jueves, 10 de agosto de 2023

Trayectorias. Y de cómo el sentido de orientación es más que un punto en el espacio.

 

Una Verdad, Muchos Caminos | Vivir Agradecidos

No hace mucho tiempo, el individuo que precede este pequeño espacio en el interminable mundo del internet, perdió al ser más cercano a su persona, la madre que le dio vida, amigos, lectores es un duelo doloroso, pero me ha ayudado a comprender mi porqué de la existencia. Mas allá de la emoción que pueda sentir vengo a hablarles de un tema sumamente interesante. 

Los sistemas de posicionamiento global (GPS) ha fungido en las últimas décadas como uno de los instrumentos más adecuados para la realización de estudios en general, de mercado, académicos o académicos con orientación al mercado, no está en mi realizar citas cuantiosas a intereses sumamente funestos. Lo que vengo a hablar hoy aquí es de la idea extremadamente básica a nivel práctico pero sumo complejo de llevar al campo escolástico: el tema de las trayectorias, los caminos, los topónimos lineales, las calles, odónimos, nomenclatura urbana, en fin una cuantiosa forma de referirse a un tema básico para la existencia humana.

Y es que sin afán de sonar tautológico, todo lo que nos rodea, absolutamente todo, tiene un nombre, las formas de orientarnos por las ciudades es en base a una serie de atributos nominales que, si bien cumplen su función geométrica topológica, también hacen alusión a todo un entramado de discursos que en el fondo tienen algo en común: el poder. Pero no hacemos alusión a un político que en alguna temporalidad dada se le ocurrió nombrar a lo que conocemos como calles o avenidas, hablamos de un discurso, una explicación que requiere ser evidenciada por los diferentes niveles de entendimiento cognoscitivo.

Estamos abrumados de notas de periódico en línea que hace alusión a un hecho dado que por lo general se ubica mediante un nombre. Los nombres geográficos lineales, los cuales a su vez se ven complementados con otros elementos geométricos tales como polígonos barriales, u otros nombres lineales adyacentes. La geometría del mundo cartografiado en un plano bidimensional también tiene nombres. Nombres que son discursos. Discursos que son historias. Historias que cobran sentido más allá de su propia función orientativa. 

Partimos del supuesto que aquello no es un problema porque es objetivo, materialmente ubicado, mas nunca pensamos en su significado, ¿Qué significa que ese nombre geográfico lineal se llama como se llama? ¿Qué representa para quiénes lo usar? ¿A qué hace alusión? ¿Qué.... Hablamos de la semiótica del espacio. Gastón Bechelard ya hablaba de ello en la poética del espacio. Si partimos de la idea que un mapa es un discurso, entonces un nombre dentro del mapa es parte de ese discurso, pero más allá cobra sentido por medio de un marco de significados asociados en un tiempo espacio dado. Es ahí el problema que conlleva. 

No hay porqués sin un qué, no hay cuándo sin un dónde, no hay cuál sin un quién. La lógica propia del pensamiento humano nos lleva orientarnos por diversas trayectorias que nombramos de diferentes formas de acuerdo a los canales interpretativos y académicos que hagamos alusión, como en el plano de la psicología una trayectoria para enfrentar un duelo sólo cobra sentido a partir de su propia formación y de su experiencia en el mundo. El geógrafo debe entender que su marco de referencia, el espacio es un también un mundo de significados, los cuales cobran sentidos desde prácticas sociales que nos remiten a praxis pertenecientes más significados, los cuáles pueden tener un origen pero no un fin. Eso sí, un montón de trayectorias y claro está, una mayor cantidad de relaciones de poder, de fuerzas centrípetas y centrífugas, de agentes paradigmáticos y sintagmáticos. 

Esta entrada nace leyendo el libro El camino de las lágrimas de Jorge Bucay. 

Enlace recomendado: https://uniciso.com/

viernes, 14 de abril de 2023

Las geografías del arte de Collot

 Conférence de Michel Collot | Musée National Marc Chagall

Michel Collot Filólogo francés, una de las figuras más notables de la artistificación de la geografía coetánea.

Ya no sé si pedir disculpas o no sobre la falta de escritura en este blog en apariencia sombrío, yermo, seco. Pero es que simplemente las cuestiones de carácter personal, los juicios de valor no han dejado florecer ese sentir impoluto, coherente, armónico para un ejercicio académico firme y vigoroso. Escribo esto en uno de los momentos más sombríos y desafortunados en la vida de un hombre de apenas 29 años, conviviendo con países extraños llamados pasado para los historiadores, paisaje para los geógrafos. Aún así, dentro de mi hay una lucha, una meta de vida que se niega a sucumbir ante las tragedias, las vicisitudes, la gravedad de la existencia rutinaria.

