su responsabilidad respecto a la situación actual, y no sólo se discrimine a quien tenga que salir para no morir de hambre, tan como parece, una gran cantidad de imbéciles seguirán haciéndolo desde sus casas, llevando a cabo comportamientos tremendamente destructivos, desarrollando una dependencia casi mortal con las redes sociales, y perdiendo cada vez más el olfato que los ayude a discernir entre un contenido falso contra otro que no lo sea.

Desde dónde quiera que estés, sé fuerte y tal como quiere la teoría del lugar de corte heideggeriano, no renuncies a las relaciones afectivas con el lugar, puede ser algo que te ayude a sobrellevar la situación actual, de aquí, mañana y quizá también, hasta que se dé por superada.

miércoles, 5 de junio de 2019

La hipercomprensión de la ciudad y la tardía aparición de los intersticios rurales

No hace mucho tiempo, un servidor dedicaba toda muestra irrestricta de temporalidad ociosa a la alimentación del blog que ud. se encuentra felizmente leyendo, pensado quizá, –Oh, ¡al fin los geógrafos escriben de manera abierta y sin temor de caer en la parálisis teórica-paradigmática! , pues no, todo geógrafo construye su vida, ocupando un lugar en el espacio, actuando a una escala que no es propiamente suya, ni su objeto primordial de estudio. Hoy me dirijo a todos ustedes, y no sin antes pedir de la manera más afable, cordial y cómicamente posible una disculpa, por el abandono rampante, que en los últimos meses ha sufrido el espacio donde nos encontramos ahora en un ejercicio iterativo (otrora).

A merced de lo que yo mismo podría pensar de la geografía pos moderna, el estudio del espacio habitado de las masas, a pesar de su indefinición y de lo complicado que ha sido analizarla en su totalidad como lo que es, un conjunto interrelacionado de objetos y acciones, el mundo de lo “rural” o lo exa urbano, fuera de todo estudio preponderantemente cargado de finalidades económicas, ha estado en una constante terapia intensiva. Los espacios interticiales que en Geografía Urbana hacen alusión a las periferias, no están exentas de que su concepto sea aplicado más allá de la metrópolis (o megalópolis). El mundo de lo rural, más allá de lo que los maestros enseñan a sus alumnos en una muestra tardía de añoranza terruñal e idílica, es más complejo de lo que la simplicidad superflua pudiera indicar.

Dentro del medio rural, los espacios se configuran a lo largo del tiempo de una manera lenta, dónde lo efímero de la cuidad se vuelve eterno, y en dónde la movilidad origen destino diurna y de noche, se compone de interconexión de distancias cortas, accidentadas y salvajes. El espectro social es complejo, al ser la relaciones societarias tan estrechas, la rutina diaria es repetida diariamente de tal forma que se vuelve eterna, el conflicto nace de la ira descontrolada que llega a merced los procesos de inversión social, típicos de lugares donde las distracciones, más allá de las naturales, llegan a ser , ciertamente, nulas o inexistentes.

La ruralidad en asentamientos humanos que el propio INEGI niega llamarlos rurales (a pesar de que ni siquiera cuenten con 2,500 habitantes) es ambivalente,  el sujeto fuera de su rutina y sus circulos sociales (reales o virtuales) vive bajo la influencia eterna del espacio vacío, intesrticial, marchito, yermo. En municipios como en el que me ha tocado vivir este par de últimos años, son más las localidades dadas de baja que aquellas emanadas de un asentamiento irregular. Rancherías donde personas adultas de entre 25 a 40 años nacieron, hoy en día son lugares en completo abandono, dónde su pasado poco a poco es borrado de forma culminante por el paso firme y despiadado de la naturaleza que reclama lo que siempre había sido suyo.

Dichos lugares (si así podríamos llamarlos), solamente contendrán algún significado para aquellos que nacieron allí y aún recuerden los primeros años de su existencia. No obstante, en el momento de volver, lograrán atisbar el fenómeno que ocurre y es diamentralmente opuesto a lo que se dice del medio rural: la vida transita lenta y con calma (valga el pleonasmo). Solamente en lo superficial así suceden los hechos, no obstante, tal como pasa en la historiografía donde el tema de “los otros”, los “olvidados” o los “excluídos”, los espacios insterciales rurales son muestra decadentes del paso desafortunado del hombre con dicho espacio.

Las nuevas generaciones, arropadas en cabeceras municipales o en sus delegaciones, nacen, se desarrollan y crecen, sin considerar nunca que sus padres nacieron en alguna ranchería, dónde vivieron un sin fin de experiencias o remembranzas y dónde adquirieron la experiencia de la vida necesaria para salir adelante y darles a sus hijos lo necesario para facilitar la cruda y díficil realidad que en el pasado les tocó vivir. Dichos espacios, abandonados a sus suerte, en ocasiones guardan un baluarte histórico, cultural, religioso o icónico que la población local reconoce de forma indudable.

La historiografía se encarga también, de darle la espalda a dichos espacios para centrarse únicamente en el eje nominal del hombre. Las obras para reconocer a sus personajes ilustres de ninguna manera servirán para recordar a los lugares que alguna vez, alojaron a los individuos que socialmente le dieran razón de ser, sino al lugar en dónde la población local, decidió concentrarse en gran magnitud. Mientras los adultos mayores caminan cada vez a un paso más lento, mirando el suelo, con su bastón yendo hacia la iglesia, los lugares intersticiales rurales son cubiertos en poco tiempo y sin que nada los detenga por la naturaleza virginal, que alguna vez les permitió asentarse en dicho espacio. Los ladrillos de adobe se carcomen poco a poco con el paso del viento, la lluvia y el crecimiento inusitado de la flora y fauna.