No hace mucho tiempo (académico lúdico) publicada la entrada de este blog quizás más controversial y menos científica entre comillas, de todo lo que he depositado en este humilde espacio: http://antridigeo.blogspot.com/2015/06/la-busqueda-tardia-del-universalismo.html. Pues bien, recientemente he encontrado otro autor Michel Collot, un artista y filólogo francés que ha hecho alguno abordajes interesantes en materia de geografía urbana y aportes conceptuales al termino de paisaje. Estos autores en mi forma de ver las cosas, me parece que se convertirán en un futuro paradigma del quehacer geográfico. Si bien, sus basamentos teóricos no son emanados de un método científico fortuito, el quehacer actual teorético que contempla una serie de giros de la consideración del espacio geográfico, puede justificar lo que ahora considero.

Y es que sin ir más lejos, estos autores proponen no sólo formas alternas de abordar los conceptos geográficos, sino que viven el espacio geográfico y lo transcriben tal cal lo viven, lo sienten o interpretan de una manera dialógica hombre medio. Esta conexión entre arte y una forma de pensamiento geográfico podría incorporarse a las  ramificaciones recientes en geografia urbana humana, recientes posmodernas. Cierro esta corta entrada que quizá vaya alimentando con el paso del tiempo por una serie de enlaces de interés, y que ayudan a entender el porqué de mis palabras, valen mucho la pena y tienen mucho que ver con temas de investigación contemporáneos (no se olviden de citar a su geógrafo favorito en las dedicatorias), aquí andamos geoloqueando.

https://www.researchgate.net/publication/329022514_Ciudad_y_paisaje

https://www.institut-geopoetique.org/es/articulos/248-oriente-y-occidente-la-revolucion-tranquila-de-kenneth-white

https://metode.es/revistas-metode/monograficos/el-paisaje-nace-o-se-hace-teorias-culturales-del-paisaje.html

miércoles, 20 de julio de 2022

Desde México de F. Ratzel, una perfecta combinación de percepción eurocentrista aplicada a una cruda verdad mexicana decimonómica

Desde Mexico. Apuntos de viaje de los años 1874-1875 by Friedrich Ratzel
Portada de una de las obras más destacadas de geógrafo alemán, quien a diferencia de Reclus, visitó la República Mexicana, describiendo de una forma eurocéntrica y determinista, la realidad del México de finales de siglo XIX.

Por un largo tiempo se ha extendido la idea de que el geógrafo no es más que un mero descriptor del entorno, depositando en sus anotaciones detalles de carácter físico y social, sin ir más allá. Pues bien no es de todo erróneo ese planteamiento ni tampoco aplica al quehacer del geógrafo actual, el cual ya encuentra bases teóricas consolidadas para el desarrollo de investigaciones propias. La obra de Friedrich Ratzel, fundador de la Antropogeografía, detalló en el libro del que hablaremos en líneas más adelante, su verdad acerca de la realidad le tocó percibir en un México anterior al porfiriato, y pasado el tiempo independentista.
 
A diferencia de su coetáneo Alejandro de Humboldt, la descripción que hace de México está cargada de un montón de analogías organicistas, y que compara abiertamente la Europa donde creció con las tierras salvajes que iba recorriendo. Dichas comparaciones más que resultar ofensivas para el país de aquella época parecen ser atinadas y sustentadas con datos estadísticos oficiales y no, que hasta ese momento se tenían en una nación que irremediablemente aún estaba subdesarrollada. 

En sus atisbos se logra digerir de forma amarga como en cuestiones raciales, a los indios, mestizos e incluso a los propios criollos los dejaba en un plano inferior que los ciudadanos de origen germánico (sea por lengua o por pertenencia). Y advertía que quien quisiera incursionar en esas tierras nuevas tendrá que tener al menos dos cosas muy claras, en primer lugar un carácter firme, y en segundo lugar una inteligencia notable.

Muchos tópicos hablados en el libro ciertamente han cambiado desde que redactara su libro. Pero hay temas que parece que no lo han hecho como tal. Me refiero al tema de la delincuencia por un lado, y por el caos político por el otro. Aduladores y charlatanes aún hoy ocupan gran cantidad de puestos públicos sin plena conciencia de lo que hacen o las razones para las cuáles funcionalmente fueron contratados. Lo que es peor la delincuencia parece haber rebasado y controlado al estado y la fuerza política.

El innegable conocimiento biológico y botánico de Ratzel le otorgó una manera maravillosa de describir y detallar casi con una lupa la diversidad biológica de todos los lugares que iba recorriendo. La idea de acertada de cruzar por medios tradicionales al país (a caballo o en lanchas), no hizo más que nutrir las descripciones paisajísticas, climáticas, biológicas, económicas y sociales del México de esa época. 

Sin duda alguna, lo que resalta grosso modo de su libro, son las críticas abiertas al país subdesarrollado en el que le tocó viajar, destacando los detalles más desagradables del mexicano promedio tales como su conformismo por lo poco que les daba la tierra, su devoción casi ciega a los juegos de azar, su rechazo abierto a otras manifestaciones religiosas y su rechazo a lo extranjero, sus modales poco pulcros y costumbres que aunque rozaban con lo que podríamos denominar paria o salvaje, no dejaban para su sorpresa de ser parte de su vida social y no un estorbo o un factor de odio entre los propios.

En su libro quedó marcada sobremanera las analogías totalmente parcializadas hacia su patria respecto a la diversidad biológica con la que se encontraba. Detallaba la existencia de grandes yermos sin agua y le sorprendía que en medio de tanta desolación existieran chozas aisladas en dónde una familia humilde vivía de lo poco que daban esas tierras. 

Lo que no queda lugar a dudas, es que se mostró impactado por un tipo de paisaje totalmente ajeno a sus tierras, y esto corresponde a las grandes masas de territorio que están recubiertas por una diversidad casi infinita de opuntias (cactáceas como el nopal para los bravos). Las descripciones que hace de este paisaje sin duda es de los más acogedores para cualquier mexicano que lee esas páginas, destacando como en una tierra vacua y sin posibilidades aparentes de desarrollo de formas de vida, aparecen y florecen ese plantas verdes espinosas las cuales de una manera completamente atinada, forman parte de la bandera nacional.

Como era de esperarse su descripción sobre la economía, la educación o la misma religión no iba a ser nada positiva. Resalta en primer plano, como el país siempre dependió de una actividad económica en particular, destacó en su libro el abaratamiento de la explotación de la cochinilla (una tinta como producto) y evidenció los atrasos de actividad económica, en dónde la zonas rurales se dedicaban en su gran mayoría a la agricultura extensiva y en las ciudades el desarrollo comercial estaba en manos de las clases altas y extranjeros.

Es de llamar la atención cómo no se evidencia en él un ni aunque sea un gusto aislado sobre la gastronomía mexicana, es más detalla la forma de hacer tortillas de una manera grotesca, en donde el producto final en ocasiones decía, sabia a tierra. Y en que sin duda a lo largo de su travesía sólo pudo convivir con un grupo muy reducido de gentes de su educación. La mayor parte de su viaje por tierras mexicanas sería conviviendo con las clases bajas, humildes. En dónde destacó de grata manera, la hospitalidad que tiene el mexicano con cualquier viajero que se acercara su humilde hogar. 

El libro deja en el lector una sabor agridulce sobre su país (y más si éste es mexicano), pero me parece que dichas percepciones han sido superadas con el pasar del tiempo. México siendo un país imperfecto, con una gran cantidad de deficiencias y debilidades de carácter de seguridad, políticas o económicas, ha sabido explotar de (buena o mala manera) sus atributos y realzado una cultura precolombina que aún tiene mucho de qué hablar. 

Al final, lo que encuentra Ratzel aquí es antípoda, su anecúmene, una tierras extrañas a las que no pudo detallar más allá de su ya determinada y determinante forma de pensar. Si comparamos su obra con la de Humboldt encontraremos aquí una férrea crítica social, una comparativa terriblemente desigual y un sentido de inferiorizar a aquello que desde propia praxis y cosmogonía no puede comprender. La cualidad de carácter que tanto pregona le hizo falta al mexicano otrora parece haberse sustituido por el valor, esa fuerza motriz y medular que hacer que aún los mexicanos menos afortunados diariamente salgan de sus casas a ganarse y hacer su vida al mismo tiempo, construyendo a un personaje que, como Ratzel, algún día estará en la posición de hacer una comparación tan poco bucólica, la cual espero nadie haga nuca.




jueves, 20 de enero de 2022

Re: El concepto de Topofilia en Geografía

 

Fotografía propia tomada a las afueras del Camino a Huilotán, en la Carretera a Colotlán Km 20 (aproximadamente). Diciembre 2021.


Han pasado ya 7 años desde que publiqué un ensayo con el título que antecede a esta entrada: https://antridigeo.blogspot.com/2014/11/el-concepto-de-topofilia-en-geografia.html y quiero decirles que había una partitura en específico que dejé en el limbo, como una interrogante abierta que pensé responder en poco tiempo.