El espacio con un significante y significado para un grupo muy específico de seres humanos, se corroe como el luger lo hace en su memoria. Aquí no existe dispersión ni falta de centralidad, sólo un espacio vacío que ha sido olvidado por aquellos que otrora decidieron habitarlo. Los intersticios rurales nunca mueren del todo, se aferran a seguir de pie, intentan a toda costa seguir siendo una obviedad de civilización para futuros visitantes, aunque éstos últimos no logran captar siquiera, una reminiscencia dispersa, de todo su significante como lugar.

Dichos lugares nunca podrán ser recuperados, nunca podrán volverse un atractivo turístico ni ecológico ni de masas (aunque quizá sí su medio natural paisajístico), quedarán puestos a un lado de todo proceso de resturación o conservación, y aún así, no podrá decirse jamás, que nunca habitó allá uno o varios seres humanos quiénes alguna vez (dirán aquellos arqueólogos en un futuro que no podremos ver) legaron a la historia del hombre un lugar y una hazaña que podrá ser extraída de la tierra, para así alimentar a la historiografía de los hombres, y no del lugar que siempre estuvo ahí, inerme e inerte a la espera de volver ser habitado, para repetir dicho ciclo de espacio intersticial.

martes, 21 de agosto de 2018

A un año de vivir en el “sí” lugar

 

Totatiche-Jalisco[1]

¿Se han preguntado lo angustioso que podría ser vivir en la ciudad si un día las vías de comunicación se cortaran, si las señales de radiodifusión se perdieran por horas o incluso días, si se cayera el servicio de internet o no pudieras realizar pagos con tarjeta o retirar del banco? O simplemente, ¿si tu lugar de trabajo se encontrara a 200 kilómetros de tu lugar de residencia? Yo tampoco me lo he preguntado, pero lo he vivido en carne propia por más de un año y creo, sin temor a equivocarme que en mi interior existe una pugna de territorialidad y de cosificación del “si a uno sí o al otro no” lugar.

En mi experiencia personal el ir y residir cada semana laborable (de lunes a viernes) en un lugar apartado de la ciudad donde nací ha sido algo inédito, raro y aparentemente anacrónico si se revisara mi biografía de manera determinista. Es desde luego verdad que los trayectos se disfrutan, que el paisaje aunque supuestamente idéntico siempre muda en los detalles más minuciosos, y que el poder apartarse de la jungla urbana, para trabajar respirar aire puro vale mucho la pena.

El día de hoy, mientras dormía y dejé que el capitán tomara el timón de mi pequeño vehículo mientras disfrutada de una ligera y curveada siesta a un lado del mismo, tuve un pensamiento, una preminisión, una epifanía, una aparición de la señora de las bubis. Después de analizar globalmente todo el contexto que envuelve y alimenta la tarea titánica de mantener y presentarse a un empleo otrora cercano, creo que ya ha llegado la hora de realizar algunas observaciones.

En primer lugar, y el motivo por el cual escribo esta pequeña entrada de blog (no sé si me extienda, pero quien me conozca lo juzgue) es esa idea que se me vino a la mente cuando recordaba los conceptos físicos fumados del Mtro. Armando de Geografía Física en la cual tenías una imagen creada del pasado, y otra del cómo se veía en la actualidad. Algo de ello, aplicado al conexto local en el que Guadalajara fungiría como esa imagen moderna hinchada que se tiene de lo “actual” y el pueblo donde resido como aquello que trae remembranzas de lo que deberíamos llamar “país extraño” pero que todos le dicen pasado.

Si colocáramos de lado los avances tecnológicos y nos centráramos en el contexto y la imagen que ambos lugares proyectan a los sujetos que ahí residen, podríamos distinguir tales “imágenes”, pues no son estáticas sino dinámicas, se contruyen en el mismo espacio temporal, pero aún así, sus movimientos y características son terriblemente diferentes. Pareciera como si todas las teorías de modernidad y pos modernidad ignoraran la existencia de los “sí” lugares, los cuales se encuentran conectados a los procesos que describen, pero en cuyo seno y contextos los sujetos contruyen su realidad, sus imaginario sociales y su personalidad de una manera diferente, pasada, vintage.

Y con vintage no me refiero a toda la tendencia social y económica que ello conlleva (y que involucra a todos esos hipster que se ponen hasta sus chanchas en la zona Chapultepec), sino al hecho de tener de frente estructuras económico sociales que se creían superadas, e inexistentes en el prometedor presente. Dichas estructuras, ignoradas por los académicos, pasadas de lado por los movimientos sociales que buscan la libertad absoluta del beharviorismo individual no sólo son reales sino que además, se mantienen en un estado casi inapreciable.

Sería extramadamente sencillo transformar las imágenes a color que capta nuestro rango de visión como seres humanos por una acromática, en donde los detalles en blanco y en negro nos revelaran que efectivamente, se está viviendo en un contexto que no sólo irradia al pasado sino que se contruye en el presente per sé. Con ello no quiero decir, ni afirmo de forma indirecta que vivo en una simulación ni mucho menos, sino más bien, intento recalcal cómo no sólo los gobiernos o los habitantes de la ciudad o los académicos que en ella habitan minusvaloran territorios extra urbanos, só pena de que exista todo un movimiento globalizado que se alinee a los principios conservadoristas o en protección de tal o cual factor. Estas chorradas que ni yo mismo estoy entiendiendo del todo, podrían responder a cuestiones tales como, ¿es posible volver a vivir el pasado? ¿Ese país extraño no serán más bien los “sí” lugares? ¿Cuál es la construcción de la posmodernidad en lugares donde pese a la existencia de todas las comodidades informacionales del presente, se viva con procesos completamente incompatibles?