Veamos la parte a la que hago alusión en cuestión:

Por lo tanto, debe existir un concepto de Topofilia en que él mismo se funde y autopertenezca al mismo tiempo, es decir, que pueda ser aplicable sin la necesidad del sentimiento humano. Para ello, plantea que “nuestra relación con el espacio habitado no se agota en una simple relación emocional con sus atributos (…), sino que se remonta a la propia dimensión ontológica de tal tipo de espacio en tanto lugar de mostración de lo que Heidegger llamara nuestro ser-en-el-mundo” (Yori, 1999:6). Esto explicado en palabras de humanos, quiere decir que el espacio no está ahí esperando a que el hombre lo intercepte, sino que lugar y hombre se funden en una sola categoría existencial, propiciando que existan lugares sin que por ello se genere un sentimiento humano previamente. Por tanto, su concepto se define de la siguiente manera: “la forma que cobra el espacio, a través de la apertura y puesta en obra de la naturaleza relacional de nuestra existencia” (Yori, 1999:11). 

 

Quiero partir con una asimilación de que el sentimiento, apego, o carga subjetiva que se siente de los lugares también es, en esencia un hecho fenomenológico. Pero aquí no entraré en detalles a ello, y lo resumiré como una lacónica significación. Hace ya varios meses había adquirido un libro que llamó sobremanera mi atención, Mundo y existencia de César Lambert, dicho texto es una introducción a la perspectiva teorética de la fenomenología vista desde la perspectiva de Heidegger, Husserl y Welte, este último quien aborda el tópico en cuestión desde una perspectiva religiosa.

Partamos de la siguiente cita:

"La aclaración del estar-en-el-mundo, ha mostrado que no <hay> inmediatamente, ni jamás está dado un mero sujeto sin mundo. Y de igual modo, en definitiva, tampoco se da en forma inmediata un yo aislado sin los otros" (M. Heidegger, Ser y tiempo).

 La idea de que estamos en el mundo viviendo y con viviendo con otros no deja lugar a dudas de que la premisa de crear una Teoría del lugar partiendo de un supuesto sujeto inanimado, que no tiene una carga iconográfica o significativa del entorno, no sería más que un suicidio nometético y regresaría sin duda a la implosión cuantitativa vivida ya en el siglo pasado. 

Uno de los principales principios de fenomenología es que en nuestra forma de interactuar con el mundo y con los entes no-humanos (materiales o inmateriales) es que encontramos en ellos una utilidad. No obstante, en nuestra relación con los demás hay una marcada diferenciación entre un sujeto y otro, de ahí conceptos como co-existencia y otredad. 

Pues bien para el ejercicio filosófico fenomenológico existen 4 momentos que Husserl apunta: El ejercicio de sí mismo, el poder comenzar, la comunicación y el horizonte del mundo. Es en el último momento cuando se entre en contacto con los otros y con el mundo. De esta forma se llega a la siguiente cita:

"Participo de tu mundo y tú participas de mi mundo. Precisamente en tal participación recíproca se hace el mundo, nuestro mundo". Welte.

 De allí entiendo que a pesar que no se haga mención de la carga emotiva del mundo, esta es natural y necesaria ya que al ser seres sociales tenemos y necesitamos la existencia indivisible del otro o el contacto con los demás. Es por ello que la teoría del lugar heideggeriana propuesta por Yori no sólo no es viable, sino que resume de una manera dramática el ejercicio filosófico fenomenológico, tratando de, con cara a la objetividad, restarle su propio atributo esencial. 

Cierro esta corta, pero espero sea alentadora entrada con una cita de Lambert que me parece extraordinaria, y que a pesar del tiempo que ha pasado de la última entrada, contesta y llena el vacío de un buen ensayo realizado otrora:

"No hay, pues, relación con la naturaleza, con el ente no-humano, absolutamente separada de las relaciones interpersonales y autónoma de la relación con el prójimo. La más aislada contemplación del paisaje se da, entonces en el terreno dialógico, incluso allí donde uno está solo y no hay nadie más a quien dirigirse. (...) El ser del ente en cuanto puramente material es vacío y ciego mientras sea sólo para sí y se lo contemple sólo para sí".

 Ya ahondaré más en el tema de la significatividad en otra entrada, pero lo que aquí deposito es importante ya que no sólo le da la razón a Tuan y a tantas revistas de divulgación científico social que hay sobre el tópico, sobre la importancia del rescate de la inmaterialidad subjetiva que hay detrás de los lugares, las personas y sus relaciones interpersonales, la cual sin duda alguna importa, como la Geografía misma per sé.

martes, 13 de abril de 2021

Reflexiones sobre el concepto de Paisaje en Geografía

 
Cerúleo: Playa irreal con un exorbitante filtro azul, que nos recuerda cada vez que los filtros nos alejan de realidades que por sí mismas son hermosas.

Después de haber visto y escuchado a la distancia una cátedra sobre el concepto de Paisaje entre la Universidad de Guadalajara y la Universidad de Huelva de España, me quedó pendiente hacer una reseña breve, puntual y parafraseada por su servidor, de aquellos puntos reflexivos que dejó en mí subjetividad dicho curso. Diré como primer punto sintético que, el paisaje en definición y al ser polisémico, es también ese puente, ese canal integrador entre la perspectiva naturalista nometética de la disciplina y la vertiente social crítico humanística, el cual si bien no tiene una receta de cocina predeterminada (metodología) para ser utilizado como eje articulador, sí contiene por naturaleza, la significación puntual para unir ambas caras de la moneda, en donde la metodología se ajusta a esa significación permitiendo un diálogo lúdico y afable entre dos vertientes que se rehúsan a ser escindidas en tiempos pos modernos.

Puntos de reflexión

(Lo hago en base a la cronología de la cátedra, y también tomando como referencia hitos teóricos, un poco menospreciando el carácter descriptivista del mundo en torno al paisaje, ustedes no ignoren esa tesitura, es parte del show).

1. El paisaje es tanto natural como humano: Parecería obvio que sobre una pintura de un medio natural en el que aparece a lo lejos un río, cultivos, actividades agrícolas y un caserío disperso, que los elementos de naturaleza física y humana estuvieran escindidos, tal como desgraciadamente y parte de un acotamiento necesario, se realiza en el mundo académico. Como concepto, ayuda a unir en una síntesis integradora el lenguaje natural de un ambiente no antrópico sobre otro de carácter cultural, patrimonial e identitario. La forma en cómo dialoga el hombre y la naturaleza es una manera de entender al paisaje.

2. La multidimensionalidad del paisaje: Otra parte natural del paisaje reside en esa flexibilidad de escalas y tópicos a los que puede jugar para detallarse a sí mismo, cómo de un sólo paisaje pueden presentar una multiplicidad del mismo, partes integradoras de éste, tal y como si de una red fractal se tratara. Ello no implica que se pierda como tal su naturaleza, sino que es su propia naturaleza lo que hace del ejercicio de su uso como concepto pueda trasladarse de una parte a otra, sin perder su rumbo. 

3. El paisaje no es un mundo en sí, sino un recorte de la naturaleza: La naturaleza es indivisible, no se puede separar en partes porque sino quedaría inconexa y de seguro resultaría en el fin del mundo más atroz que pudiera imaginarse. No obstante, y corriendo el riesgo de caer en esa fragmentación, el paisaje como concepto metodológico puede ayudar en esa tarea, acotando la naturaleza en subespacios que, sin olvidar que la naturaleza se encuentra unida, puede ser valorizada de forma puntual tomando como referencia una multiplicidad casi infinita de elementos que componen al paisaje en constante diálogo iterativo. 

4. El paisaje sirve para describir e integrar el universo natural del mismo en un espacio tiempo dado: En el entendido de la tendencia cada vez prominente que tiene la disciplina de renunciar a ese carácter etimológico descriptivo, el paisaje como concepto, se puede aplicar para volver a realizar un ejercicio como tal (descriptivo), pero en un contexto sumamente actual (con base a términos científicos naturales y sociales). Entendiendo que además de ser sintético, puede llegar a utilizarse a manera de descriptor y ordenador del espacio.

5. El paisaje por sí mismo no es una presentación. Esto es que, lo que entenderíamos desde niños como paisaje, no es aquella imagen mental que tenemos del colinas, nubes, un sol, un río, vaquitas, y no sé qué más, sino es una forma de representar al mismo mediante la identificación de todos los elementos que lo componen. Identificación, descripción, relación, valorización de ese representación del paisaje.

 6. El paisaje como política pública vs el libre mercado: Teniendo como base que el paisaje es polisémico, integrador y representativo del espacio, puede coadyuvar a los ejercicios de planeación pública, buscando la forma en que pueda darse una homeóstasis entre la explotación del mismo, y su relación armónica con el hombre y sus actividades productivas, cosa que indudablemente no se ha logrado realizar, pero que partiendo de una perspectiva positiva, pudiera ordenar de mejor manera la forma en que se relacionan los dineros, con los territorios y el ser humano.