Sólo el tiempo y otra epifanía con referencias bibliográficas a punto, nos lo dirán.

Pd. Sino entiendieron mi sátira a Auge, les recomiendo leer su obra es harto interesante.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Paisaje de dioses, territorio apropiado, debilidad del lugar

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Quisiera inicar esta entrada, disculpándome francamente, por no haber publicado material en una escala temporal considerable. Comencé a vivir en un pueblo, uno de mis sueños más preciados, y aunque de inicio puedo decir lo satisfecto y armónico que ha sido respirar aire limpio y disfrutar de un paisaje exótico quasi etéreo e impoluto, no podría dejar pasar, la oportunidad para escribir, de forma anedóctica, presencial, subjetiva y con un toque de teoría, lo que el municipio donde actual radico me ha dejado en mi imaginario geográfico.

En la escala temporal de casi seis meses radicando en los límites de la región norte del estado de Jalisco, he podido entender el porqué se dice, de forma diferencial e indiferente, que la región es conocida como “la más olvidada” de la entidad federativa, lo cual choca con la realidad apremiante que sin duda, corrobora de forma relativa el argumento predecesor. Dichas palabras, parecen decir que las altas tasas de migración, probleza y la desaceleración del crecimiento natural de la población, sean una realidad, y justifiquen lo que se dice de la zona. Pero no. El municipio (del cual no daré nombre pues sería bastante obvio saber a cual me refiero) se encuentra en el límite estatal, zona de limbo, y donde sin duda alguna, los gobiernos de los estados se “pasan la bolita” sobre la responsabilidad que conlleva pertenecer al sistema estatal federalista.

Servicios, relaciones comerciales, familiares, institucionales, se relacionan más con el estado vecino de Zacatecas y no con el que propiamente está suscrito el municipio. Como dato curioso, antes de que existiera la excensión de gasto por llamada nacional, las comunicaciones que se realizaban hacia el pueblo de Colotlán se cobrabán como si la demarcación vecina, estuviera a cientos de kilómetros de distancia. Éstas relaciones indirectas, han beneficiado a los pobladores, trayendo consigo servicios que difícilmente el estado de Jalisco podrían proveer de manera eficiente. No obstante, dicho proceso que en un primer plano supondría ser positivo, en la praxis territorial, cultural o política, se torna un problema de difícil solución.

Al relacionarse de manera directa con instituciones y empresas del estado vecino, por ejemplo, no se han hecho esperar los conflictos de intereses. Éstos se manifiestan, principalmente, con el tema de los transportes. Por algún tiempo, mientras los camiones foráneos Rojos de los Altos dejaron de ofrecer el servicio que conectaba al pueblo con Zacatecas, Colotlán o la ciudad de Guadalajara, otro tipo de transporte acaparó el mercado de forma semi ilegal, las camionetas colectivas características de municipios tales como El Teúl de González Ortega, Trinidad Garcia de la Cadena, Momax, Atolinga, Tepechitlán o Tlaltenango “Transportes Estrada” en poco tiempo se adueñarían del único medio de comunicación que los conectara de manera real (no virtual, subjetiva o transmoderna) con el mundo exterior. En una escala local, no podría faltar el típico conflicto entre los taxis establecidos (3) y los uber’s (mototaxis).

Los pobladores sufren por un choque de identidad que pocos logran identificar de forma coherente. La localidad en donde resido se caracteriza entre otras cosas, por su holgada tradición religiosa (católica), su rechazo irrevocable a nuevas tendencias o manifestacióones de libertad artística, sexual, económica, o social. Es una localidad semi conservadora, mantenida gracias a las remesas propias de la misma migración al país vecino norteamericano, y unas cuantas pequeñas o quasi mediana industrias como lo es la fábrica de los chocolates Alcalá, o las botanas típicas de El Petacal. Pero, ¿Por qué no decir que es conservadora a secas?

La localidad palidece de varias patologías sociales las cuáles pasarían desapercibidas si la persona que redactara lo que usted está leyendo fuera oriundo del lugar. La figura del “otro” del “llegado del exterior”, los “citadinos”, no es bien recibida por el grueso de la población (dicho sea de paso, personas adultas y adultos mayores). Las miradas y las expresiones que se atisban al visualizar una persona de fuera en una primera instancia, parecería ser semejante a la que los canedienses evocan al observar detenidamente a un mexicano de piel morena oscura. Bien valdría la pena decir, que para los pobladores, más allá de su pueblo, no hay mucho que ver, ni recuperar. El exterior es visto como algo hostíl, propio quizá de la teoría filosófica de Bechelard.

Ideas que en las ciudades actuales mexicanas que luchan por estar dentro de los procesos de la globalización, como la lucha por la igualdad de oportunidades en ambos géneros, la protección a los animales, la erradicación de la misoginia y el machismo, entre otras más, simplemente no importan. En estas localidades se sigue dibujando aún, los roles del género propios del México de hace 30 o 40 años. Esto en el plano ideológico claro, y en la práctica “bien visto” por una buena parte de los pobladores. Aún así, y gracias a que el internet llegó a la localidad poco después de la llegada del milenio actual, existen personas, contadas casi con la palma de los dedos, que son aptas para recibir el galardón de los activistas del pueblo. Dichos sujetos, recuperan las buenas prácticas de la ciudad e intentan emular su impacto positivo en la sociedad local.