Como lo dije antes de presentar los puntos reflexiones, lo que verdaderamente hace interesante el uso y explotación (si me permiten la palabra) del concepto del paisaje, es esa amplitud de tesituras que pueden llegar a recorrerse teniendo en consideración uno o varios significados distintos. Cierro esta breve, pero espero ilustradora entrada, repitiendo una frase tan simple como compleja a la vez, hay tantas geografías como geógrafos, así como hay tantos espacios como paisajes. 

martes, 24 de noviembre de 2020

La desgracia como filosofía de vida convertida en esperanza: El caso de la película Wheels de 2014

 

Al vivir enmarcado en un sociedad occidental y en un espacio tiempo en el que ciertamente nadie quisiera vivir en su sano juicio, y a raíz de una entrada que publiqué terriblemente pesimista sobre los tiempos pandémicos en la entidad federativa en dónde vivo, me veo en tarea ominosa pero algarábiga de publicar una entrada que evoque esperanza, sosiego, consenso en lo único que hasta el momento a todos los que estemos ahora leyendo o escribiendo esta entrada sea el caso tenemos: La vida.

"Cuando llegue el día de la aflicción, del duelo, del accidente, cuando la muerte amenace, cuando estemos enfermos y suframos, es preciso que el equipamiento actúe para proteger al alma, para impedir que sea afectada, para permitirle conservar la paz". La hermenéutica del Sujeto, M. Foucault p. 312.

En la historia de la humanidad hemos sido testigos de grandes proezas del cine y piezas maestras que han quedado como legado para el incierto futuro de la humanidad. Algunas piezas audiovisuales evocan tristeza, horror, frustración, alegría, y demás reacciones en cadena que nos hacen notar que estamos ante un género fílmico en particular. Debo decir que yo no soy crítico de cine ni experto en la materia, mis películas favoritas coinciden en algunos casos con lo que imdb dice son las mejores de todos los tiempos, mas no está en mi competencia discernir en esos parámetros. 

No, lo que yo vengo a compartir con ustedes es un mensaje corto pero poderoso, en el cual el aprecio de/a la vida rompe con los dogmas hasta ahora preestablecidos de lo que conocemos como vivir la vida con plenitud. Ello aparece, se resume y se desencadena en una de las piezas audiovisuales que más aprecio y conocimiento debería tener en tiempos como éstos, no como una recomendación, ni como un capricho personal, sino por un mensaje que se ve compartido mediante un argumento tan válido como fuerte y convincente al mismo tiempo.

La película Wheels del 2014 en una oda a la vida, a vivir con una razón de ser, esa misma razón que nos invita todos los días a luchar y continuar con las cosas que hacemos, nos gusten, disgusten, cansen, o agoten sea física o mentalmente. Lo que uno observa durante todo el transcurso de la misma es una forma única de resumir en grosso modo como el sujeto pos moderno, post mortem, resulta estar atrapado en un discurso, un argumento que alude la fatalidad, el ocaso.

Mickey es ese personaje principal que vive para no vivir deseando eternamente la muerte, buscándola a como dé lugar, de maneras tan absurdas que rozan directamente en la tragicomedia tal cual pieza de teatro del siglo XVII se tratase, como una lucha entre la espiritualidad y la búsqueda de la verdad (Fausto - Goethe). Y es en esa búsqueda absurda por el ocaso que encuentra una de las amistades más efímeras, problemáticas, y humanas que tendrá a lo largo de la vida. Una amistad que se traduce en una compatibilidad emocional inusitada, con dos pasados paralelamente terribles, pero diferentes.

Ese mensaje de autodestrucción y caos es lo que el espectador inmediatamente relaciona con la realidad rampante a su alrededor. Conflictos que cargan a lo largo de su vida desde los cuáles evocan al pasado desde una silla de ruedas. Drake, su otro amigo en silla le muestra su vida en el que priman los placeres efímeros y la exaltación de los sentidos tal cual meta-narrativa pos estructura-lista se tratara. Se muestra como un personaje con decisión, que prefiere vender la fortaleza sobre lo emocional, que tiene certidumbre y sabe de antemano lo que hará o buscará. Esa certidumbre de ganas de hacer algo, motiva al personaje principal a que poco a poco clarifique en forma desordenada lo que realmente aconteció en su pasado.

Ambos, al tener un eslabón perdido, una laguna mental, una pieza para completar el rompecabezas, recurren a la búsqueda material del pasado. Pactan resolver esas incertidumbres antes de tirarse al océano y morir mientras el azul del cielo se torna cada vez más opaco. Y es en ese momento, en qué muchos críticos recuerdan al famoso ejemplo ex profeso de Mar Adentro, en el cual un hombre tetrapléjico se hacía el que no podía mover nada, cuando en realidad tenía el control de todas las cosas.

La certidumbre de su pasado y el control le devuelven a Mickey no sólo su motricidad, sino que muestran un pasado espeluznante en donde su padre le hizo pensar que él había cometido el acto terrible de dejarlo lisiado, cuando la realidad fue todo lo contrario, escondiendo la enclenque salud mental de su madre y el terrible acto que culminaría con la vida de su hermano. Es curioso como las personas que dejan de existir en el universo de la película tenían algún problema o terminaron su vida al quedarse sin respiración. 