Es importante recalcal que cuando hablamos de activistas nos referimos a jóvenes adultos, y adultos en general. Ese porcentaje de la población que, sin duda alguna, interactúa de manera más activa con las tecnologías de la información modernas. El grupo poblacional que sufre en mayor medida de las patologías, y que son la razón por la cual puedo atreverme a decir que existe un choque de identidades en el pueblo son la población joven, con quiénes por trabajo y cercanía empática posmoderna interactúo en mayor proporción. La juventud sueña con irse a la ciudad, sueña con tener un empleo donde les digan qué hacer, sueñan… pero en ese devenir, su percepción, y sus imaginarios van más allá de lo que sus padres o sus abuelos quieren de ellos. Tal parece que los modos y costumbres, las tradiciones y las prácticas sociales de antaño, para ellos no es una prioridad. Aunque una buena parte de ellos, aún conserve el valor intangible religioso y algunos, formas de expresión positivas en relación a los adultos o adultos mayores.

Cuando se habla de patologías, debe diferenciarse entre aquellas llegadas del exterior (como bien podría ser la inferencia del narco en la localidad) y aquellas propias del pueblo per sé (alcoholismo, violencia doméstica, falta de educación, exclusión social, y un caso anómalo de bajo capital social). Las cuales si bien no son alarmantes ni tendrían que poner en el mapa a la localidad con un color rojo, sí terminan manchando, en mayor o menor medida, la percepción que bien se podría llegar a tener de la localidad durante una corta estadía por sus calles. En relación con el alcoholísmo, una de las cosas más alarmantes es que los jóvenes y adolescentes consideran “sano” beber bebidas alcohólicas, lo cual choca irremediablemente, con esa imagen sacra y límpida que se tiene sobre el pueblo y su gente.

Regresando a la escala regional, debo puntualizar que me refiero a un municipio de la zona norte del estado, caracterizada por su poco peso demográfico, una dispersión espacial de las localidades muy marcada, así como identidades incompatibles, las cuáles pueden existir en un mismo municipio. El pueblo, no funge de ninguna manera como una rosa de los vientos, no tiene una traza urbana de la cuál agradecer. Es realmente anómalo y atípico, que su traza de plato roto no se explique por la actividad minera ni alguna afín. El municipio palidece a la hora de cohesionar los intereses e identidades de sus habitantes. Es también, de los pocos casos en que la cabecera municipal no es la localidad con mayor peso demográfico. Temastián, delegación municipal, es un referente a nivel estatal, nacional e internacional por su tradición de cantera y su icónica iglesia del Señor de los Rayos. Más de alguna vez, ha querido consolidarse como un municipio más de la región, aunque por razones demográficas, territoriales y económicas, difícilmente logrará tal hazaña. No sobra decir que también en el aspecto social (verbigracia sus patologías sociales), urbano (una traza mucho más ortogonal e higienista), económico, religioso o cultural, existan marcadas diferencias.

Yendo hacia “El Alto” o las rancherías que es emplazan subiendo por la carretera a Atolinga, Zacatecas, se puede notar como éstas, además de tener una identidad bien marcada, se distancían sobremanera del municipio, y hasta del estado. Manteniendo la mayor parte de sus relaciones multidimensionales con la localidad del estado vecino. El transporte colectivo de los Estrada’s, les provee su único medio de transporte colectivo para entrar y salir de sus localidades en ausencia de vehículo propio. Cabe resaltar que aquí logran atisbarse ciertas patologías sociales “externas”, y la exclusión social por poder adquisitivo propio de las grandes ciudades. Dicha población puedo decir, sería en un plano idílico utópico, como el más merecedor de la percepción que se tiene de la gente del municipio, aún y considerando que se población con respecto a la población total, sea marginal o escaso.

Dicho lo anterior no debe presuponerse que todas las personas sean iguales, y por ende sus formas de pensar sean idénticas. Existe una pluralidad social, y diferentes perspectivas, y actitudes en la población local. Y creo que ello, aunado al paisaje quasi impoluto y natural que caracteriza al municipio, son factores por los cuales disfruto y valoro mi estancia y trabajo por aquellos lares. Pasaré ahora a mis típicos debrayes neo romanticistas del paisaje y el espacio geográfico.

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El camino que conecta a la ciudad de Guadalajara con la localidad a la que cito de manera indirecta, es conflictiva, irregular y con nulo mantenimiento desde su construcción. Hasta hace poco más de 30 años, los pobladores locales tenían que dirigirse a Zacatecas y tomar una desviación para llegar a la ciudad. Viajes de hasta 12 horas tenían que ser realizados para conectar ambos lugares. Ahora, pese a las condiciones desfavorables de la carretera Tesistán Malpaso los tiempos de recorrido se redujeron considerablemente. Viajes que van de 3 a 4 horas son suficientes para arribar a ambos extremos.

Sin embargo, lo verdaderamente valioso del nuevo camino, aquello que provoca en el sujeto acostumbrado a la ciudad, sus edificios, calles y concreto, es sin ninguna duda, su paisaje natural. Desde los límites entre Zapopan y San Cristóbal de la Barranca logran atisbarse las rugosidades del espacio, la formación de nuevas tierras, emplazamientos de pueblos, cultivos y viviendas imposibles, lugares que sin darse cuente, podrían ser comparadas con los típicos paisajes naturales orientales, o sudamericanos. Grandes mesetas en formación se erigen y atisban desde las proximidades del Teúl de González Ortega, y este tipo de formaciones geológicas también existen en el municipio.

En las zonas del “Alto” por las mañanas, y más cuando se cultivan los barbechos, se vislumbra un paisaje típico de postal europea, un altiplano donde se cultiva el maíz y frijol cubierto por una densa niebla y un sol naciente en su horizonte es una de las imágenes más recurrentes al pasar a una hora determinada por el lugar. La presencia de los alacranes, las serpientes de cascabel, los búhos, las tortugas de río, los tlacoaches, lagartijas y los muy numerosos chapulines y demás insectos de considerable tamaño hacen que la estancia en el lugar no pase desapercibida.

El clima, extremoso, cálido sobremanera en primavera y el verano, y extremadamente frío por las noches del invierno, provoca una inversión en el espacio incuestionable. Colores de la vegetación que cambian según la temporada, los insectos y la fauna típicas de ciertas temporadas. La rara pero aún existente presencia del águila mexicana en las inmediaciones del pueblo, puede ser razón suficiente del orgullo que sus habitantes tienen por su localidad. Además, habría que hablar de su gastronomía, el pan,  las gorditas de guisos, los churros con frijoles y verduras, los típicos lonches con pan blandito, los deliciosos elotes cocidos o tatemados en temporada, los cacahuates, las nueces, los chayotes, las plantas de orégano fresco que encuentras en las zonas boscosas naturales, son razones suficientes para disfrutar, valorar y enaltecer a un municipio en un región distante, donde sin duda existen las desigualdades, donde también hay inseguridad, donde también existen conflictos de una y mil formas.

No obstante, y pese a lo mal que un principio describí el contexto social del lugar. Su apartado natural, su apartado agrícola ganadero, su apartado paisajístico climático, parecen menospreciar tantas ambiguedades. Incoherencias del espacio que no podrían ser explicadas desde lo físico o social propiamente. Tampoco podrían ser relatadas de forma anecdótica por el cronista municipal sin el espacio que circuanda al pueblo, personas y sus diversas y disímiles práticas. El espacio al que me refiero también tiene un importante valor histórico (fue una de las zonas donde más penetró el movimiento de “La cristiada” o la guerra cristera), arquitectónico, histórico, y por desagregación, geográfico.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Aproximaciones eónicas a la cuestión de “¿Qué es una ciudad?”

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“Repesentación de Tenochtitlán encontrada en el libro For Space de Doreen Massey.”

En las vísperas de un año nuevo, vida nueva, la definición y caracterización de una ciudad se ha ido cubriendo de una serie de carecteres, códigos semióticos que en más de una vez, ven transtocados los principios que le dieron una razón de ser (los emanados de la propia modernidad) obnublilando esa concepción clasicista con la cual, tanto los adeptos a la geografía como la sociedad en general, creían que delimitaba teóricamente la originalidad de sus habitáculos.

Para algunos (aquellos que prefieren partir de una cosmovisión eurocentrista y occidentalista derogando completamente a las cosmogonías minoritarias), las primeras imágenes de la ciudad se remontan a países como lnglaterra, Francia, España, entre otros más. Para la historiografía de la ciudad basta con recordar las primeras grandes civilzaciones como la Antigua de Egipto. Otros, aquellos deseosos por rescatar la imagen de los dominados como lo quiso concretizar la escuela de Fráncfort, se centraron también en analizar las primeras grandes aglomeraciones en sus territorios datados mucho antes del propio nacimiento del estado moderno.

Hasta antes de la década de los setenta (los años de la gran debacle de la ciudad occidental desarrollada) del milenio pasado, la ciudad podría definirse como una aglomeración de personas, infraestructura, y cadenas de producción caracterizadas por el comercio y la industria. Una definición que peca contundentemente de un parafraseo cargado de ignominia, claro está. Empero, y gracias a un subcapítulo del libro de Néstor García Canclini “Imaginarios urbanos”, creo conveniente aclarar la posición de la propia cosmogonía respecto a la ciudad, y no sólo la pobre y hasta superflua perspectiva tomada por dicho autor, al escribir que la definición geográfica de una urbe determinada, sigue los lineamientos organicistas propuestos por la Escuela de Chicago.

Pues bien, una vez que también he considerado de forma generalista el devenir histórico de la ciudad (podría agregar las notas emanadas de la obra de Morris “Historia de la forma de la ciudad”), debo decir que este concepto geográfico en particular,  cada día que se solapa sobre otro, cada segundo, cada hora en el que presente fue hace simplemente un par de clics, se torna tan complejo de definir como la clicheada frase de buscar una aguja en un pajar.

En un comienzo, desde la propia posición geográfica y en términos generales, la ciudad ha sido catalogada como lo opuesto al campo, o bien, aquella partitura del espacio que está sometida a reglas y funciones diametralmente opuestas a las encontradas en regiones del interior. Una movilidad social inusitada, una diversidad cultural e informacional creciente, una mayor aglomeración de personas en un sector más compacto de territorio contra una movilidad social escasa, una idea social generalizada que inclusive podría considerarse como pensamiento único, y una población dispersa aunque comunicada, son algunos de los descriptores que comúnmente se hacen tanto de lo urbano como lo rural.

En nuestra disciplina, los estudios de carácter urbano se han avocado, ciertamente, a desenmarañar los detalles alusivos a la forma y no al fondo de las ciudades, intentando desentrañar las relaciones entre el hombre medio, aunque en ocasiones, se llega comparativas insulsas donde los cortes temporales son cada vez más contemporáneos y efímeros. Todos creen saber las etapas de crecimiento de una ciudad, las diferencias entre la ciudad en el primer y tercer mundo, la forma de la ciudad en Europa, y la establecida por la corona española durante la dominación de los países latinoamericanos en la colonia, aunque pocos, quizá sólo un puñado de curiosos siniestrados, se han preguntado alguna vez de forma simplista y tajante ¿Qué es al día de hoy, una ciudad?