Mientras la vida del personaje principal se aclara, produce en el espectador una nostalgia terriblemente hiriente hasta para el más impávido de los espectadores. Penetra de forma tan cruda en la subjetividad de quien lo ve, que sin duda alguna lo hace plantearse reflexiones acerca de su vida, de sus errores, de sus anhelos frustrados, y cuestionarse de la forma correcta en la que debería de vivir. Tales pensamientos se ven consolidados de manera espectacular en el momento en que suelta la mano del ya fallecido amigo Drake poco antes de que el que tono azul del mar se volviera irreversible.

En ese momento uno entiende cuál fue el mensaje de esa película, más allá del dramatismo y la tragicomedia con los elementos absurdos que la caracterizan, le hacen cuestionarse al individuo no sólo de su vida misma y de lo que hace, sino de porque es valioso vivir, así simplemente a secas. Es un mensaje en el que el viaje dura casi dos horas, dónde cualquiera puede sucumbir a las lágrimas pero que, sin lugar a dudas, serán las más rentables que podrá ostentar en mucho tiempo. 

En resumen, y sin hacer más larga la reseña, Wheels es un mensaje del porqué vivir en los tiempos de una pandemia, ¿vale la pena? absolutamente no, pero debemos aceptarlo, y recordar porqué estamos aquí, si vivimos sin una verdadera motivación caeremos en el otro absurdo que la película transforma sobre el personaje de Drake. Él mismo es la posmodernidad viva, en dónde las incertidumbres son infinitas y los deseos de recuperar una materialidad perdida en los recuerdos acaban con su vida misma. Mickey sin ser lo contrario a ello, entiende que lo verdaderamente valioso de la vida es eso, los deseos de vivir sin desear ni buscar la muerte por todas partes. Él se vuelve a sí mismo y se reinvindica como un ser que es y está en el mundo, que trasforma la materialidad vacía de su presente, en una espiritualidad viva de su pasado, la cual lo empuja a nadar con fuerza para volver a sí, para volver a la superficie misma en dónde entiende que el acto de vivir no puede ser reducido a un recuerdo, sino a una reconstrucción de factores que te ayudan a vivir hasta en los momentos más difíciles y dolorosos. Véanla, si pueden, y si no se lo pueden permitir recuerden que el acto de vivir no es tan complejo como parece, somos nosotros lo que hacemos de su complejidad un caos y un constante deseo de, en ocasiones, ya no tenerla.

viernes, 30 de octubre de 2020

Política pública sanitaria: De error al horror colectivo

 

El adiós, la muerte y la génesis, tal cual fénix renaciendo de cenizas. Aunque mis palabras parezcan tristes y delirantes, me encuentro bien, de pronto los giros son así un sufrimiento efímero puede convertirse en gloria, o de seguro sea mejor mencionar una de las frases mas icónicas de Alaxandre Dumas la cual es la favorita de una amistad tan importante y especial para mí, que inconmesurablemente no sabría cómo agradecer.

No hace mucho tiempo, publicaba una entrada resumiendo como actúa el espectro social sobre la hermenéutica de un viajero que decidió pernoctar en un punto de todo ese yermo que hoy día representa la ruralidad mexicana. En términos organicistas, la extirpación de un órgano es idéntico al efecto de destierro, voluntario o bajo presión que el Greater Good ejerce sobre un solo individuo.

No han sido días fáciles para mí, ni para miles, quizá millones de personas a través del mundo, desde el punto dónde estés hasta su antípoda. El mundo tras el paso del primer ojo de huracán de la COVID-19 o Sars-Cov-2, se ha ido deteriorando día tras día. Los afectados y sus cercanos hemos sufrido, llorado, despedido temporal o permanentemente a uno o más de nuestros seres queridos, amigos, conocidos o personajes populares. No hemos podido dormir en ocasiones, no disfrutamos la ingesta de los alimentos que preparamos con esmero, ni podemos estar quietos rodeados de la barbarie y la necesidad de salir para evitar que alguien más muera.

En México, la política pública en materia de sanidad que desde un principio daba señales de disonancia ideológica y diferentes puntos de vista o perspectiva del todo, provocó que se viera fragmentada y se aplicara tal y como los gobernadores de las entidades, interpretaran su aplicación y modelaran sus estrategias de mitigación. Erráticamente comparaciones respecto a otros países del mundo comenzaron a aparecer, balances entre una entidad federativa y otras con un tono despectivo ad hóminem no han hecho más que obnubilar un camino a seguir lo suficientemente diáfano y concordante para todos por igual, o al menos, para ciertos contextos en particular.