No deberíamos de ninguna forma, recusar los planteamientos de Milton Santos al ubicar el tiempo que vivimos como el dominado por un medio técnico científico e informacional, ya que dicho constructo debería ser recapitulado para poder entender a la ciudad en la actualidad. En términos lacónicos, y usando la teoría de Hartshorne en alusión a las fuerzas centrípetas y centrífugas que caracterizan a un estado o región con una razón de ser cohesionista o separatista, una ciudad sería una serie, una amalgama de factores centrípetos que la cohesionan, la dotan de una identidad y le dan una razón de ser. Esto claro está, desde un plano ideográfico y poco morfológico, visual o funcional.

Como cada objeto en el espacio (seja qual for…) ésta ocupará un espacio, una pequeña o basta fracción de superficie terrestre en la cual logre desenvolver sus actividades y ligarse a ese medio técnico científico e informacional del siglo XXI. Muy al contrario de las ideas que la escuela de Chicago intentó utilizar para explicar a una urbe “como la localización permanente relativamente extensa y densa de individuos socialmente heterogéneos”, y aunque coincida con la visión de Canclini sobre el hecho de que se ignora contundentemente el devenir histórico y genetista de una ciudad,  no es de extrañar que dentro de las definiciones que más atinadas se encuentran a una situación actual, emanan desde una perspectiva espacial.

Aunque hace un momento utilicé una partitura muy básica de los postulados de un geógrafo de intencionalidad nomotética, debe entenderse que por más intentos que se hagan por formalizar una definición de la ciudad en unos tiempos tan crucialmente complejos y heterogénos como los de hoy, en donde todo parace indicar que nos acercamos cada vez más a la indefinición e irracionlidad, en donde las estructuras sólidas que caracterizaró a la corriente moderno temporal se atrofian, ésta deberá adaptarse a nuevos nuevos tiempos, contextos, lugares. Grosso modo, puede existir una definición genérica de ciudad, pero ésta variará de acuerdo a toda la serie de factores espacio temporales que singularicen o no, a una urbe en específico.

En términos espaciales, es extremadamente sencillo ubicar en el espacio a una ciudad, ignorando su historia, su emplazamiento, situación o devenir histórico. Los nuevos sistemas geomáticos como el Google Earth acercan a las personas a la imagen, casi siempre idílica y extramadamente comercial, de una aglomeración urbana. Dichas imágenes intentan “mostrar” y “destacar” una serie de hitos puntuales que forman parte de las mismas, pero que no pueden de ninguna manera aludir a la ciudad entendida como un todo complejo.

Para alcanzar el todo complejo que podría coadyuvar a la definición puntual y específica de X ciudad, sería evidenciar el tipo de organización social, la riqueza cultural y el tipo de relaciones societarias que transmiten a sus áreas de influencia y a la red global. Una forma sin fondo sería volver a esa idea tan anticuada pero necesaria  para el estudio de la geografía en la actualidad, en la que al espacio se le considera como un contenedor de objetos, formas y sujetos, capaces de establecer principios generales siempre que existiera una conditio sine qua non  como es la simplicidad.

La actual propagación de la teoría del pensamiento complejo, y las formas teóricas cada vez más desarrolladas sobre la forma de organizar los habitáculos, sólo evidencian que la ciudad, para ser definida, necesitaría a regañadientes un nuevo paradigma capaz de responder a problemas complejos por un lado, y a simplificarlos para poder deducir principios genéricos generalizables. Dicha tarea que parece en la superficie sencilla y pragmática, es el cúlmen de una serie de giros epistémicos, cuyos aportes cada vez más caducos en la actual espiral de tiempos efímeros o fugaces, logren consolidar una cosmogonía con la cual los sujetos, deseosos de una definición de sus urbes y de ellos mismos, pasen de ser ciudadanos del mundo, a estar-en-el-mundo.

Addenda: Y a la pregunta, ¿dónde quedan los problemas sociales, la perspectiva radical, los temas de desigualdad? ¿Qué respondería una definición de la ciudad? En términos lacónicos y considerando la distribución cada vez más desigual de los recursos materiales y monetarios en el mundo, una actual defínición de la ciudad, la consideraría sin duda como un campo de luchas sociales, en dónde el sujeto cobra un papel protagónico en el devenir tanto de la planeación como el desarrollo de las políticas públicas de las ciudades, aunque, en efecto, podría evenciar algo que Make Davis ya ha explicado en su narrativa, como es la idea de que hoy vivimos en un planeta de ciudades miseria.

miércoles, 8 de junio de 2016

La geografía en un mundo posmoderno: La continuación de la reificación clasicista; por una nueva pedagogía con sustento teórico (opinión)



Después de 4 años en los cuáles te ves iluminado por una serie de conocimientos sui géneris o únicos, los cuales son parte convaleciente de una disciplina que, en la actualidad, podría considerarse un tanto ortodoxa, es menester entender que la posición de la geografía respecto de otras ciencias sociales como del corpus científico en general es más bien sombrío e intermitente. Con claro, sus muy diversas y no tan fácilmente cuantificables excepciones.

A lo largo de nuestro adoctrinamiento hemos sido convencidos de forma concreta y necesaria, que esa concepción memorística, naturallista, e inclusive descriptiva, ha ido desapareciendo en un intercambio frenético con otros métodos y técnicas de investigación. Actualmente, no existe aún un libro base, una teoría base, ni una sola cosmogonía de la disciplina, al contrario, una vez que el mundo se complejizó, una vez que la tendencia posmoderna se afianzó, no entendiéndola por su contexto sino por sus implicaciones culturales, económicas y políticas, la forma de ver los fenómenos ha sido carcomida, hasta tal punto en el que, sin una adecuada preparación, sería imposible indagar sobre las problemáticas más intrascendentes de la vida diaria.

Sí, en la posmodernidad, lo intrascendente también es complejo. Y esto se debe en parte a que una categoría básica de la disciplina se ha expandido, sino que inclusive, podría considerarse consolidada e impuesta en un sentido que creemos, ha sido más persuadido que obligado. El ecúmene, aquel espacio habitado por los hombre en su acepción griega es sólo el principio de una categorización que transgrede la propia separación societaria que a lo largo de los últimos siglos se ha conocido con el binomio oriente-occidente. Sí, el mundo de los salvajes y el civilizado.

En su acepción completa, el ecúmene, u oukúmene, refiere a la tierra habitada por los hombres civilizados, en donde los salvajes no existen o se encuentran en un proceso civilizador. Pues bien, la actual tendencia posmoderna y neoclásica basada en el laissez-faire, parece ser una analogía perfecta, sino es que también el culmen de dicho proceso. Al ya no haber tierras inexploradas (al menos, superficialmente) las metas de la disciplina cambiaron, y dejaron de lado esa intentona difícil e intempestiva de continuar describiendo de manera diacrónica la forma y el fondo de los territorios. Ahora inclusive, se vuelcan las cosas a conocer e interpretar las esencias y características del lugar, ya no con una potencialidad estatal u oficialista, sino como un factor en donde el desarrollo y la mejora en calidad de vida de las personas locales se vuelven menester y meta.

Pero, mientras la geografía da estos giros tan necesarios y pertinentes en el nuevo siglo, ¿que ha pasado en la percepción del ecúmene por parte de los otros, aquellos que no ejercen ni conocen de forma conjunta la praxis geográfica? Como hipótesis se debe decir que quizá, la concepción griega del ecúmene y la visión naturalista aún siguen vigentes en un mundo que los rechaza y los confirma de forma análoga y latente. La no geografía es mayoría, y no es 50 más 1, ni siquiera un 80, u 90, es grosso modo, todo y nada. Sí, tal y como es la esencia misma de nuestra disciplina, saber sobre la mayor parte de las cosas, y a la vez no profundizar en alguna sensu stricto, aunque ello tampoco sea universal.

Por ende, la universalidad geográfica no es la que el geógrafo construye, sino la que la sociedad ha creído que se sigue construyendo en base a las premisas más clásicas y elementales de la misma. Esa creencia generalizada, empero, más que requerir una permuta, debe permitir darle cabida a las nuevas concepciones que se constituyen y construyen en la misma. De tal suerte que la educación básica o elemental debe ser permeada de manera sucinta y lacónica por lo que bien valdría titular como "la nueva geografía en un mundo posmoderno".

En el interior de la geografía, por otra parte, las tentativas por construir una teoría generalizable, y no general o estática, deben continuar. Aunque como bien Heráclito señalaba que el movimiento era la naturaleza esencial de las cosas, en geografía, el movimiento es una cualidad adyacente al espacio y al tiempo, cuya trama es difícil de predecir, pero no por ello, se consideraría una empresa imposible e innecesaria. Las nuevas tendencias o giros en geografía, coadyuvarán a reencontrarnos con la esencia misma de la geografía, bajo una lógica espacio tiempo distante cronológicamente; dónde las bases u esencias epistémicas puede que sean similares, y no sólo eso, sino que puedan construirse a partir de un pasado en cuyo seno, aún gira ese Delfos griego, a la espera de revitalizar la forma de ver la realidad contemporánea.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Apreciaciones iniciales sobre La geografía transversal (GTP) de Claude y Georges Bertrand, ¿Una utopía?



Tal parece que el pensamiento complejo de Morin y de Gardner no tardarían mucho tiempo para aterrizar en este espacio. Espacio irreal, virtual, acósmico, o si se prefiere un no lugar vivido. ¿A quién le importa? (me rehuso a reutilizar anglicismos fútiles e inútiles teniendo una lengua (ojo lenguaje) tan rico y vasto como es el castellano). Como he publicado con antelación, esta entrada nace como un atisbo a posteriori de un curso de actualización orquestado por el único (al parecer) profesor con el suficiente conocimiento y revisión del texto original en francés de Georges y Claude Bertrand, A. Zeromski K.

Une géographie traversière. L´environnement à travers territoires et temporalites. bien podría considerarse una utopía, un fin, (y con razón, ya que se parte de un sistema basado en la teleología) que terminaría construyendo una geografía totalística, o integradora, una geografía con un sentido, y no una noción, espacio-temporal. Es por todos sabido, que su traducción al castellano, sustituyó transversal por medio ambiente, lo cual, desde mi punto de vista, no fue un error, si no que, más bien, es una malinterpretación de la traducción de un texto que quiso dejar claro, desde un principio, que su locus o climax prosaico, sería, sensu stricto, el medio ambiente. Además de que, la dichosa transversalidad, no se entiende a menos que se considere el medio ambiente geográfico por antonomasia, este es, el espacio geográfico (sí, tiene límites, y no precisamente temporales).

La palabra ambiente tiene un significado temporalmente polisémico y proteiforme. Por mucho tiempo, se relacionó a una noción naturalista que consideraba dentro de sus límites únicamente al medio biótico y abiótico existente a nuestro alrededor, en dónde el hombre no tenía ni función, ni intervención, ni alteración alguna. Posteriormente, el ambiente incluyó al hombre como un factor natural, sujeto a la propia praxis y armonía supuestamente simbiótica y homeostática en la relación hombre-medio. Finalmente, y bajo una lógica espacio temporal lineal, progresiva, o hiperprogresiva, el ambiente es una construcción sistémica en dónde lo natural ha perdido su protagonismo, bajo el pseudo control ominoso de la mano invisible del hombre (cualquier parecido con Adam Smith, es mera coincidencia y responde a una reminiscencia economicista de mi parte).