Algunos presuponen que todo lo que acontece actualmente no es nada más y nada menos que una Tormenta Perfecta, panorama dantesco en el que probablemente más personas pierdan desafortunadamente su vida, incluso en una mayor proporción a las que lo hicieran durante los primeros meses de la pandemia.

Si por una parte el persona médico y la investigación en materia médica ha acelerado los pasos para encontrar una luz al final del túnel, sus esfuerzos no han ido acompañados de políticas públicas que repliquen los métodos y las formas de prevención de contagios bajo estrictas reglas y protocolos sanitarios. Lo que la clase política ha hecho de la pandemia en México ha sido una completa desgracia.

Aunque nadie dude de las buenas intenciones del quédate en casa, del usa siempre tu cubrebocas, del no hagas reuniones, fiestas o convivios, el mexicano bajo los influjos de su naturaleza paria y de un comportamiento errático determinado en ocasiones por una movilidad social inexistente sumida en la precariedad, otras veces por una movilidad social sin precedente que lleva al desobedecimiento natural de las reglas, otras simplemente por el poder, no ha entendido aún al enemigo invisible que lo acecha.

Ese enemigo no es el factor económico que día con día se debilita con mayor intensidad; menos las empresas que ya muestran un hartazgo a punto de convertirse en un ataque de ira y cerrazón, tampoco son las personas a quiénes no puedes determinarles en 95% o más las motivaciones de su comportamiento, tampoco es el virus propio que se balancea por el aire esperando mutar para afectar a una mayor cantidad de personas.

Tuit que motivó la entrada:


¿Quién es el enemigo? Todo parece recaer en un cerebro y una idea, una idea que se plasma, desarrolla con cierto pragmatismo y se aplica a una sociedad. La vacuna de la prevención bajo una lógica terriblemente determinista, en dónde se parte que todos entenderán que el deber ser será la prioridad y el deber hacer podrá posponerse. Posponer y procastinación parecen ser dos términos que se conjugan durante la pandemia de una forma atroz. Por una parte existe la evidencia tajante del hartazgo social que las medidas restrictivas provocan, y por otro una desesperación e indeterminación: el qué pasará después, qué pasará mañana, qué comeré ahora.

Hace poco leía que la pandemia no era eso sino una síndemia, ¿por qué? Pues porque prácticamente lo que ha sucedido es una conjugación no de una sino de varias enfermedades y porque la respuesta inmunológica y su tratamiento están íntimamente ligados a una condición económica y social que las personas tienen respecto a los demás.

En el mundo de las ideas de un gobierno comandado por un líder, un director de orquesta que intenta comprender lo que está pasando, que intenta evitar el luto, que intenta socorrer a los médicos, enfermeros, trabajadores sociales, administrativos, investigadores y todo aquel individuo que intenta medir las dimensiones de un riesgo sin precedentes, conjuga en un psique el deber ser con el deber hacer para poder ser. Ser para poder estar. Estar para poder ocupar. Ocupar para obtener el poder. Pareciera ser un existencialismo Heideggeriano aplicado a la política.

Poder y pandemia son elementos tan correlacionados que pocos se aventurarían a desenmarañar sus ataduras. El virus ha logrado infectar no sólo a millones de seres humanos en el mundo, sino también a las ciencias, las ideas, y la razón. Si a eso le añadiéramos una posmodernidad traducida como una pandemia enclavada en una sociedad distópica, tendríamos no sólo la tormenta perfecta sino la fórmula necesaria para borrarnos del mapa.

No existe una solución, tampoco un idea mágica para arreglar todos los problemas sin que haya secuelas. Lo que tenemos que hacer no debe conducirnos a ello. Necesitamos que el I+D contemple al todo como un todo complejo, que los anticuerpos se transformen en razonamientos basados en la experiencia y en la interpretación de realidades que creemos entender cada vez más sin comprenderlas de nada.

Detenerse a pensar es necesario. Un escenario tan complejo requiere de estructuras técnicas, prácticas y metodológicas bien definidas. Podremos medir todo, menos el comportamiento humano, menos la previsión meteorológica, menos aún el momento exacto de un temblor o la formación de un volcán. Actuar ante una pandemia como ésta requiere transformar el caos en complejidad, la complejidad en razonamiento, y los razonamientos en ideas simples que todos podamos entender y aplicar.

Ojalá el poder y sus ostentantes comprendan, que sus gobernados no son unos desobedientes, ni unos niños berrinchudos, es un sociedad tan desigual y diversa que no puede resumirse a una regla, a una ley, ni a una política pública. Cada parte requiere una atención diferente. Todo es diferente. Ya no estamos en el mismo espacio tiempo que inició en Marzo. Hay experiencia, nada es igual. Idea con sentido común y lógica a posteriori antes que ideas para acaparar el poder. Partamos por ahí.