Así, el famoso movimiento posmoderno, decostruccionisma, lunático o irreverente, causó una situación en al cual "ahora por todas partes, las ideologías conocidas se desmoronan y la ascensión de la noción del medio ambiente aparece como la gran revolución del siglo XX, en el modo de pensar el mundo y, más precisamente, en las relaciones del hombre y de la naturaleza. Todo acontece como si la Tierra, la naturaleza, los cielos, y los pájaros giraran en torno del hombre y dependieran cada vez más de él, de su impacto material como de su sensibilidad y de sus fantasmas. De objetivo, el mundo se tornó subjetivo" (Dos Passos, s.f.;3).

Dicha cita, permite un primer acercamiento a los postulados de los hermanos Bertrand, ya que de forma lacónica, retrata la situación statu quo actual, en la que el ethos científico se decanta por una postura abierta al diálogo, a la multiplidisciplinairiedad o si se quiere (introduciendo a los híbridos) a la transdisciplinariedad. Bajo dichas premuras, las geografía transversal sería una geografía del medio ambiente híbrida (bajo el tercer supuesto o connotación de la palabra en la contemporaneidad) basada en un sistema no mecanicista, en dónde el fin último se encuentra, tentativamente, ligado a los procesos de globalización y a la nueva forma de concebir conceptos, otrora, irreconciliables. El ambiente es ahora, sociocéntrico.




Postulados básicos:

1. No existe "ciencia" singular o plural del medio ambiente, existe una plataforma de trabajo transversal que destaca la diversidad-pluralidad sobre todas las cosas.

2. No hay geografía sin naturaleza y no hay naturaleza sin geografía, ergo, la evolución natural debe considerar la evolución territorial.

3. Si bien existe un corte natural y social, ello no significa que no se puedan utilizar conceptos y nociones híbridas como paisaje, territorio, recursos, entre otras más.

4. La conjugación de múltiples diversidades y pluralidades que separan el medio ambiente (geodiversidades sociales, geosistemas antrópicos naturales). Aquí es donde entre la complejidad en el juego.

5. Considerar una trayectoria espacio-temporal multidimensional del medio ambiente. "La catástrofe dicha natural, y la crisis, dicha social, pueden conducir al catastrofismo se nosotros no las colocamos en sus temporalidades específicas" (ibídem).

6. La naturaleza no es lo que ella era. Paulatinamente, emerge en el corazón de lo social, una naturaleza regenerada post facto.

7. Socializar el medio ambiente, esto es, modificar la finalidad del sistema (desarrollismo), superar la mesología y la etología para entrar en el análisis de las estrategias sociales (acción) y los modos de representación (modelización de la sistematización).

8. Espacializar el medio ambiente. Abandonar su sentido "biodiversidad-céntrico" por otro "geobiosociocéntrico".

9. Antropizar el medio ambiente. Entender que sin el hombre y sus acciones, el medio no puede ser entendido en su totalidad.

10. Hibridizar (con auxilio de conceptos clave, y metodologías y teorías transversales o conexas) el medio ambiente.

11. Historizar el medio ambiente. Darle continuidad a la lógica de las propuesta del concepto ambiente, precedentes.

12. Patrimonializar el medio ambiente. Encontrando la unidad funcional del espacio, o si se quiere, diafanizando el paisaje.

13. La creación de una geografía más didáctica y pedagógica.

Las 3 entradas del sistema GTP parte de un sistema teleológico interrelacionado entre el geosistema, territorio y el paisaje. Esto quiere decir que los 3 no parten de un especificidad sino de una totalidad. Así, el geosistema no sólo sería el recurso o la fuente con una connotación enteramente natural, sino que consideraría el devenir axiomático hombre naturaleza. El territorio, por otro lado, bajo la noción de limitar o cercar, representa la lógica espacio temporal de las sociedades, el recurso estaría intricado en la política, el mercado y el sistema jurídico. Y finalmente, el paisaje representa el espacio tiempo de la cultura, y de todo aquello que no puede considerarse positivo o nomotético.

Hoy día, la geografía se reconoce como lo ciencia social de los territorios, y bajo la proposición teórica de los Bertrand, supone territorializar al medio ambiente, enraizándolo en la naturaleza y en la sociedad, fortaleciendo los medios conceptuales y metodológicos para lograr avances en el conocimiento ambiental de nuestro campo de estudios.

Si bien, con ello se demuestra que el medio ambienta es más que un concepto científico, cabe dudar acerca del cómo, y cuándo los procesos de inflexión del "paradigma" puedan permear y materializarse en una sociedad que pide a gritos respuestas y solución a los problemas. Si bien, pueden superarse algunos postulados aceptados de forma general en un pasado próximo, cabe hacerse la pregunta, ¿cuánto tardará dicho paradigma en pasar de la teoría a la acción? ¿el pensamiento complejo lúdico didáctico terminaría por facilitar su implantación? y finalmente, ¿estamos ante una propuesta realista y posible de construir una geografía holística o de sólo una teoría utópica?

La lógica espacio temporal, nos lo dirá.

Referencia:

Messias Modesto dos PASSOS. (n.d.). O GTP: GEOSISTEMA – TERRITÓRIO - PAISAGEM – UM NOVO PARADIGMA? Retrieved December 12, 2015, from http://observatoriogeograficoamericalatina.org.mx/egal12/Teoriaymetodo/Conceptuales/05.pdf